Un artículo de Damián Weizman
Dentro de la gastronomía que ha florecido en las bodegas en los últimos años hay algunas propuestas con aires de cambio. Una de estas es la de Séptima, la bodega argentina del grupo español Codorniú, la cual renovó su staff y sus platos. Con la gastronomía de Graciela Hisa, el menú en cuatro pasos se sirve en el salón de su primer piso. Aunque si el tiempo acompaña es totalmente recomendable sentarse en la terraza, bajo la sombra, y con la vista aérea de los viñedos que rodean este edificio vanguardista. Si la idea es conocer las instalaciones de la bodega, lo ideal es empezar por allí, recorrer las salas con los tanques de acero inoxidable, barricas y escuchar algunos datos de esta empresa que nació en España con sus Cava. Después del paseo es la hora del almuerzo: espera un menú estacional en cuatro tiempos; cada paso maridado con un vino diferente de las líneas Séptima, Séptimo Día y María. La recepción "Amousse Bouche" es maridado con espumante María Codorniú Sur Extra Brut. Para la entrada hay dos opciones, como la tabla de quesos y fiambres de campo o empanaditas de carne cortada a cuchillo y capresse. Para este paso se pensó en el malbec rosé de la casa. Como una segunda entrada o "primer Plato", aparece el toque español en el paladar con una pequeña tortilla de papas, cebollitas caramelizadas y longaniza o mix de hojas verdes con pechuguitas apanadas. A esta altura nos acompaña el chardonnay o Sauvignon Blanc. Ya llegamos al plato principal y las opciones son atractivas. Por un lado la infaltable carne argentina, que debe estar presente a pedido de los turistas. En esta propuesta de la chef se transforma en lomo a la pimienta, ratatuille de verduras y timbal de papa explotada. Muy bien servido, sabroso y excelente su relación con los malbec o cabernet sauvignon. La alternativa más light es la Trucha a la manera del chef (con oliva y tomillo) con mix de verduras salteadas. Para el final, los postres, entre los que se destaca el Kuchen de manzanas con masa philo y crema helada. Y para la sobremesa, nada mejor que su tardío, elaborado 100% con Gewurstraminer (tradicional cepaje alemán), con las uvas cosechadas a fines del mes de abril. Tiene 8 meses de paso por roble francés de primer uso, sutil aroma a vainilla y tostados provenientes del roble francés; en boca es untuoso. El costo del menú en cuatro tiempos es de 180pesos. En unos días al atardecer se volverán a retomar las degustaciones de vinos y tapas, para contemplar el paisaje desde esta estupenda terraza.
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