Se abrió en Foz, la carrera gastronómica

Las cerca de 50 fiestas gastronómicas que se celebran en la provincia de Lugo anualmente son solo el mango del tenedor que tiene las púas clavadas en el lacón o en la cachucha. Es decir, la parte visible, porque la chicha está en los miles de comidas y homenajes gastronómicos fijos que se dan colectivos de todo tipo sin que sean anunciados con carteles ni requieran pregonero.

Con empleo o sin empleo, con tabaco o sin tabaco, pandillas de amigos, compañeros de trabajo, quintos de la misma hornada o cazadores de la misma peña se reúnen ante una mesa bien surtida en Navidades para despedir el año, en carnavales para el preceptivo cocido, en verano para la mariscada con los visitantes, en octubre para comer el pulpo, en noviembre para la caza mayor y en cualquier fecha para exaltar lo que haga falta. Hace décadas enraizaron fiestas como las del vino, a veces haciéndose un hueco en el calendario a codazos y generando rencillas entre los alcaldes.

Con alguna excepción como la del aguardiente de Portomarín, la mayoría andan por la treintena, sobre todo las de los productos más clásicos en las mesas lucenses. El rey del mar en el interior, el pulpo, no tiene fecha propia pero el auge de las casetas de San Froilán también tuvo lugar en estas dos o tres últimas décadas.

Ahora las que tienen que hacerse un sitio a codazos, por insuficiencia de festivos en el calendario, son las de los manjares de más reciente introducción en la gastronomía lucense. Básicamente el porco celta, la carne de ternera gallega, que tiene una jornada ambulante por los concellos; la caza mayor, que de momento se la guisan en familia los socios de los tecores, y las setas. Con respecto a la micología, los vecinos de Roupar y sus muchos allegados fueron los pioneros en la organización de una fiesta masiva, a pesar de que la tradición de recoger y comer hongos estaba en Monforte y en la zona sur.

Como todos los años desde hace unos pocos, la fiesta que le dedica Foz al berberecho abre la temporada gastronómica oficial. Independientemente de las bromas de la gente a cuenta de la procedencia del molusco, el mandatario local afirmó que esperan que acudan 6.000 personas. Como los alcaldes suelen conocer las miserias y grandezas de sus administrados, García Rivera es consciente de la acogida que tienen estos acontecimientos y por eso no tuvo reparo en criticar que la Xunta le redujese la subvención en un 90% y gaste tanto dinero en la Cidade da Cultura. En su realismo, sabe que en la ruta del alimento primero está el estómago y después el intelecto.

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