Ariadna Gil, que vuelve al teatro tras 13 años volcada en la gran pantalla, cree que el cine debe estar "por encima de conflictos personales" y sostiene que "es mentira" que haya "caos" en esa industria. "No somos un partido político" y pretender que todo sea armónico es "ridículo".
Con 42 años recién cumplidos, la actriz barcelonesa ha decidido volver al teatro "en el mejor momento" y "con lo mejor", es decir, cuando el cine acusa la crisis general con menos producciones "en cartera" y con un clásico como Un tranvía llamado deseo, de Tennessee Williams, dirigida por Mario Gas y en el Teatro Español de Madrid, donde debuta mañana. "¿Qué más se puede pedir?", se pregunta en una entrevista con EFE poco antes del estreno de esta "lírica, tierna, cruda, difícil y jodida" historia sobre relaciones personales y de poder, en palabras de Gas.
La actriz está "tan metida" en su papel de Stella, en la gira que ha hecho por España tras su estreno en Santander el pasado mes de noviembre y en los ensayos en el Español, que ve con "mucha perspectiva" y distancia la polémica en torno a la "ley Sinde" y el anuncio de dimisión del presidente de la Academia de Cine, Alex de la Iglesia, tras la ceremonia de los Premios Goya. La ley Sinde, asegura, es "necesaria" porque "es de cajón" que hay que "acabar con algo que a todas luces es ilegal" y, por otra parte, el cine es, "como cualquier arte", un lugar de "libertad total, de individualismo absoluto".
"Esto no es un partido político en el que todos tengamos que pensar igual", afirma. Hay conflictos, sí, pero son "individuales y es mentira que eso haya generado un caos. Está lleno de personalidades dispares y opuestas y esa es su riqueza. Pretender que sea una cosa armónica me parece ridículo", añade. Gil, que entregará en la próxima ceremonia de los Goya un premio, está "la mar de tranquila" y confiada en que ese día todo saldrá "bonito y bien".
Fuente: Hola