Columna: Agenda Política Título: La plata fácil Por: César Campos R. Tanto el ministro de la Producción Jorge Villasante como su asesor Alejandro Ríos, han tenido el acierto de mostrar esa cara pocas veces vista de los agentes corruptores del Estado, mediante el impulso del operativo fiscal-policial que determinó la captura in fraganti de un ex vice ministro de Justicia comprometido en beneficiar dolosamente a ciertos armadores pesqueros. Por lo general, asistimos a la evidencia de videos, audios o fotografías donde se observa el otro lado de la mesa: un inescrupuloso funcionario público (jueces, fiscales, secretarios de juzgado, gerentes ediles, por citar los más comunes) recibiendo dinero de un ciudadano que previamente reveló la solicitud de la coima. Los corrompidos aparecen en toda la dimensión de sus miserias ya con cara de sorpresa, haciéndose los enojados o ensayando las explicaciones más inverosímiles sobre su conducta. Pero siempre se ha dicho: la corrupción tiene ida y vuelta, dos actores, dos funciones dos. Y es bueno echarle la mano al conjunto y no sólo a la parte. Ha procedido muy bien el ministro al abrir una investigación en torno al otorgamiento de licencias de pesca realizados con anterioridad, para que se descarte cualquier indicio de uña larga. Un entusiasmo mediático pone énfasis en la condición aprista de Gerardo Castro, el cuasi corruptor. Pero apristas también lo son Villasante y Ríos. Quiere decir que más allá del cumplimiento estricto de sus deberes éticos y legales, ambos no tuvieron cortapisas partidarias para denunciar el intento de soborno. Otra buena lección de estos dos personajes y principalmente de Ríos quien guardando una antigua relación política con Castro, no se limitó a rechazar la plata fácil sino que prefirió informar con detalles la oferta delictiva a sus superiores para que la justicia haga lo suyo. En circunstancias moralmente más prósperas, el Partido Aprista ya habría convocado de inmediato a una conferencia de prensa para incidir sobre el ejemplar comportamiento de Villasante y Ríos. Sin embargo, esas circunstancias no prevalecen hoy en día porque los líderes están ocupados en su propia y loca carrera por alcanzar una curul parlamentaria. También hay falsos ortodoxos que juzgan obvia y sin ningún mérito esta actitud (mientras suelen pagar a malos policías para evitar multas de tránsito o buscar amigos en la administración pública para darle “una empujadita” a ciertos trámites). Debe responderse que la larga lucha contra cualquier tipo de corruptelas – grandes o pequeñas – en la cual necesita involucrarse el país entero, requiere esa clase de gestos. Y ojalá pudieran multiplicarse ahora que es posible registrar para la posteridad todo acto humano con la tecnología más doméstica como es el caso de un teléfono móvil. Bien por Villasante y Ríos, bien por la justicia, bien por el Perú.