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Viernes 04 de febrero 2011

La nueva 'Meca' del cómic europeo es París

En España, los artistas enfrentan un éxodo forzado ante las pocas oportunidades que les brinda el mercado local
Viernes 04 de febrero 2011
La nueva 'Meca' del cómic europeo es París

Los tiempos cambian. Y si no que le pregunten a España, país donde en alguna época se vendían más de siete millones de historietas al mes. Se ofertaban en cualquier esquina, en miles de espacios conocidos como “quioscos”. Había historias sobre espías torpes, albañiles románticas, de chistes y de corte urbano. Los más populares entre los lectores de todas las edades eran los llamados “anti héroes”. La editorial que saciaba aquella voracidad se llamaba Bruguera. Luego los lectores crecieron, una guerra por el petróleo disparó el precio del papel, se difundieron los videojuegos y nuevas formas de entretenimiento juvenil. Los cómics de repente, se marchitaron, Bruguera se derrumbó. En el mundo del cómic fue un cataclismo. “Fue como si cerrara General Motors”, compara Carles Santamaría, director de la Feria Internacional del Cómic de Barcelona. Fue la muerte del “tebeo”, forma popular como se le conoce a la historieta en el país ibérico. El sector entró en coma en la década de los años noventa del siglo pasado.Diversión erranteEnjuiciar la salud actual de la industria del cómic obliga a recordar los antecedentes. El diagnóstico no es simple. Comparada con los días dorados, vive una época de bajas impresiones (el que más vende apenas alcanza los 30 mil ejemplares). Si se compara con la decadente década de los años noventa, ahora se vive una situación mucho más optimista, pero ¿da para vivir a sus creativos? No.Los autores españoles no pueden vivir del cómic español (salvo contadas excepciones) pero sí pueden vivir del cómic extranjero. El cómic exporta talento a mansalva. Algo novedoso. Y es que ahora más de 60 autores, entre dibujantes y entintadores trabajan para editoriales en Estados Unidos o Francia, esta última, una sorpresa. El éxito es, sin embargo, de doble filo. Si un español triunfa en Estados Unidos o Francia, las editoriales ibéricas (incluidas aquellas que le hayan ninguneado en sus días de perfecto desconocido) lo recibirán con los brazos abiertos. Aquí algunos ejemplos.Blacksad (Norma editorial), una de las series más vendidas en Francia, es una creación de Juan Díaz Canales y Juanjo Guarnido. La historieta arrancó en aquellos tiempos malos. “En España era la época de la crisis más profunda. Juanjo ya vivía en París, había trabajado para Disney y nos animamos a intentarlo allí”, recuerda Juan Díaz Canales (Madrid, 1972). El primer número de Blacksad, un cómic de género detectivesco con animales como personajes, arrancó con 30 mil ejemplares cuya venta se disparó en un mes y agotó el tiraje. Desde entonces la serie que edita Dargaud para el mercado franco-belga ha vendido más de 200 mil ejemplares. “Hemos entrado en un club muy selecto, muy pocas series venden esas cifras”, reconoce el guionista Díaz Canales.En España también es un éxito, aunque los cómics que van a imprenta son mucho menores. “Es casi matemático, la proporción es de 1 a 10 respecto a Francia”, explica. Blacksad se acerca a los 20 mil ejemplares, nada comparada con el mercado vecino, pero gigantesco frente a las ediciones medias españolas, que oscilan entre mil y dos mil. Más allá del AtlánticoPara el creativo español a veces hay que viajar mucho más lejos de Francia para alcanzar cierto reconocimiento.  El guionista Juan Torres (Málaga, 1972) paseó su creación, El velo, por varias editoriales y revistas españolas sin despertar interés. Avalado por anteriores trabajos tanteó el mercado en Estados Unidos, donde anteponen las series a las historias propias. “Fueron un poco reticentes pero probaron y funcionó bien, ahora se ha traducido al español”, explica. Y con humor negro añade: “Estamos todos locos por publicar en España, pero las editoriales prefieren comprar los derechos para traducir, mucho más barato que producir una obra”.Paco Roca, nacido en Valencia en 1969, tras algunas obras en revistas y el cómic El juego lúgubre (La Cúpula), miró a Francia. “Vi que era un mercado fuerte, se vende más y también se paga más”. Un agente colocó otra historia suya, Arrugas, en Francia, donde recibió buenas críticas y logró unas ventas medianas (entre 10 mil  y 13 mil ). Y entonces Astiberri compró los derechos para España y se desató el fenómeno: las ventas del cómic donde Roca desnuda con ternura exquisita los estragos del alzhéimer se dispararon. En dos años han superado los 30 mil libros. De cada ejemplar, la editorial francesa matriz se lleva entre el 8 y el 10 por ciento. Con su siguiente álbum, Las calles de arena, se repitió este circuito: derechos para todo el mundo en manos de la francesa Delcourt. En este proceso, el papel de la editorial española es mínimo, su riesgo escaso y sus ganancias estrechas. Miedo, el peor enemigoEl escaso riesgo de las editoriales españolas (que facturan al año menos de 100 millones de dólares, una cifra pobre considerando la cantidad de creativos que tienen) es uno de los reproches más comunes entre los dibujantes. “Comprar derechos es más barato que producir un álbum”, reitera Roca. En 2010, según Carles Santamaría, solo el 15 por ciento de las novedades que llegaron al mercado español fueron títulos producidos en casa. Un porcentaje que coincide con la actividad de la editorial Glénat. Entre los 200 títulos que sacó a la calle el año pasado, el manga, tradicional cómic japonés, fue hegemónico, pues acaparó el 60 por ciento del mercado.La producción propia rondó entre el 15 y el 20 por ciento, entre ellos un cómic en el que Félix Sabaté, editor jefe de Glénat, se empeñó especialmente: Quince años en la calle, el cómic autobiográfico en el que Miguel Fuster narraba su vida. “Personal y profesionalmente prefiero la producción propia, es más gratificante trabajar con el autor mano a mano. Además, cuando tú produces algo, todos los derechos son para ti”, confiesa Sabaté. La compra de un título en el exterior, la opción más barata y sencilla, tiene sus desventajas. “Es un arma de doble filo porque puedes explotar la licencia unos años pero no siembras, mientras que un autor que llevas tú es alguien que puedes tener en catálogo y sin catálogo estás muerto”, concluye el editor de Glénat. Sabaté es de los que ven el vaso medio lleno en la industria del cómic. “Quien se queja es porque quiere. Ahora estamos mejor que nunca. Hemos ocupado el espacio que antes las grandes superficies dedicaban al DVD. El lector especializado va a las tiendas y el ocasional, a las grandes cadenas”. Eso sí, el editor confiesa la verdad cuando se trata de los creativos: “Ellos no pueden vivir del cómic”.Reflejo de las últimas dos décadasMéxico, estancadoEn México la industria del cómic atraviesa una etapa de transición, con los creativos migrando a internet o en otros casos, marchando a Estados Unidos para encontrar una nueva oportunidad.La producción de historietas en México se encuentra en una severa crisis desde hace al menos dos décadas, y en la actualidad las editoriales nacionales se dedican a comprar la licencia para publicar cómics estadounidenses en nuestro país, reduciendo al mínimo las oportunidades para los autores locales.El caso que rompe la regla es el de Humberto Ramos, ilustrador de Amazing Spider Man y uno de los favoritos del público estadounidense por su estilo desparpajado y veloz de dibujo. Ramos, egresado de la UAM Azcapotzalc, Ciudad de México, trabajó como ilustrador y autor de cómics en nuestro país antes de partir a probar suerte al mercado americano, donde lo mismo ha logrado empujar proyectos personales que encargarse de grandes franquicias, como es el caso del Hombre Araña, de quien es el dibujante titular.

Fuente: Informador.com

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