El Comercio: Hugo Guerra sobre Alejandro Toledo

Con el título de "Drogas, política y moralina", Hugo Guerra hace un inteligente análisis sobre la forma como se vienen desenvolviendo algunos candidatos en el tema del text toxicológico que algunos han adoptado con histrionismo y falta de seriedad.Lo reproducimos a continuación, pues consideramos que es una opinión que enriquece el punto de vista de los lectores y aclara el debate:

DROGAS, POLÍTICA Y MORALINAEs necia la insistencia para que el ex presidente Alejandro Toledo se someta a un examen a fin de detectar si es o no consumidor de drogas.La cuestión de fondo no estriba en la importancia de que todo candidato (y a futuro todo funcionario público) pase por exámenes médicos y psicológicos que permitan establecer su idoneidad para el cargo. Un buen modelo de referencia es el de EE.UU., donde resulta exigible que los postulantes a la presidencia –en un acto que tiene naturaleza de declaración jurada– señalen públicamente si alguna vez consumieron drogas. En su primera elección, Bill Clinton, por ejemplo, aceptó haber fumado marihuana en época universitaria y eso no lo descalificó, en tanto demostró que fue un simple episodio juvenil.Asimismo, a los diplomáticos estadounidenses les practican pruebas inopinadas para determinar si consumen drogas; y muchas trasnacionales pactan contractualmente con sus ejecutivos los llamados “test antidoping” (cosa que sería utilísima en los negocios nacionales).De acuerdo, entonces, con exámenes que ayuden a prevenir sorpresas en torno a la salud física y mental de cualquier persona llamada a administrar el interés de los ciudadanos. Pero, en el caso de la campaña electoral en curso, me parece incorrecta la manipulación política y mediática de un asunto tan serio.A un reportero se le ocurrió plantearle el examen al candidato Castañeda y este aceptó el reto con un gesto circunstancial, cortándose un mechón para enviarlo al laboratorio. Bien por él, porque quien nada debe nada teme. Luego Keiko Fujimori se subió al carro para sacarle millaje publicitario, haciendo todo un show de prensa. Otra vez, si eso le hace bien a su campaña, que lo aproveche. A PPK el asunto lo tiene sin mayor cuidado, porque su estrategia va a cuestiones medulares e inteligentes. A Humala, la cuestión le parece una payasada y está en lo correcto, porque no es serio que a un candidato se lo pretenda manejar como títere por imperio de la voluntad de ciertos medios de comunicación, a veces más interesados en sus propias ventas, antes que en contribuir informativa y éticamente al esclarecimiento de los planes de gobierno.En cuanto al candidato Toledo, el escandalete lo han organizado quienes –por una conjunción de afán politiquero y de interés exactamente de rating– quieren aprovechar la imagen desnaturalizada del ex presidente.Más allá de incidentes polémicos de la etapa prepresidencial (que se inscriben dentro de la esfera de su intimidad), contra Alejandro Toledo se lanzó, desde el inicio de su gobierno, una sucia campaña de caricaturización, presentándolo sistemáticamente como un “cholo borracho y vicioso”.También se lo ha querido asociar a la famosa “etiqueta azul”, que ni siquiera tiene relación con el whisky, sino con la vieja historia de algunos de sus partidarios, y no de él, que pedían un modesto vodka nacional tras las jornadas aurorales de lucha contra la autocracia.Los agravios contra el ex mandatario resultan, así, injustos y ruines, porque detrás de los adjetivos hay perversas connotaciones racistas que los peruanos no debemos tolerar. Inclusive, se han propagado imaginarios mentirosos muy graves que no debemos aceptar, como el caso del “avión parrandero” que (por lo menos en el último viaje a España en mayo de 2006) jamás existió. Como lo he narrado en anterior oportunidad, esa fue una invención grosera, un deliberado ensamblaje de audios e imágenes que desinformó al país con total impunidad.Por otra parte, el antitoledismo también acuñó una sostenida campaña contra Eliane Karp (una profesional con formas expresivas enérgicas, pero que ha demostrado profundo compromiso con el Perú), que esta vez tampoco debemos permitir porque no es justo que, tras críticas supuestamente políticas, se parapete la xenofobia y el antisemitismo. De modo, pues, que hace muy bien Alejandro Toledo en negarse a un examen toxicológico impuesto por la manipulación electoral.Señalado esto, sin embargo, es importante advertir que en este momento, cuando todos los candidatos que van detrás mordisquean al puntero, el peruposibilismo está en obligación de afinar su propuesta y reforzar la coherencia de sus planteamientos. Errores garrafales como la imprecisión en torno al presupuesto ofrecido para el sector Educación no son admisibles en quienes ofrecen experiencia de gobierno. De modo que los contendores de Toledo deben plantearle el reto sobre lo sustantivo.Y al final de esta breve y atropellada campaña, que gane o pierda quien así lo decida la voluntad de los electores, pero no aceptemos ni la falsa moral, ni las maniobras que envilecen más el quehacer político en el Perú.

Fuente: Mate Pastor