Gastronomía francesa en México

Los banquetes del Centenario y el Bicentenario dejaron fuera a la comida mexicana. Hace 100 años ese desdén era razonable, la moda era pensar y comer en francés; ahora en el 2010, con motivo de los festejos de los 200 años del inicio de la Independencia, no se explica ni se justifica esa omisión, ya que la gastronomía mexicana fue reconocida por la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

A esta conclusión llegaron los expertos que participaron en la presentación del libro Los banquetes del Centenario. El sueño del porfiriato, de Rosario Hernández y Martha Angélica López Rangel, realizada la noche del pasado miércoles en el Museo del Estanquillo/Colecciones Carlos Monsiváis.

Porfirio Díaz estuvo obligado a usar el lenguaje de la diplomacia que era el francés y sus costumbres; en segundo lugar, el dictador no podía ofrecer la cocina mexicana en sus banquetes porque no era reconocida internacionalmente, dijo Rosario Hernández.

La coautora del libro indicó que como Francia dictaba las reglas del buen comportamiento, México gastó mucho dinero en la compra de ingredientes muy caros para los menús del Centenario, contrató a profesionales, incluso compró y rentó vajillas, porque no se tenían.

Como chef, Josefina Santa Cruz lamentó que en las fiestas del Bicentenario del 2011 no se hubieran contemplado los grandes banquetes que organizó don Porfirio Díaz: “Qué triste que no se hicieron, era el momento para presumir nuestra gastronomía”.

Para el historiador José Iturriaga, este libro es extraordinario, porque nos explica que el afrancesamiento de Porfirio Díaz no era un fenómeno aislado, sino mundial, por supuesto que esos menús eran para una élite, pues el pueblo mexicano comía maíz, frijol y chile, precisamente esa dieta, 100 años después, es reconocida por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.

Con humor, recreó uno de los banquetes ofrecidos a los participantes del Congreso de Americanistas, quienes fueron los primeros en visitar la zona arqueológica de Teotihuacan, tras su rescate y restauración. Relató que de los 13 tiempos del menú, en sólo uno de ellos se sirvió un producto mexicano, guajolote, pero cocinado a la francesa.

En la velada, Rosa María Porrúa, señaló que este libro se publicó el año pasado con motivo del Bicentenario del inicio de la Independencia, con el objeto de difundir la verdadera historia. “No se juzga, ni critica, ni tampoco se enaltece a nadie, sólo se exponen los acontecimientos tal y como sucedieron en la mesa”.

Moisés Rosas reconoció que el tema de los banquetes del Centenario, nunca se había abordado y que dada su riqueza y originalidad, complementa en gran medida la exposición la muestra Los grandes festejos del Centenario 1910, que se exhibe en el Museo del Estanquillo.

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