Con fecha 26 de marzo del 2006, en esta misma columna de EXPRESO y a 13 días de los comicios, escribí lo siguiente: “Lo bueno de acercarnos a la fecha de las elecciones generales, es que las encuestadoras empiezan a sincerar cifras y a pulir su prestigio. Si los meses previos hacían o no uso de cierta discrecionalidad para orientar las curvas ascendentes y descendentes de los candidatos, ello constituye una historia que siempre podrá diluirse en el variable humor político de los ciudadanos”. Me refería explícitamente a la última encuesta divulgada por Ipsos Apoyo en ese momento (luego vendría la veda impuesta por ley) donde aparecía Ollanta Humala liderando la intención de voto en primera vuelta, pero Lourdes Flores cayendo vertiginosamente cuatro puntos porcentuales y Alan García dos puntos más atrás.Ipsos Apoyo “sinceraba” sus cifras reconociendo algo que a lo largo de la campaña había intentado ocultar (por supuesto, siempre insistiendo que esas eran las “fotografías” de la ocasión): que García superaba el 20 por ciento de respaldo ciudadano. En los sondeos anteriores, el líder aprista aparecía oscilando entre 12 y 15 por ciento. Alfredo Torres – y ahí están sus breves columnas de comentarios en el diario El Comercio – no regateaba malos augurios para García aunque jamás le negaba la posibilidad de llegar a la segunda vuelta. De otra forma, el papelón de sus comentarios hubiera sido irreversible.Lo históricamente triste para Ipsos Apoyo es que otra encuestadora ya había hecho aparecer a Alan en segundo lugar desde el mes de febrero. Esa encuestadora era IDICE, la “aprista” e “irritante”, como la llaman Torres y algunos otros directores de entidades especializadas en medición de opinión pública.Y lo más patético es cuando el mismo Torres reconoce el nivel de acierto de IDICE pero ensayando un intento de negación. Preguntado sobre el particular responde: “Eso es falso (que IDICE acierta con sus encuestas). Trabajaron para Alan García en el 2001 y en el 2006 y dijeron que siempre estuvo en segundo lugar. Nosotros afirmamos que estuvo en el tercero y gracias a que hizo una gran campaña logró posicionarse” (El Comercio, 21 de febrero). ¿Quién traduce esta curiosa explicación? Veámoslo de la siguiente manera: IDICE ha demostrado hasta la fecha manejar muchísimo mejor el levantamiento de información de campo. La metodología que emplea recoge con más precisión las tendencias electorales. Ipsos Apoyo y otras encuestadoras parecen no tener esa puntualidad estadística. También carecen de la virtud de reconocerlo apelando a que los sondeos no son pronósticos sino “fotografías”. En función a ello surge la sospecha de mala fe, el “síndrome Barrón” mediante el cual se puede llamar por teléfono y maquillar algunas cifras.Si fuera ese el caso, la encuesta de Ipsos Apoyo difundida ayer debemos tomarla como el último huachito que se juega esa firma por dejar sentado su deseo antes que la realidad. En poco tiempo, alrededor del 25 de marzo, veremos un nuevo “sinceramiento” pero con otros datos. Casi lo podemos apostar.