La última encuesta del Instituto de Opinión Publica de la PUCP nos trae definitivamente a la realidad peruana, aquella que los voceros gubernamentales y el propio presidente Alan García Pérez se esfuerzan tan denodadamente y tan sin éxito en soslayar.
A pesar del crecimiento sostenido de nuestra economía y a pesar de la importante reducción de la pobreza que va desde el 48,7% en 2005 a una cifra cercana al 30% en el 2010, seguimos siendo un país con hondas exclusiones y con un importante margen para la insurgencia de un candidato identificado con los sectores más radicalizados.
La ya casi descartada emergencia de Ollanta Humala que en poco menos de un mes a logrado alcanzar un 15% de intención de voto y con una fuerte tendencia a subir con lo que podría acabar desplazando a sus competidores más cercanos y disputar finalmente la segunda vuelta electoral, así lo confirma.
Que nadie es outsider dos veces, que la izquierda había acentuado sus divisiones tras la victoria de Susana Villaran en la alcaldía de Lima, que Gana Perú ha perdido parte de su encanto; que el dinamismo de la economía peruana ha contribuido a encausar al electorado en una suerte de centrismo permanente; así por el estilo han sido los argumentos de los muchos que se negaron a creer en la posibilidad de que OHT y su agrupación Gana Perú pudiera tener un papel destacado en las elecciones generales del 2011,para muchos se encontraba en un limbo bastante difícil de remontar pese a que importantes estudios señalan el deseo de cambio de nuestro electorado en nuestro modelo económico.
No sería extraño que a partir de este momento, el candidato Ollanta Humala pueda remontar paulatinamente la intención de voto y lograr llegar a la primera vuelta, no sería nada extraño que incluso logre alcanzar la victoria en esa hipotética segunda vuelta, sin importar quien fuera su rival de turno.
L o extraño en todo caso, es la insólita manera en que muchos analistas liberales excluyeron esta hipótesis de sus razonamientos, convengamos que Ollanta Humala Tasso versión 2011 es mucho menos radical y cuasi descafeinado en relación a 2006 y no supondría un peligro real de desmantelar un modelo de crecimiento en el que hemos apostado en todos estos años, el Perú no es Venezuela y no cuenta con los recursos que permitirían una aventura de corte chavista, nuestra economía es bastante mayor que las de Bolivia y Ecuador, y nuestra composición social tampoco es del todo similar como para implantar un modelo de semejante orientación.
Aun señalado todo esto ¿Podemos los liberales el permitirnos bajar la guardia de manera tan espantosa como lo hemos hecho?, ¿Teníamos derecho a pensar alegremente en que el desarrollo económico iba a dejar de lado al candidato Humala y lo que él representa?, ¿Somos tan ciegos y tan sordos como para no ver ni entender los problemas del país?, ¿En qué ensueño de opio nos hemos metido para creer que casi estamos a las puertas del primer mundo? Mañana al levantarse, Humala seguirá ahí.