Las nuevas encuestas divulgadas los dos últimos días – con sus certezas, sesgos y omisiones – traen como novedad puntos de caída en los tres principales candidatos (Alejandro Toledo, Luis Castañeda y Keiko Fujimori) y una línea emergente de la intención de voto a favor de Pedro Pablo Kuczynski y Ollanta Humala.La cosa sigue estando entre cinco y es otra de las singularidades de esta campaña, pues en los comicios generales anteriores la baraja preferencial fue de dos y llegó hasta las tres cartas (salvo 1990, cuando en medio de Mario Vargas Llosa, Luis Alva Castro y Alfonso Barrantes, corrió las últimas semanas un cuarto candidato: Alberto Fujimori).En función a ello cabe preguntarse: ¿y por qué cinco? ¿Cuál es la razón que haya aumentado el espectro de los probables presidentes? Ensayemos breves hipótesis. La primera es que los tres favoritos no han avanzado mucho en la técnica de endurecer aún más sus votos cautivos y multiplicar la imagen de triunfo a su favor. Pese a la millonaria y muy bien organizada campaña mediática, Toledo no logra persuadir al ciudadano común mayoritario sobre la viabilidad de sus promesas anunciadas. Y da la impresión que ya muy pocos desean prestarle oídos a las que están por anunciarse.A Castañeda le hace falta resaltar más su figura gerencial en los mensajes, la sólida fortaleza que lo ha acompañado en sus gestiones al frente de la Empresa Municipal de Peaje (EMAPE), el ex Instituto Peruano de Seguridad Social (hoy Essalud) y dos periodos en la municipalidad metropolitana de Lima. La segunda parte de la encuesta de la Universidad Católica que hoy se difunde, precisamente le atribuye cualidades por encima de sus adversarios en los campos de la gestión y administración, honestidad y objetivos claros. Faltaría explotarlas de manera adecuada. Fujimori ha navegado con piloto automático pero no logra neutralizar las grandes resistencias a la encarnación de lo más despreciable del gobierno de su padre. Más allá de la personalidad serena y pausada de la candidata, ésta carece de un mensaje unificador lo cual ya marcaría una diferencia sustantiva con la aureola autoritaria del fujimorismo.Kuczynski y Humala, por el contrario, son ejemplo de desarrollo de una convicción ganadora, decisiva y firme. Un efectivo manejo de las redes sociales (donde asoma la mano profesional de Alfonso Baella Herrera) le ha permitido al primero atraer al votante joven. PPK todavía está pescando en el río electoral urbano, pero anda bien.Humala le sacó millaje al Wikirospi en lo que significa condenar hipotecas políticas a otros países, reafirmó su esencia nacionalista (en verdad, más chauvinista) y ha profundizado su liderazgo contra el modelo económico (al cual muchos quieren vender por inercia. Craso error).Desde la convicción se gana la percepción. Y estas tres semanas que restan para los comicios generales, la batalla sólo es de percepciones.