Un signo de madurez es tener la capacidad de prever la consecuencia de sus acciones. Cuando un buen sector del electorado, llevado por la fiebre de las redes sociales o los bailes de muñecos de peluche, apostó por Pedro Pablo Kuczynski no previó que, como consecuencia de esta actitud, se beneficiaran los dos candidatos que, como bien señala Carlos Basombrío, son los que más polarizan en la actual contienda electoral, Ollanta Humala y Keiko Fujimori.
Va a ser muy difícil que, en los próximos días, cambie la tendencia que beneficia a Ollanta Humala. Podríamos inferir que será uno de los protagonistas de la segunda vuelta. El asunto que queda por definir es con quien disputará el honor de ser presidente del Perú. En ese sentido, crear la sensación de miedo solo beneficia a Ollanta Humala. Se repite el error del año 2006, en el cual gremios empresariales y agrupaciones políticas cerraron filas alrededor de Lourdes Flores, apelando al terror, teniendo el efecto contrario. En ese año, si Lourdes Flores pasaba a la segunda vuelta, perdía con Humala. Alan García pasó y ganó, pero fundamentalmente haciendo política.
En aquellos tiempos no hubo confrontación programática. En estos tiempos la mejor forma de debilitar a Ollanta Humala es con la confrontación programática, sacando a la luz la debilidad de su plan de gobierno, no poniéndose del lado de la derecha más radical y mucho menos mostrando como banderas a sus expresiones mediáticas, algunas de las cuales no dudaron en socavar la gobernabilidad cuando se trató de defender intereses económicos o de parte.
Si Ollanta Humala está puntero es porque una parte del país reclama una mejor distribución de la riqueza. El desafío está en incorporar a ese grupo de peruanos en un modelo, que mientras no llegue también a ellos, no podrá calificarse como exitoso. Definitivamente habrá segunda vuelta. El 10 de abril sabremos quiénes pasan a esa etapa y también cómo estará conformado el futuro Congreso. He allí el segundo desafío. ¿El país quiere poblar el Congreso con empresarios de la política que invierten millones para ocupar una curul o con ciudadanos que en base a sus ideas se dispongan a trabajar por un Perú mejor?
El Congreso será el otro escenario donde se tendrá que discutir qué tipo de país queremos, uno que entienda el crecimiento como etapa del desarrollo incluyente o uno que siga un proceso de acumulación selectiva, y por tanto perversa, que mantenga al margen de sus beneficios a buena parte de la población.
Hagamos un llamado a la madurez. Enfrentemos el escenario con seriedad, no apelando a miedos inconsistentes. El país tiene la oportunidad de asistir a un debate programático que, literalmente, puede definir el destino del Perú.
Juan Sheput
Columna publicada el 30 de marzo en Diario 16
Fuente: Mate Pastor