Ollanta Humala Tasso ha intentando desligarse de su discurso radical del pasado y de la imagen de amiguísimo del cuestionado presidente venezolano Hugo Chávez, para construir una imagen más moderada acorde a las necesidades del electorado. El problema radica en que lo más probable es que se trate de una maniobra electorera con miras a ganar las elecciones a como de lugar.
No hay que olvidar que antes de asumir el poder en Venezuela, Hugo Chávez mintió sobre sus pretensiones. En 1998 afirmó que no se perpetuaría en el poder por más de cinco años, no nacionalizaría ninguna empresa y respetaría la libertad de expresión. Sin embargo, lleva más de una década al frente del gobierno, nacionalizó varias empresas y, entre otras muchas perlas, le revocó la concesión a Radio Caracas Televisión (RCTV) por su línea editorial fuertemente opositora.
Lo cierto es que no se puede confiar a ojos cerrados en lo que ofrece un candidato en el fragor de una campaña electoral; algo que muchos olvidan al momento de votar.
A pocos días de las elecciones generales nos preguntamos si finalmente los peruanos tendremos que decidir entre el Sida y el cáncer terminal, es decir, entre Ollanta y Keiko Fujimori, como alguna vez calificó esa posibilidad nuestro Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa.