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Sábado 09 de abril 2011

Las mentiras de Ollanta Humala Tasso

En los mítines, en las entrevistas y en los debates, Humala asegura que respetará los TLC y las concesiones, que no aplicará una política estatista, que no instaurará una nueva Constitución y que respetará la independencia de los medios de comunicación, pero su plan de gobierno dice otra cosa muy diferente.
Sábado 09 de abril 2011
Las mentiras de Ollanta Humala Tasso

La gente que lo escucha con esperanza y que apuesta por Ollanta Humala parece no recordar que este irrumpió en la escena nacional encabezando un seudo levantamiento contra el gobierno dictatorial de Alberto Fujimori. No lo hizo en 1992, cuando Fujimori cerró el Congreso; ni en 1995, cuando se reeligió por primera vez; ni en el 2000, cuando le arrebató la Presidencia a Alejandro Toledo. No.

Valiente y noble como el Chapulín Colorado, Humala se “levantó” en Locumba (engañando, además, a sus soldados, que no sabían con qué fines los sacaba del cuartel) el 29 de octubre del 2000, cuando el régimen de Fujimori se encontraba en escombros luego del golpe mortal que significó el video de Kouri y Montesinos y el mismo día en que el ex asesor presidencial escapaba en el velero Karisma.

Es decir, Humala no solamente no arriesgó un pelo en el “levantamiento de Locumba”, sino que además inventó una cortina de humo para que Montesinos escapase con comodidad. Carente de ideas como una ameba, es razonable suponer que no fue a él a quien se le ocurrió la jugada, sino al ex asesor, que no escatimaba dineros ajenos cuando se trataba de pagar favores. 

En el 2006, este seudo líder inescrupuloso llamado Ollanta Humala se fotografiaba abrazado con Chávez en Venezuela, elogiaba a Fidel Castro en donde pudiera y hablaba con admiración de Velasco frente a su tumba, sabiendo que todos ellos habían sido o eran dictadores que empobrecieron, envilecieron y recortaron las libertades de las naciones que tuvieron la mala suerte de ser gobernadas por ellos.

Ese año, Humala perdió las elecciones por poco. Para la campaña del 2011, sus flamantes asesores brasileños (pagados por Chávez) lo convencieron de que debía moderar su discurso y presentarse a los electores como un candidato responsable y maduro, ubicado en la centro izquierda.

Le aconsejaron reemplazar el polo rojo por un saco y una corbata, reducir los decibeles en los discursos, congelar la sonrisa y dejarse fotografiar con rosarios en las manos. Ese seudo líder nacionalista llamado Ollanta Humala que se rodeaba de brasileños y venezolanos obedeció como un escolar aplicado.  

Además, le enseñaron a mentir bastante bien. En los mítines, en las entrevistas y en los debates, Humala asegura que respetará los TLC y las concesiones, que no aplicará una política estatista, que no instaurará una nueva Constitución y que respetará la independencia de los medios de comunicación.

Pero en su plan de gobierno, Humala propone instaurar una nueva Constitución, estatizar las actividades estratégicas, renegociar los TLC y los contratos de concesión y establecer leyes restrictivas para el manejo de los medios masivos de comunicación con el fin de “repartirlos equitativamente”, que no quiere decir otra cosa que entregárselos a personajes igual de inescrupulosos que hagan lo que mejor le convenga al régimen.

Le envía decir a Hugo Chávez que mejor se mantenga callado porque ya en el 2006 le aguó la fiesta, pero, eso sí, que no se olvide de mandar la plata para pagar a los brasileños. Del mismo modo, esconde a papá Isaac, ese viejo loco que, hace cinco años, parecía dispuesto a empuñar los fusiles él mismo para ultimar a todos los homosexuales del Perú.

Ese seudo líder inescrupuloso llamado Ollanta Humala, igual que muchos dictadores que en el mundo han sido, pretende usar la democracia para llegar al poder, pero es fácil prever que, ya en Palacio de Gobierno, una de las primeras cosas que hará, imitando a Chávez, será cambiar la Constitución (como figura en su plan de gobierno) para quedarse ahí varios años, hasta su muerte, hasta que el país colapse o hasta que la gente lo saque.

Cómo olvidar que hace un par de años, Ollanta se atrevió a decir que el fundador de la agrupación terrorista Sendero Luminoso, Abimael Guzmán Reynoso, era un “preso político”. “En los primeros años, Sendero Luminoso entra como un Robin Hood porque va a solucionar un tema: en muchos lugares del interior del país no había (presencia del) Estado. Eran espacios vacíos que Sendero los cubrió y Sendero normaba la justicia y establecía la vida en comunidad”, indicó Humala en aquella ocasión.

Humala miente cuando dice que no tiene nada que ver con Chávez ni con el proyecto expansivo y autoritario del presidente venezolano. Humala miente cuando lee una cosa en los debates pero figura otra cosa completamente distinta en su plan de gobierno.

Humala miente cuando afirma que respetará la libertad de los medios de comunicación, porque sabe, como sabían Velasco y Castro y como sabe Chávez, que para controlar a un país, además de manejar el Congreso, las Fuerzas Armadas y el capital, resulta indispensable mantener amordazados o domesticados a los medios de comunicación.

Humala miente cuando dice que respetará los acuerdos internacionales y la libre empresa, pero lleva en su lista de candidatos al Congreso a lo más raleado de la izquierda marxista y maoísta que, en los ochentas, defendía, admiraba y envidiaba a los integrantes de Sendero Luminoso porque sí habían sido capaces de llevar a cabo esa quimera con que todos ellos soñaban: la guerra popular.

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