Alejandro Toledo: Desesperado

Esta última semana de campaña electoral ha tenido episodios muy singulares que sin duda gravitarán en la decisión de los ciudadanos el domingo 10 de abril. Una influencia que no necesariamente podría alterar las tendencias registradas y advertidas hasta la fecha en que fue posible la divulgación de encuestas.Me refiero a los esquemas adoptados por los candidatos para cerrar su compromiso con el elector, la búsqueda de esa conexión final que persuada al votante sobre las ventajas de elegir una persona, un programa y un equipo, asegurándole un mejor destino.El debate entre los cinco principales aspirantes a la presidencia de la República no parece haber marcado diferencia alguna. Casi todos los análisis coincidieron en reprobar la matriz de la polémica y exaltar las pequeñas ventajas que por momentos tuvo cada uno de ellos, particularmente en cuanto a la forma y no el fondo.  Ollanta Humala fue el único que decepcionó por faltarle el respeto a las reglas de juego, pero ello – se supo después – formó parte de una estrategia pre concebida que buscó evitar mayores confrontaciones en vista de la ventaja asignada a su candidatura por los sondeos. El desplante no acarreó efectos dramáticos en la determinación ya adoptada por los peruanos.Humala desde entonces se puso más “bueno” y “tolerante” que nunca. Pese al cargamontón político-mediático, siguió su línea de campaña sin atender los mismos. Todos estiman que habrá tiempo de ajustar cuentas más claras con sus verdaderas ideas y propósitos.Keiko Fujimori también mantuvo el mismo cuadro de su tarea proselitista, pese al fuego cruzado de ataques provenientes de los medios de comunicación enemigos y algunas ONG de dudosa autoridad moral respecto a la defensa irrestricta de la democracia, en especial en la lucha contra la subversión. La grandilocuencia no forma parte de su libreto y a eso le atribuye el buen ritmo de su campaña.Pedro Pablo Kuzcynski – lo demuestra en la entrevista que hoy publica EXPRESO – también guarda serenidad y no cree que el mundo se le venga abajo por el curso de su destino electoral. Lo mismo pasa con Luis Castañeda quien, lejos de los malos augurios que ha debido escuchar a lo largo de la semana, conservó el optimismo y la bandera de la esperanza para sus metas. Esto no puede decirse, lamentablemente, del candidato Alejandro Toledo. Es increíble que un hombre con su experiencia a través de cuatro campañas electorales, una de ellas exitosa, termine – como suelen decir sus amigos Fernando Rospigliosi y Gustavo Gorriti – disparándose a los pies: irritado, negativo, contradictorio, arriando las banderas de los mensajes constructivos para el país. La imagen prematura de una derrota anunciada.El pedido que lanzó ayer de una concertación con otros dos candidatos, “en defensa de la democracia” (como si ésta tuviera signos de amenaza por vías ajenas al voto popular) constituye el gesto de desesperación más impresionante que hayamos visto en días previos a los comicios. Y sabemos, por cultura e historia, que los desesperados difícilmente penetran la conciencia del pueblo con estrategias de susto y ansiedad.Tal el cuadro que vemos a dos días del veredicto de las urnas. Esperémoslo muy tranquilos.