El país no se construye solo, todos estamos involucrados en los objetivos nacionales para los cuales la preservación de la democracia es esencial: el punto de partida de cualquier negociación. Lo fundamental es confianza y credibilidad.
No faltan quienes añoran la mano dura y el avasallamiento. Pero no es tiempo de dictaduras, lo primero que funciona es el rechazo al abuso emparejado con la corrupción. Mubarak y Gadafi son exponentes de esa especie de dictadores en desaparición. La rabia contra ellos trasciende fronteras. Y la globalización de la justicia condena a los autores de crímenes de lesa humanidad como sucedió con Alberto Fujimori en el Perú y hace días con Reynaldo Bignone, recluido a prisión perpetua en Argentina.