No fue necesario que lo desmitificaran. Él sólo acabó con la aureola de demócrata que utilizaba, como vemos, a conveniencia. Pretendiendo olvidar el golpe de estado de 1992 y el maltrato, por parte del fujimorismo, durante años, Máximo San Román da una muestra cabal de su verdadera entraña: la de la sumisión a los Fujimori. Argumentando que ha recibido satisfacciones sobre el comportamiento eventual, como presidente, de Keiko Fujimori, San Román anuncia su apoyo a la hija del dictador. Conmovedoramente le solicita un deslinde con Montesinos, cuando hace unas horas Keiko Fujimori señaló que "no le constaba que Montesinos haya cometido delitos". En buena hora que esto suceda. Siempre pensé que se había sobredimensionado la figura de Máximo San Román, creyéndose, equivocadamente que era un demócrata. Ahora sabemos cuáles son los verdaderos intereses que lo motivan.
Fuente: Mate Pastor