Los ColectivosPor César Campos R.Diario Expreso, 11 de m,ayo de 2011
Leo y releo las declaraciones del joven Jareth Solís Miranda – militante de Gana Perú e identificado por las cámaras de seguridad de América TV como cabecilla de la turba que hostilizó a Jaime de Althaus la noche del último viernes – brindadas al diario La República sobre el incidente de marras. Sus argumentos para defender lo que hizo tienen calificaciones muy elevadas de materia psiquiátrica y un raro mérito de convertir lo malo en bueno. Solís considera que las manifestaciones contra Althaus eran “pacíficas” porque no causaron daño físico a nadie y además los manifestantes no portaban armas. Curioso raciocinio de quien juzga intrascendente el derecho de una persona a la libre circulación y movilizar su automóvil en una ruta habitual, siendo impedido de hacerlo por una banda de gritones. Respecto a este punto, añade que “el auto del periodista apareció y avanzó en contra de la gente. Entonces me pongo delante del auto y le digo que retroceda, pero no hace caso”. ¿Policía de tránsito el señor Solís para arrogarse la autoridad de exigir anuencia a sus órdenes?Y claro, las exclamaciones de tales desadaptados contra Althaus acusándolo de “fujimorista vendido” y “prensa basura” no constituye para Solís una afrenta a la dignidad del periodista y hace pensar que este ciudadano admitiría muy tranquilo una movilización ante la puerta de su casa donde un “colectivo” le grite: “humalista rentado” o “chavista mequetrefe”. Sí, en aras de la libre expresión de los anti Ollanta, en nombre de las víctimas de Madre Mía o las viudas e hijos de los policías asesinados en Andahuaylas el 1 de enero del 2005, el señor Solís tendría que tragarse el sapo.Por supuesto que la materialización de esta idea es tan descabellada como lo que vienen haciendo los otros “colectivos”, eufemismo detrás del cual se esconden quienes han convertido el derecho a la libertad de decir lo que se piensa en arma de asedio masivo a personas con ópticas políticas distintas. De tal asedio al roce físico y ciertamente al enfrentamiento, hay mínima distancia.Los “colectivos” es otra de esas esferas creadas por la vieja izquierda para emplearse en un nuevo discurso luego de la caída del Muro de Berlín. Semejan a los “frentes de defensa” que surgen como conejos de una galera al tenue anuncio de realizar una actividad empresarial extractiva. Suman a los espacios ya ganados por esa izquierda en los principios liberales de los derechos humanos, de género, ambientales y de consumo. Su nivel de activismo y cultura militante frente a una derecha perezosa o una socialdemocracia herida por la debacle de su principal exponente, el aprismo, la hace dueña y señora de la calle.Y en las calles se está consagrando – al ritmo de los argumentos del joven Solís – la impunidad de las turbas mortificantes y acosadoras. Aquellas que seguían el paso de los comerciantes judíos en las calles del Berlín nazi gritándoles toda clase de improperios. Esas que terminaron apaleando a los opositores del dictador Manuel Antonio Noriega en las avenidas de Panamá. Las mismas que en nombre de Hugo Chávez asesinaron a ciudadanos venezolanos discrepantes en los jirones de Caracas.Los “colectivos”, a este paso, pronto serán un tema de las páginas policiales.