El cuento del "Empate Técnico" y el "Efecto Bandwagon"

 “Los sondeos que se efectúan en individuos clasificados por categorías sociales y que sólo conciernen a sus opiniones manifiestas, no captan los movimientos sociales profundos y latentes que maduran en los grupos: el movimiento del mayo francés constituyó una sorpresa para los detentadores del poder de la Quinta República que, no obstante, utilizaban los sondeos de la opinión pública con mucha frecuencia.”. (Jean-William Lapierre).

En general las encuestas de opinión pública rigurosas (que no es el caso peruano) tienen cierto valor; pero, no son infalibles. Existen ejemplos nacionales e internacionales de los yerros de esa técnica; por ello, es una irresponsabilidad de las encuestadoras  no advertir que sus resultados (suponemos  no manipulados) son “fotografías” instantáneas.

En el polarizado escenario político actual omitir esa advertencia y, peor aún, especular a favor de uno de los candidatos, coloca  a las encuestadoras fuera del terreno de la ética profesional. Es el caso de la declaratoria de “empate técnico” propalada por la maquinaria mediática, en un intento por favorecer  la candidatura de K. Fujimori.

¿Cuál es el origen de esa expresión, más periodística que  técnica? En 1999 en México  se acuñó el término “empate técnico”, en una encuesta “a boca de urna” (Exit Poll) y en una votación bastante reñida. La encuestadora se vio en aprietos ante su incapacidad de asegurar ganador, entonces, optó por utilizar aquella expresión. “Empate técnico” es una manera elegante de decir que el método que usa la encuestadora es incapaz de asegurar resultado.

Adviértase que originalmente el término “empate técnico” se usó para el resultado “a boca de urna” (Exit Poll) e incluso para el “conteo rápido” (Quick Count) y no para los “sondeos de opinión” antes de la votación. Sin embargo, por intereses periodísticos nada santos se ha extrapolado su aplicación. El término “empate técnico” es muy discutido e incluso algunos expertos consideran que su uso es incorrecto.

Hasta aquí nos hemos referido al término “empate técnico” desde el punto de vista de su validez científica. El “empate técnico” no tiene el sustento de la teoría estadística que tienen los resultados “a boca de urna” o del “conteo rápido”. Rigurosamente hablando el término “empate técnico” no tiene una definición dentro del campo de la teoría estadística.

Sin embargo, es bien conocido el uso que se hace del “empate técnico” como  táctica tramposa, como arma publicitaria para “lograr igualar” dos candidaturas. Una vez  “igualadas” se pasa a la siguiente fase, hacer que la candidatura de K. Fujimori se beneficie del denominado “efecto bandwagon”, “subirse al carro” o “efecto arrastre”  del candidato puntero. Eso es lo que la prensa fujimorizada intenta hacer con la candidatura de K. Fujimori frente a la de Ollanta Humala. 

Usar el “efecto Bandwagon” es aplicar una técnica conductista pura,  es la aplicación de la falacia Argumentum ad populum. Es arrastrar a algunas personas a votar por K. Fujimori sin posibilidad de reflexionar sobre tan nefasta candidatura.

Pero lo que es peor, se viene entrado a la fase de combinar la táctica del “empate técnico” con el más brutal “terrorismo mediático” y -por la polarización que viene adquiriendo la campaña electoral- con el “terrorismo individual” (que ya empezó, con el reciente mensaje macabro enviado a nuestro  periodista César Lévano y al presidente del directorio de La Primera).

 Afortunadamente en la decisión de los electores la influencia de las encuestas es mínima, son otros procesos sociales los que tienen mayor incidencia. Por eso, podrán “neutralizar” a Ollanta en las encuestas, infundir miedo a la ciudadanía y amenazar a los que luchan contra la mafia fujimorista; pero, finalmente, el triunfo será de los honestos, demócratas y patriotas.