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Viernes 13 de mayo 2011

¡El fujimorismo, regresion inaceptable... pero no invencible!

La segunda vuelta de las elecciones presidenciales del 2011 nos dirá si el fujimorismo logrará volver a tomar la totalidad del poder en el Perú. Este movimiento político de derecha populista y autoritaria, de derecha atípica, de derecha extrema, nunca perdió totalmente ni desapareció cuando Alberto Fujimori huyó del país en el año 2000. Las acciones valerosas de demócratas peruanos de múltiples canteras a finales de la década del oprobio, el decenio 1990-2000, parecen en el 2011 tan lejanas y olvidadas. Cuántas marchas, plantones, lavados de bandera, cuánta energía, convicción, tiempo y vida dados hace mas de diez años por cientos de miles y millones de peruanos para constatar amargamente consternados que el fujimorismo sigue vivo e incluso podría volver a tomar el poder. Sin embargo el peligro no es una fatalidad inevitable, valga el pleonasmo. No lo es ni en la vida del individuo ni en la vida política. LUIS FERNANDO BASURTO CARRILLO
Viernes 13 de mayo 2011
¡El fujimorismo, regresion inaceptable... pero no invencible!

¡ El fujimorismo, regresion inaceptable... pero no invencible !

             ¿El fujimorismo, es un fascismo atávico exclusivamente peruano o una regresión política mundialmente difusa? Las derechas extremas surgen, resurgen y crecen en Europa  -incluyendo a Rusia-, en los EEUU y en el Japón. Realidades espeluznantes, contingencias nefastas combatidas en mayor o menor grado, con mayor o menor eficacia –o ineficacia-  por partidos políticos y movimientos ciudadanos, por movimientos sociales y políticos, por altermundialistas e izquierdas radicales en los países en los que el neofascismo, valga la redundancia, surge, resurge y crece. En Europa el neofascismo se viste histéricamente de xenofobia y de racismo sin complejos. En otros rincones del mundo el patrón utilizado es casi el mismo, siempre con el trasfondo de nacionalismos exacerbados.

            En el Perú, más de veinte años después del inicio de la más grande impostura histórica en la vida republicana, del decenio de abusos incalificables y gravísimos delitos, de saqueo del país y corrupción institucionalizada, de los crímenes de lesa humanidad  de A. Fujimori y de su régimen, casi un cuarto del electorado peruano sigue abiertamente apoyando al fujimorismo. ¡Ah el fujimorismo! Ese folklórico neofascismo peruano no menos cruento ni menos nefasto que sus similares sudamericanos o europeos, no menos cínico ni menos cruel que el pinochetismo o el franquismo. Otros porcentajes electorales de apoyo encubierto -de cripto-fujimoristas- existen entre los electores de « Solidaridad nacional » y del cartel de derechas que es « Alianza para el gran cambio » e incluso de « Perú posible » y del Apra. 

            Un preciso trabajo de caracterización política es necesario. El fujimorismo es una derecha extrema, populista, que subordina el país a intereses foráneos -norteamericanos, españoles, chilenos etcétera- sin apelar al nacionalismo que utilizan otros fascismos europeos o yanquis. Es un neofascismo que aspira al control del territorio peruano, del patrimonio económico, del Estado y de la población, para su entrega a capitales e intereses geoestratégicos extranjeros o a oligopolios "peruanos". Es un racismo a la inversa –las “razas” peruanas son así consideradas inferiores con mayor o menor grado de paternalismo y condescendencia según los momentos-  sazonado con una exaltada xenofilia, una xenofilia sin complejos. El fujimorismo peruano es un antinacionalismo.

            Ese es el verdadero escándalo en la coyuntura electoral actual, en abril del 2011. Esa es la verdadera derrota democrática, derrota política y moral en el Perú de los años 2000. La democracia política nunca fue solidamente restablecida en el año 2001. El fujimorismo político, abierto o encubierto, nunca dejo de existir.  Desde hace mas de una década no solo utilizo todos los medios -periodísticos, jurídicos, económicos y políticos- para proteger o encubrir la fuga de sus cabecillas sino también para justificar ideológicamente al oprobioso decenio, laborando tenazmente con el objetivo estratégico de -pura y simplemente- volver al poder político nacional, a restaurar a A. Fujimori o a colocar a uno -o una- de sus apoderados.           Ese trabajo político tenaz, necio y profundo del fujimorismo, ha sido coadyuvado por una realidad sorprendente. El fujimorismo económico nunca dejo de existir, su modelo económico sigue vigente. Desde la fuga y destitución de Fujimori en el 2000 tres presidentes ocuparon el sillón presidencial, Paniagua, Toledo y Pérez, y ninguno cuestiono la política económica fujimorista, es mas, la consagraron como política de Estado. Tanto mas -o igual de- grave es el hecho que el orden jurídico peruano sigue siendo –aberración extrema- regido por la constitución golpista y antidemocrática del dictador, la del año 1993.

            La derrota política, ideológica y moral en el Perú que significa que la hipocresía y el oportunismo, el cinismo y  el uso criminal de la fuerza, para imponerse o mantenerse en el poder siguen siendo considerados como validos para una parte del electorado. ¡ Qué tremendo y terrible fracaso para la democracia política !

            Pruebas fehacientes y abrumadoras no  pueden, no logran, convencer a ese conjunto de electores neofascistas. Y esa tarea imposible es hasta ahora justamente imposible debido a la prevalencia del trastrocamiento, inversión o reversión, de valores y principios éticos aun vigentes en la vida política peruana. No se puede convencer racionalmente à quienes rechazan los argumentos de la razón, de la ética, antes incluso del rechazo programático de opciones políticas democráticas, nacionalistas y de izquierda.

            Los fujimoristas, o cripto-fujimoristas, no admiten ser convencidos puesto que sus propias expectativas materiales, concretas y tangibles, o convicciones ideológicas, políticas y morales anti-éticas son más poderosas. Pesan mas en sus mentes que la razón, que la ética racional y los programas políticos redentores de la soberanía nacional y de la liberación social. 

            Queda mucho trabajo por hacer para lograr encausar judicialmente y condenar a todos, pero a todos, los responsables fujimoristas, civiles y militares, políticos y empresarios, de la década del oprobio, y garantizar que cumplan íntegramente con sus penas de cárcel y el pago de reparaciones civiles. La insolencia del fujimorismo actual se explica en parte por el hecho que las redes mafiosas, profundas y bien difusas, no fueron disueltas por la contraofensiva judicial de Paniagua. Toledo y García continuaron ese trabajo con perfiles bajos e impotentes y hasta con cierta condescendencia y magnanimidad cómplices. El fujimorismo es un espeluznante hibrido de la Medusa y de la Hidra de Lerna. Su neutralización y eliminación definitiva del espectro ideológico y político peruano no depende de un mítico héroe, mezcla de Hércules y de Perseo, sino de una coalición de voluntades democráticas firmes y de una intensa y profunda labor ideológica y programática, de una intensa labor de educación -o mas bien reeducación - ética destinada a superar la alineación ideológica del electorado popular, obreros, empleados, campesinos, pequeños comerciantes y empresarios, etc. que objetivamente deberían optar por una consciencia de clase acorde con su realidad social y nacional concreta, que en ellos el ser social determine la conciencia social y nacional concordante, pertinente.      

            Queda mucho trabajo por hacer para ganar solidamente algún día el combate ideológico y moral necesario para derrotar en ese terreno a la ideología fujimorista subyacente, al caldo de cultivo que es ese conjunto de valores, principios y parámetros de conducta publica malolientes, impresentables, suma de cinismos y de crueldades, alianza de la ley del abuso del mas perverso y del mas fuerte con los doctrinarios locales de Maquiavelo, que sirvieron intensamente a A. Fujimori y que explican hoy la persistencia del apoyo electoral a la hija Fujimori que asume todo, absolutamente todo, el legado político y moral del padre.

            El voto por Fujimori es una regresión inaceptable. Pero no es una realidad eterna ni invencible.

 

 

LUIS FERNANDO BASURTO CARRILLO

enseignant, syndicaliste

Paris, 25 avril 2011

 

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