Por César Campos R. Diario EXPRESO Lunes 16 de mayo
Son notables las declaraciones ofrecidas por el reputado psicoanalista Moisés Lemlij a un medio local donde explica – con claridad meridiana – las razones por las cuales le aterra el discurso nacionalista ahora maquillado de Ollanta Humala y las que lo llevan a la conclusión de votar por Keiko Fujimori el próximo 05 de junio.Lemlij no sólo es un valioso profesional que examina las honduras del pensamiento y la conducta humana, sino que también destaca como autor y editor de obras indispensables para la comprensión del fenómeno de la violencia en nuestro país, entre otros temas. Lo recuerdo alguna vez en la sede del Foro Democrático durante la década de los 90 (posiblemente llevado por César Rodríguez Rabanal o Salomón Lerner Ghitis) identificado con la causa que en esas circunstancias unió a muchos demócratas contra la autocracia fujimorista cuando otros – hoy rabiosos opositores al decenio chinesco – miraban al techo, silbaban de costado o gozaban de alguna sinecura pública bastante solapa.Lo importante de lo dicho por Lemlij es que deja sin piso a quienes pretenden polarizar esta segunda etapa de las elecciones cargando sobre la conciencia de los votantes de Keiko todas las culpas morales, mientras que liberan a los de Ollanta de ese sacrificio. Peor todavía cuando lo hacen aquellos que no mucho tiempo atrás rasgaban sus vestiduras contra el postulante de Gana Perú asegurando su directa participación en los crímenes de Madre Mía. Recientemente y a través de su columna en el diario El Comercio, Martha Meier Miró Quesada los ha puesto en su sitio.El psicoanalista comenta esta etapa electoral como “un triste peruano desesperado” que responsabiliza a tres de los candidatos perdedores en la primera ronda – Pedro Pablo Kuczynski, Alejandro Toledo y Luis Castañeda – habernos dejado estas indeseables alternativas. “Si ello hubiesen sido demócratas, se habrían aliado pero no lo hicieron y dejaron que sus arrogancias personales triunfen. No tienen perdón”, señala Lemlij en la misma línea de opinión que Mario Vargas Llosa.Es un punto del que discrepo. No atribuyo a los mencionados la incapacidad de armar coherentemente el centro político. Toledo, quien fue un gobernante promedio pero con exitosos emprendimientos como los TLC, tenía derecho a considerarse un buen candidato. Lo mismo que PPK, cinco veces ministro de Estado y una en calidad de premier. Y Castañeda Lossio, un gran alcalde Lima dos veces premiado por un amplio respaldo popular y al que ya quisiera pisarle la sombra la inepta y repudiada Susana Villarán.El problema es otro. Es el maldito sistema político que impide licuar esas legítimas aspiraciones para centrar en unas pocas las candidaturas presidenciales. Lemlij no profundiza en la perversidad de ese sistema que admite 22 partidos registradas ante el Jurado Nacional de Elecciones, la mayoría de las cuales – estoy seguro – casi ninguno de nosotros puede retener en la memoria. Partidos vivitos y coleando, sin programas, idearios, locales activos y a la espera de ofrecerse como vientres del alquiler para cualquier “sancochado” electoral. Por eso hubo inicialmente 13 aspirantes presidenciales.Es el tema que debemos abocarnos a debatir y cambiar desde el mismo 6 de junio. Recordemos que una buena parte de peruanos lleva 10 años diciendo que en la segunda vuelta concurre a las urnas tapándose la nariz.