Columna: Agenda Política Título: Toledo conviviente Por: César Campos R. No hace muchos días, celebré en esta columna el buen juicio del ex mandatario Alejandro Toledo al anunciar que su partido, Perú Posible, no respaldaría de manera orgánica a cualquiera de los dos candidatos presidenciales. Creí – de manera ingenua – que Toledo haría carne de ese anuncio y respondería con mucho tino a la necesidad de ponerse por encima de opciones frente a las cuales tiene cuentas históricas: el fujimorismo al que confrontó en su etapa final y el humalismo que lo quiso expectorar del gobierno en enero del 2005 por la vía del golpe de Estado. Era lo sensato, plausible y moral. Sin embargo esa figura idealizada que construimos del personaje, ese tatuaje de sentido común que pensábamos imprimiría a este periodo de polarización política guardando equidistancia de ambos aspirantes para reservarse el espacio vigilante y fiscalizador, cayó ayer por los suelos. Toledo, una vez más, nos regaló la vieja estampa del hombre errático, desordenado, vengativo y torpe que gira 180 grados de su postura original señalando ahora que él y su partido están con Ollanta Humala. Ciertamente no es el apoyo en frío lo que debe observarse con atención, tanto como los argumentos que lo acompañan. El líder de PP habla de una “encrucijada” en la cual se encuentra el país por responsabilidad del presidente Alan García, a quien atribuye haber “jugado en pared” Con Keiko Fujimori para “usar” a Pedro Pablo Kuczynski como “tonto útil” a fin de “robarle” los votos a Toledo e impedir que éste ingrese a la segunda vuelta. En este enredo de hipótesis hallamos la cuadratura del círculo que explica la nueva actitud del hombre de Cabana frente a las próximas elecciones. En primer lugar, nada ni nadie le saca de la cabeza la influencia de factores externos como eyectores de su propia derrota. Nula autocrítica, ninguna referencia a su grosero envanecimiento, cero alusión a sus absurdas polémicas con el secretario de Palacio por el consumo de whiskys, olvido total de haber inaugurado la bandera del miedo contra Humala hace apenas dos meses. En segundo lugar, la carga del ojo contra García. Esta animadversión es más fuerte que la suscitada por el fujimorismo. Toledo dice que no cogobernaría con el aspirante nacionalista pero acaricia una esfera de entendimiento entre ambos a nivel parlamentario para hostilizar al actual jefe de Estado. Gana Perú y PP hacen suficiente mayoría para que Javier Diez Canseco – ganador de una curul con el lema de “Juicio a García y los faenones de su gobierno” – haga feliz el sueño chakano de vengar la supuesta persecución aprista a Toledo y los suyos en el periodo 2006-2011. En tercer lugar, el concepto del “robo” de sus votos. Un enunciado punible que guarda semejanza con la atmósfera de “fraude” creada por el humalismo en estos días. ¿Cómo fue que Kuzcysnki le “robó” lo votos? ¿Manipuló las ánforas, cambió las cédulas, alteró las actas? Toledo fue un pésimo candidato en la hora definitiva, no hizo caso a las recomendaciones de su jefe de campaña, Carlos Bruce (quien está en contra del respaldo de PP a Gana Perú) y perdió. Así de simple. Un paso lamentable. Desde hoy dejo de llamar a Toledo ex presidente de la República para denominarlo – creo que con justicia – primer conviviente del humalismo.