RETO: CONSTRUIR GOBERNABILIDAD
El fujimorismo no solo nos dejó como herencia una profunda recesión económica sino también la destrucción de la institucionalidad. A través de un manejo corrupto e inmoral de las estructuras del Estado, el fujimorismo acabó con el Poder Judicial, manejó la Fiscalía, licitó el Congreso y corrompió a las fuerzas armadas. El régimen democrático degeneró en cleptocracia. Claro que en medio del deterioro hubo siempre personajes dignos que se negaron al sometimiento, pero sus voces fueron ahogadas por el dinero que sirvió para someter la voluntad informativa de los medios de comunicación. Las consecuencias de este comportamiento perverso para con la democracia aún subsisten. Hay un sistema de usos y costumbres que se muestra fortalecido e irreverente en esta campaña electoral. La prepotencia, por más que se le quiere ocultar, sale a flote a la menor oportunidad. Que salga de manera definitiva y se consolide, es lo que hay que evitar.El deterioro institucional es de tal magnitud que hasta los honorables sustantivos “congresista” y “comandante” se han convertido en una suerte de sambenito que se usa para la descalificación. En efecto, en el último debate los candidatos presidenciales, Ollanta Humala y Keiko Fujimori, utilizaban con ironía los términos “congresista” y “comandante” para descalificar al opositor. Lejanos están los tiempos en que dichas palabras no estaban devaluadas, sino más bien antecedían de manera honorable a los apellidos. Es un síntoma de la falta de institucionalidad que se refleja en otros ámbitos, de distintas maneras y cuya crisis se profundiza cuando se elige ya en estos tiempos, de manera equivocada, a representantes para el Tribunal Constitucional o el Poder Judicial o se manejan los ascensos en las fuerzas armadas y policiales.La sostenibilidad de la democracia no depende solo de lo económico. También del riesgo político y de la institucionalidad. Y estos dos últimos elementos son factibles de incrementarse, el primero, y deteriorarse, el segundo, en caso el fujimorismo resulte triunfante. La inestabilidad política, junto a la conflictividad, hacen con la falta de institucionalidad un cóctel explosivo que debilita la gobernabilidad y, por extensión, aleja las inversiones.Construir gobernabilidad, desde el primer instante, será uno de los retos del próximo gobierno. Lograr que los poderes constituidos, Ejecutivo y Legislativo, trabajen de manera armoniosa. Diseñar una agenda legislativa que refleje las iniciativas de ambos poderes y esté alineada a los objetivos de Estado del Acuerdo Nacional sería lo ideal. Para ello se requiere madurez en los partidos políticos y sus militantes, que deben comprender que el primer paso para construir un sistema de partidos es entender que los partidos son colectivos con objetivos nacionales que parten de un ideal común.El Perú merece seguir en la senda del desarrollo. Ello exige desprendimiento, sacrificio y esfuerzo común. Ese es el camino que ha decidido seguir Perú Posible y Alejandro Toledo al tomar el acuerdo de apoyar, sin ambigüedades, al candidato Ollanta Humala. Fuente: Diario 16
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