Los 70 de Ollanta

LOS 70 DE OLLANTA  Por César Campos RodríguezLunes, 20 de junio de 2011 

Suscita varias perspectivas de análisis que apenas a dos semanas de recibir el voto mayoritario del pueblo, el desempeño de Ollanta Humala como presidente electo obtenga 70 por ciento de aprobación. Es una materia que debe mirarse no sólo a partir delas acciones o anuncios del próximo mandatario, sino también de cómo discurrela expectativa ciudadana en sus variados niveles socioeconómicos, culturales y geográficos.Lo primero es el sostenido acopio de respaldo del cual Humala se beneficia desde la segunda quincena de marzo. Su ventajosa popularidad de hoy no nace de unestado emocional reciente; es fruto de un gran trabajo político de varios meses. La perfección de su campaña consistió tanto en la calidad del asesoramiento que recibía como en la disciplinada anuencia del asesorado a comunicar lo que se le aconsejaba.Y esos consejos lo orientaron en la segunda vuelta a moderar el lenguaje, precisar su propuesta de cambio como un enriquecimiento de la economía demercado con énfasis social, fortalecer la bandera de lucha contra la corrupciónque se percibe urgente en el aparato público. Además el antifujimorismo militante de personalidades tipo Mario Vargas Llosa o Alejandro Toledo, y de los “colectivos ciudadanos” surgidos por decenas, ayudaron a la suma.Ahora se agrega casi un 20 por ciento de compatriotas que, sin haber sufragado por el candidato de Gana Perú, aprecia positivamente las certezas que éste ratifica en los campos económico y social. No es un acomodo oportunista o rastrero dequienes buscan ventajas del poder – como lo grafican ciertos espíritus devotos del odio eterno e irreversible – sino el beneplácito concedido a un mandatario que hasta la fecha es coherente con sus últimas propuestas y que se exhibe ecuménico, sin posturas confrontacionales dignas de revisarse.Lo segundo es el impacto positivo que generan los viajes de Ollanta Humala a distintas naciones de América del Sur, los cuales redondean su imagen de estadista. En particular, los realizados a Brasil y Chile parecen haber fomentado un clima de tranquilidad porque consolidan el buen momento que pasamos en nuestras relaciones con ambos países, al margen de las divergencias limítrofes marítimas con el último de los mencionados.Lo tercero es el desafío que se le presenta a Humala para sacarle provecho a ese auspicioso 70 por ciento. No siempre resulta conveniente iniciar un gobierno con un apoyo tan elevado porque luego se hace escarnio de las caídas en los picos de popularidad. Alan García 1985-1986 llegó a rozar el 80 por ciento de apoyo para luego descender bruscamente y almacenar enconos que hasta hoy le pasan facturas. Ayer el presidente electo comentó que le gustaría tener ese porcentaje de simpatía al final de su mandato. No es imposible pero dependerá de cómo lo administra desde un principio.Y en cuarto lugar, viendo ese 53 por ciento de desaprobación a la  gestión de la alcaldesa Susana Villarán que registra la misma encuesta de Ipsos Apoyo, Humala ya sabe lo que no debe hacer: prometer demasiado, ser mezquino con su antecesor ni meterse en todos los temas humanos o divinos.Buen comienzo, pero siempre con pronóstico reservado.