Fritz Du Bois, director del diario Perú 21, pone en evidencia a los grupos que se encuentran detrás del complot antiminero y antidesarollo. Mantenidos a raya durante la campaña electoral, ahora intentan rodear a Ollanta Humala y bloquear todo intento de política concertada. Es el turno de aquellos que apoyaron a Humala en la segunda vuelta para evitar que esto suceda. Esperamos que el presidente electo anuncie su gabinete a fin de despejar el escenario. He aquí el artículo publicado en la edición de hoy domingo 26 de junio de 2011...
El ComplotLo que está ocurriendo en el sur se veía venir desde la asonada de Tía María en Arequipa, días antes de la primera vuelta electoral, cuando luego de tres muertos y diversos desmanes, los grupos antimineros lograron poco menos que enterrar ese proyecto minero echando al agua mil millones de dólares de inversión para esa región.Luego estuvieron merodeando por Apurímac y Huancavelica dejando más de un cadáver y destrozos en ambos lugares para, finalmente, radicarse en Puno que está –desde hace un par de meses– paralizado por el caos y la agitación.Dicho ‘tour’ de la violencia y el terror no emanó espontáneamente, sino que ha sido evidentemente planificado de antemano. Seguro que sus estrategas tuvieron un objetivo alterno al diseñarlo. En caso de que Keiko Fujimori hubiera ganado, habrían aducido fraude y se hubieran levantado. Mientras que si, como ocurrió, Ollanta Humala era el ganador, entonces se buscaría poner contra la pared al futuro mandatario.Estas sospechas se acrecientan cuando vemos la composición de la coalición del caos. En su organización han participado los usuales radicales de todo tipo en contra de la inversión minera, así como Patria Roja y, entre los aimaras, están los ‘Ponchos Rojos’ bolivianos. Pero lo más preocupante –dado el inminente cambio de mando– es la presencia de reservistas etnocaceristas entre los más violentos militantes de estas asonadas.Más aún, luego de que el Poder Judicial se bajara el pantalón ante la prepotencia del agitador y dejara sin efecto la orden de detención contra Aduviri, el líder puneño, este corrió a celebrar su libertad con Antauro Humala en prisión, posiblemente coordinando el siguiente paso en esta ofensiva del terror, la cual, claramente, se ha dado con el ‘Juliacazo’.¿Qué persiguen con este evidente complot?En primer lugar, poner un pie en la puerta del gobierno para asegurar que este no se las cierre en la cara. La mayoría de estos grupos han apoyado la campaña de Humala y si bien a medida que avanzó el proceso fueron siendo gradualmente marginados en busca de darle una imagen de moderado, ellos pese a ser arrimados a lo largo de la segunda vuelta electoral se quedaron callados –lo cual deben de interpretar como un acto de lealtad– y ahora esperan recibir algo a cambio, como es tratar de colocar en el plan de trabajo del nuevo gobierno una agenda radical.Incluso, lo que han obtenido en Puno –cancelación de concesiones mineras e hidroeléctricas – va a generar expectativas en otras zonas conflictivas, por lo que se corre el riesgo que de extenderse la ofensiva se paralizaría la inversión y sería el fin del crecimiento. Así que el próximo gobierno está recibiendo una papa caliente que tiene que enfriar en el acto. Por otro lado, parece que podría ser el hermano del futuro presidente quien estaría detrás de estos actos, posiblemente buscando ser indultado.En todo caso, lo que queda claro es que a Ollanta Humala lo quieren acorralar sus fantasmas del pasado. Creo que cuanto antes defina su gabinete, le será más fácil a las fuerzas políticas que en la segunda vuelta lo apoyaron –y que fueron decisivas en su elección– puedan cerrar filas alrededor de un planteamiento de gobierno que sea concertado. De esa manera, se podrán oponer con efectividad a esta ofensiva de la agitación y de la subversión, quienes están complotando para evitar la posibilidad de que el próximo gobierno cumpla la promesa que le dio al electorado de ser moderado.
Fuente: Perú 21