La transición anárquica

LA TRANSICIÓN ANÁRQUICAPor César Campos R. Diario EXPRESO, domingo 26 de junio de 2011

Hasta donde fue posible acumular información para escribir esta columna, lo ocurrido en los alrededores del aeropuerto “Manco Capac” de Juliaca, Puno, se acercaba a lo que certeramente un medio de prensa calificó como un “Estado de sitio”. Bueno fuera que este enunciado representara el ánimo del gobierno para dictar un régimen de excepción en la localidad altiplánica, merituada por el grado de violencia interna y el saldo terrible de cinco muertos. Sin embargo,  es todo lo contrario. El vandalismo y la movilización desde Azángaro hasta Juliaca provocada por oscuros intereses en juego (más de 2 mil personas llevadas en decenas de ómnibus),  son los que sellan esa medida jaqueando al orden público. El Estado de Sitio lo ha determinado su majestad, Walter Aduviri, el hombre más poderoso del Perú de las últimas dos semanas, (incluso, más que  Ollanta Humala, quien el jueves 23 recibió las credenciales de presidente electo), la mano suprema que doblegó a policías, jueces y fiscales imponiendo sus propias leyes.Y esos policías, fiscales y jueces cedieron al capricho de su majestad Aduviri, para que “no haya derramamiento de sangre” en Puno. Ese derramamiento igual se ha producido días después  y ha teñido de rojo la base constitucional de nuestra República. Las principales autoridades de nuestro país se otorgaron una condecoración de incompetencia que ha dado sus frutos a través de cinco vidas perdidas.Aduviri ha subordinado al país entero con el errático liderazgo de una causa de apariencia noble y atendible: el derecho de los pueblos nativos a impedir la explotación de recursos naturales en sus tierras milenarias sin consulta previa. Pero todos sabemos que esa cáscara esconde la pulpa putrefacta de otras intenciones menos altruistas: mantener las ventajas del comercio informal en la frontera, arraigar el contrabando a extremos inverosímiles, darle garantías a la minería informal (verdadera y comprobada causante del deterioro ecológico de la zona) y promover el separatismo bajo el pretexto de la singularidad aymara.Todo un combo de bajos propósitos que algunos quieren exhibir como el “Avatar” de James Cameron, siendo poco menos que” Apocalipsis Now” de Francis Ford Coppola. Aduviri es el coronel Kurtz de esta historia. La anarquía y el mesianismo ya empañaron con creces lo que debió ser una transición democrática mínimamente civilizada.QUIÉN MANDAEl debate abierto en torno a este dramático panorama marca las posiciones en el terreno de los cruciales días previos al cambio de mando. Humala señaló esta semana que le corresponde a la administración de Alan García controlar los desmanes y  garantizar la entrega de un país pacificado. Por su parte, el jefe del Estado saliente sostuvo ayer que la violencia desatada en Puno no va en contra de su gobierno sino del que entra. “Hay intereses superiores, de tránsito democrático y de cambio de gobierno que exigen que tomemos decisiones para que el gobernante (entrante) no sea presionado como se le quisiera presionar”, indicó. No le falta razón a Humala cuando reclama lo que reclama. En puridad, García gobierna hasta el mismo 28 de julio al mediodía. La perspectiva se agrava cuando, inexplicablemente, nuestro actual mandatario ha dado la impresión estos días de alejarse de las dolorosas contingencias sociales y políticas para sólo ocuparse de las inauguraciones pendientes.Sin embargo, el volumen de lo ocurrido en Puno demanda iniciativas nada ortodoxas. Por ejemplo, que junto a los equipos formales de transferencia (donde se ven las caras los que se van y los que vienen en todas las instituciones u organismos del Ejecutivo) se constituya una comisión especial abocada al tema de los conflictos sociales. Los representantes de Gana Perú en este esquema no tendrían más que una función deliberativa pero por lo menos se exhibiría al país y al mundo que la explosiva tensión social en algunos lugares del Perú es vista también como una política de Estado.

EL JALONEOYa con su credencial de presidente electo bajo el brazo, Humala dio un mensaje al país donde ratificó el buen espíritu que lo acompaña para gobernar. El vocabulario del estadista ha sustituido aceptablemente al del líder peyorativo y radical. Sólo quedó en el tintero el complemento de algunas apreciaciones como la dilucidación de cuál plan de gobierno habrá de aplicar, vista sus palabras enfatizando el compromiso de cumplirlo.

El punto no es baladí. Esta semana pudo verse claramente las presiones de las que Humala es objeto por todos lados y que genera dudas sobre el camino a seguir. Desde Israel, Alejandro Toledo le lanzó una abusiva amenaza, anunciando que volvería a salir a las calles con la vincha en caso Ollanta se “desvíe” hacia las políticas de Hugo Chávez. La hipótesis no gustó nada a muchos allegados al nuevo presidente.

Por su parte el diario La Primera (publicación consecuente con la campaña del candidato de Gana Perú), en su edición del miércoles 22, destacó en su portada que Humala está “cercado” por sectores de la derecha y alejado de la propia militancia nacionalista. Algo debió impactar esta demanda mediática porque el jueves 23 Humala recibió en las oficinas de las Naciones Unidas (donde despacha provisionalmente) a la dirigencia de Gana Perú y a otros personajes controvertidos que parecían extirpados de la estampita humalista como la saliente parlamentaria andina y lideresa cocalera Elsa Malpartida.

En el juego del poder y la búsqueda de espacios dominantes – como el que pretende Toledo en el gobierno de Humala pero diciendo que no desea ser “cogobierno” (¿?) – el partido Perú Posible ha sufrido un fuerte remezón con la actitud principista de Carlos Bruce, quien no desea ver a su partido hipotecado a la nueva administración gubernamental sin conocer su rumbo exacto. El líder peruposibilista Alberto Borea confirmó además que Humala pidió a Toledo nombres para considerarlos en el primer Gabinete. Habrá sorpresas de todas maneras.