Humala y el síndrome Popy

Toledo impone sus condiciones para el cogobierno   HUMALA Y EL SÍNDROME POPY   Por: César Campos R.   Mientras se acorta el plazo para la asunción definitiva al poder de Ollanta Humala, los actores del entorno exhiben febriles sus mejores caretas y túnicas que los consagran como reparto principal de la obra a estrenarse el próximo 28 de julio.  Los roles asignados (o auto impuestos) cubren la gama del dramatismo hasta la bufonería.  Mejor dicho, hay de los que hacen llorar hasta los que hacen reír. Pero todos alimentan el entusiasmo de estar en la foto apenas se levante el telón.   La semana que culmina ha sido rica en cuanto a presencia de intérpretes se refiere. Empezando por el ex presidente Alejandro Toledo, quien luego de estar en Israel, donde participó en el 3° Foro Presidencial Israelí y el 75° Congreso Judío Mundial, se dirigió a España para reunirse con Mario Vargas Llosa. Ambos personajes, como se sabe, tienen el cordón umbilical de haber promovido el triunfo de Humala Tasso en las elecciones del 10 de junio.   GROSERO   Toledo ha sido vasto y quizás hasta grosero por mostrarse como casi un tutor de Ollanta. El pasado 21 de junio – desde Jerusalem – aseguró que no permitirá que el Perú “se convierta en otra Venezuela o Nicaragua”; y que si eso ocurriera, “me pondría la vicha” contra Humala. Cinco días después, en el diario La Tercera de Chile, Toledo señaló que “todavía hay dudas” sobre el presidente electo, “pero se le ha achicado el terreno”. Añadió en la misma entrevista que  “siempre existirá  una sospecha hasta que sea el mismo presidente electo, con sus acciones, quien las despeje. En el caso mío, lamentablemente, ahora soy el garante de la democracia en el Perú, sin ser el presidente”.   Luego vinieron sus declaraciones a la agencia EFE de España,  a través de las cuales anunció que  partiría con destino a Lima para reunirse con Humala Tasso, conversar con él y “ver cuánto ha avanzado en la estructuración del nuevo Gabinete”.  Nadie podía sospechar que el cargo de Garante lo llevara al límite de ser una especie de filtro en la conformación del consejo de Ministros.   Pese a todo esto, Toledo escribió el 23 de junio en su cuenta Twitter algo que tiene un tufillo a sorna: “¿Es tan difícil entender que seremos apoyo al nuevo gobierno en pro de la gobernabilidad, y no cogobierno? Nuestra posición no ha variado”.   A EFE también le indicó que descartaba la posibilidad de un cogobierno entre Gana Perú y Perú Posible, pero confirmó que especialistas de su entorno pero no pertenecientes a su partido podrían participar en el gobierno entrante. Toledo añadió que el economista Kurt Burneo,  “posiblemente participe en una cartera”.   LOS SUYOS   Sin embargo, el martes 28 compareció ante la opinión pública el connotado parlamentario nacionalista Freddy Otárola, quien a través de RPP sostuvo enfáticamente que en el primer gabinete  de Humala “debe haber una fuerte presencia del Partido Nacionalista; es el deseo de las bases nacionalistas, en sectores como Economía y Relaciones Exteriores”.   Ese fue un gran campanazo para advertir que la línea dura del oficialismo no quiere a Burneo en la cartera del jirón Junín sino posiblemente a Felix Jiménez, el autor del programa de gobierno original que tantas controversias causó a lo largo de la campaña. Algunos gremios empresariales ya daban por hecho que Burneo sería el titular y hasta encargaron una encuesta donde resaltaba la aceptación a dicho economista. Luego de lo expresado por Otárola, la incertidumbre volvió a cundir.   Y en el caso de Relaciones Exteriores, también quedó clara la intención de bloquear el probable nombramiento de Harold Forsyth o Luis Chuquihuara – ambos embajadores de carrera – a quienes les han iniciado una guerrilla mediática desde la misma prensa pro humalista. En un momento de la entrevista de RPP, Otárola recordó que Nadine Heredia era la secretaria de Relaciones Internacionales del PNP, sin llegar a concretar su idea respecto a qué papel tendría la futura primera dama en la nominación del ministro de Torre Tagle.   EL ACUERDO   Trascendió a los medios que antes de emprender viaje hacia Lima, Toledo tuvo una cena en Madrid con Mario Vargas Llosa a la que también asistió Fernando Olivera.   La reunión de este trío es interesante por cuanto, a diferencia del Nobel y del ex mandatario,  Olivera no arriesgó su apoyo a Humala en los comicios de segunda vuelta. Pero también porque trae a la memoria cómo el célebre “Popy” se las arregló para cogobernar con Toledo llevándolo muchas veces de las narices hasta enfrentarlo con los mismos militantes de Perú Posible.   Aquí es donde aparece la similitud de escenarios. Olivera se ofreció a Toledo el 2001 para respaldarlo con la bancada del FIM en el Congreso y “reconstruir la democracia”. A cambio, pidió el ministerio de Justicia pretextando desmontar la maquinaria judicial sembrada por Vladimiro Montesinos.   En la práctica, Olivera se convirtió en un verdadero Rasputín del sano y sagrado. Lo convenció de mantener a raya a Alan García – perdedor de los comicios de ese año – nombrando al procurador Julio Quintanilla para perseguirlo por los casos de El Frontón y otros. Embarcó a Toledo en un tremendo lío con El Vaticano a través de unas cartas donde dejaba mal parados al cardenal Juan Luis Cipriani y el nuncio apostólico. Envió emisarios a ciertos prisioneros montesinistas para orientar sus testimonios. Por último, se hizo designar Canciller durando apenas 48 horas en el cargo ante la crisis política ocasionada por las renuncias de Carlos Ferrero al Premierato y Carlos Bruce al despacho de Vivienda, como respuesta a ese nombramiento.   Cosas de la vida. Todo indica que ahora Toledo quiere ser el Olivera de Ollanta Humala. ¿Lo permitirá el Comandante? ¿Cederá al “síndrome Popy”?