El sociólogo Víctor Vich es asesor cultural de Susana Villarán desde octubre de 2010. En estos 10 meses, fue obligado a tragarse varios sapos. El más reciente ha sido el nombramiento de Pedro Alayza como gerente de cultura de Lima Metropolitana.
Alayza es hijo de la exalcaldesa belaundista de La Molina, Mercedes Tijero y yerno del jurista demócrata cristiano Carlos Fernández Sessarego. Es conocida la inestabilidad del personaje. En los últimos cinco años ha laborado en cuatro lugares: Museo de Arte de Lima, Museo de Historia de Pueblo Libre, Galería Germán Kruger y Museo de la Memoria.
Asimismo, Vich es profesor en su alma mater, la facultad de ciencias sociales de la Universidad Católica. Acaba de ser tutor de la alumna Zarai Toledo quien en su tesis para optar el grado de bachiller sostuvo la necedad que la construcción de modernos centros comerciales en Piura genera un impacto negativo en la creación de empleo de la región norteña.
Vich es un típico producto de la izquierda caviar. Servil a los apellidos y parentela de la clase alta peruana y abomina el crecimiento económico porque reduce la pobreza y deja a la sociología marxista sin objeto de estudio.
Hace unos días, Vich publico un artículo sobre la remodelación del estadio nacional. Critica la inclusión de los palcos porque resaltan la desigualdad y reafirman la jerarquía en nuestra sociedad.
Para Vich, este recinto por ser estatal no debería dividirse en palcos, occidente, oriente, norte y sur y menos tener asientos numerados.
El doctor no se da cuenta que la desigualdad es cambiante. En la economía actual, en lapsos cortos coexisten sectores emergentes y familias que reducen sus ingresos.
Vich no se ha informado que los palcos han sido alquilados por una década y los eventuales inquilinos los pueden subarrendar. Es decir, cualquier hijo de vecino puede juntar su platita y utilizar un palco pagando el precio del mercado.
Vich propone la anarquía comunista. Vale decir, que todas las entradas cuesten lo mismo y donde ocupen los mejores asientos los que disponen de tiempo para hacer cola.
Es obvio que si esta política la sugiere para el manejo del Teatro Municipal, Villarán lo despedirá en el acto porque a quien se le puede ocurrir que la alcaldesa no deba gozar con sus amigotes del palco presidencial.