Restos de tiras de papel quemadas se arremolinaban en el caluroso cielo de verano, llevando los nombres de los muertos sobre un templo en Fukushima en el que se plantaron miles de girasoles para luchar contra la omnipresente radiación.
La planta nuclear Fukushima Daiichi, a unos 50 kilómetros, sufrió varias fusiones de núcleo y explosiones después de que el terremoto y tsunami del 11 de marzo afectaran a los sistemas de refrigeración, produciendo el peor accidente nuclear del mundo en 25 años y obligando a decenas de miles de personas a abandonar sus hogares.
"Es como si una nevada invisible hubiera caído y continuara cayendo, cubriendo todo el lugar", dijo Koyu Abe, líder del templo budista de Joenji. "Esta nieve, que no se derrite, trajo un largo invierno a Fukushima", agregó.
Fuente: infobae