Mi mujer y yo pasamos en Marrakech la Semana Santa de 2004. En la tarde del martes santo entramos en una librería cercana a la plaza Djemal-el-Fna. La gran mayoría de los libros de aquella librería estaban escritos en árabe pero había un expositor giratorio con libros en francés y allí me lo topé. La edición de Le Livre de Poche de “Las Voces de Marrakech”. Recordé haberlo tenido en mis manos veinte años atrás, al mismo tiempo que “Auto de Fe” y “Masa y Poder”, dos gruesos textos de Canetti que Mario Müchnik, en la estela del recién concedido premio Nobel, intentaba por entonces vender en España, y haberlo olvidado.
Lo compré, nos sentamos en una terraza cercana y comencé a leerlo. A partir de ahí mi percepción de la ciudad y el sentido mismo del viaje se modificaron por completo.
Canetti estuvo en Marrakech en 1953. Faltaban tres años para la independencia de Marruecos y el acompañaba a unos amigos británicos que iban a rodar una película y ese viaje le cambió la vida. A su regreso a Inglaterra publicó un librito de poco más de cien páginas con las catorce escenas que más le habían impactado. Lo subtituló “Diario de un viaje” pero “Voces de Marrakech” es mucho más que eso.
Mediante una serie de precisos bosquejos engarzados, el libro nos entrega una imagen minuciosa, inolvidable, íntima, del clima moral de la ciudad en una época ya ida en la que judíos, musulmanes y cristianos, nacionalistas y colonizadores, bereberes y árabes fingían sostener aún un precario equilibrio. Construida a partir de sonidos, voces y ecos, esa imagen carece de toda vaporosidad, tiene peso, contornos, olor, color, movimiento, y se condensa en un retrato corpóreo, tan potente o más que las colecciones de fotografías en blanco y negro del Marrakech de entonces que todavía se pueden encontrar en las tiendas y tenderetes del zoco.
Fuente: http://www.albertoinfante.es/libros-con-cuerpo-y-alma/las-voces-de-marrakech-elias-canetti/