Protejámonos

Columna: Agenda PolíticaTítulo: Protejámonos

Por: César Campos R.

Ayer el Congreso cerró el capítulo sobre la estabilidad funcional de la ministra de la Mujer (provoca incertidumbre agregarle “y Desarrollo Social”), Aída García Naranjo, pero abrió una página de insulina política a la misma funcionaria que no le será fácil mantener los próximos meses. 

En efecto, gracias al imperio de sus votos mediante los cuales rechazó la moción de censura presentada por los fujimoristas contra García Naranjo, el oficialismo parlamentario ha vencido pero no  convencido.  Se carga al hombro el descrédito acumulado por la ministra que no se debió – hay que remarcarlo hasta el cansancio – a los hechos determinantes de la muerte de tres niños en el lejano caserío Redondo de Cajamarca. Respondió básicamente a la insufrible actitud adoptada por ella, sus asesores y gonfaloneros luego de los mismos, y que resultaría muy necio recapitular.

Hará falta mucha muñeca a la titular del despacho ya bautizado como Túpac Amaru II (por el descuartizamiento que viene sufriendo) y a la bancada de gobierno, para promover a gran velocidad una especie de mesa de concertación encargada de reestructurar el Programa Nacional de Asistencia Alimentaria (PRONAA) devolviéndose una imagen radicalmente opuesta a la intolerancia y soberbia que mostraron las últimas semanas.

García Naranjo tiene la obligación de alejarse, con la rapidez de una gacela, de esa ridícula especie sembrada por cuatro ayayeros sobre el “cargamontón” derechista a su investidura porque encarna – con legítimo derecho en una sociedad democrática – la ideología y los valores de cierta izquierda. Son los mismos ayayeros que aconsejaron a su amiga personal y de ruta, la alcaldesa de Lima Susana Villarán, interpretar su caída en el aprecio ciudadano como un complot de la caverna más reaccionaria del país.

Esa lectura oscurece las razones objetivas de sus respectivos fracasos y no les permite salir del hoyo de impopularidad en el que se encuentran. Por ejemplo, la última edición de la revista Caretas (publicación que respaldó a la doctora Villarán en su campaña y luego evolucionó a una amigable postura crítica respecto a sus grandes omisiones) contrasta el amplio respaldo que recibe el burgomaestre del Callao, Juan Sotomayor (46,8 %), y el magro 20 % de limeños que todavía apoyan a su alcaldesa. ¿El motivo? Sotomayor abona la imagen de continuidad en las obras. Villarán se ha posesionado de una figura criticona y negativa.

Esto debería ser una lección para García Naranjo. Persuadirse que su actitud política en torno a la tragedia de Redondo fue inversamente proporcional a la experiencia y profesionalismo que la auspiciaron para hacerse de la dirección del Mimdes.  Estos ya no son sus activos más importantes porque lo primero le ha otorgado un pronóstico terminal a la función que detenta.

Sin embargo, nada nos alienta a pensar que la ministra cambiará su perspectiva. La última presentación pública que tuvo en canal N, sirvió para que revelara el consejo que le dio el presidente Ollanta Humala: “protégete”. La invocación necesaria más bien sería: protejámonos. Protejámonos de un estilo de gobierno arrogante que acentúa señales muy peligrosas.