La conspiración

La conspiración

Por César campos

Columna: Agenda Política

A propósito de la denuncia formulada por IDL-Reporteros contra el segundo vicepresidente de la República y congresista Omar Chehade – vinculándolo a un caso de supuesto tráfico de influencias para beneficiar la intervención de la cooperativa agraria Andahuasi a cargo de determinado grupo económico – es importante extraer una conclusión rotunda y palpable que desbarata una ridícula especie echada a rodar desde el triunfo de Susana Villarán en los comicios municipales del año pasado.Dicha especie es la relativa a la conspiración sostenida y malévola de la derecha contra las administraciones de izquierda de nuestro país. La resistencia de los cavernarios más conservadores a la bandera de cambio enarbolada por la alcaldesa Villarán y el presidente Ollanta Humala, El terror de quienes sólo rinden culto a sus inversiones, ganancias y oropeles por el honesto accionar de gente comprometida con el sentir del pueblo.En efecto, nada ha sido más agobiante los últimos 12 meses que leer o escuchar a los brillantes analistas y voceros de la izquierda, interpretar cada objeción a la conducta pública de sus amigos como el paso de un complot. La aureola de infalibilidad, según ellos, brillaba sobre la cabeza de tan buenos gestores del Estado y toda acusación sólo podía responder a motivaciones subalternas.Así se creó la imagen que la prensa anti izquierda había decidido socavar la tarea municipal de Villarán (callando que un periodista ultra liberal como Jaime Bayly abonó su triunfo desde una tribuna periodística) a contrapelo de la que la flamante alcaldesa de Lima se forjaba con plantones ante el JNE, acusaciones por doquier contra su antecesor Luis Castañeda Lossio, el borrado del color amarillo (identificado con los símbolos del partido de Castañeda) de toda obra pública metropolitana, la intolerancia a la instalación de la figura de Cristo en el morro solar de Chorrillos, incompetencia para frenar la reaparición del comercio ambulatorio y un largo etcétera.Dichos analistas dijeron luego: “Después de Villarán sigue Ollanta” y aplicaron el mismo esquema de defensa cuando el flamante jefe de Devida, Ricardo Soberón, se fue de lengua con el tema de la erradicación de los cultivos ilegales de coca (desborde retórico que felizmente fue detenido de manera pública por el premier Salomón Lerner). Y después confirmaron su aguda ponencia cuando la ministra Aída García Naranjo metió la pata en un tema tan delicado como la muerte de tres niños y encima se puso arrogante con quienes la criticaron.En el caso de Chehade, la fuente de la imputación es una ONG de izquierda, no precisamente el general PNP Guillermo Arteta a quien los periodistas de ese grupo buscaron para confirmar hechos.  Y sin embargo, el vocero parlamentario oficialista, Freddy Otárola, dijo ayer que ésta “es una campaña para debilitar la investigación al gobierno aprista”. ¿Quién puede entender o aceptar semejante sandez? ¿IDL-Reporteros  haciéndole el juego a Alan García? Realmente de locos.La valiosa conclusión es que cada funcionario público responde por sus aciertos y errores. Que no existen “campañas orquestadas” o “confluencia de la derecha” para señalar posibles entuertos. Que la “conspiración” está en la cabeza de cuatro ayayeros despistados y enfermos a quienes les haría muy bien les un ejercicio de recapacitación.