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Domingo 06 de noviembre 2011

LITO MENDOZA: Un Víctor Raúl que hace honor a su nombre

Domingo 06 de noviembre 2011
LITO MENDOZA: Un Víctor Raúl que hace honor a su nombre

LITO MENDOZA: Un Víctor Raúl que hace honor a su nombre 

Víctor Raúl Mendoza Ferrer “Lito”, como cariñosamente solemos llamarlo sus alumnos, amigos, familiares y hermanos de la fraternidad, es así como se autodenomina: Un hombre viejo que ha emprendido su última guerra, pues sueña con poner en marcha y encauzar a los peruanos en una gran revolución, “LA REVOLUCION INTELECTUAL”. Un proceso que Lito considera, con mucha razón, salvará a muchos de la situación de ignorancia en la que se encuentran. Pues nuestro hermano mayor considera que si bien toda persona debe saber leer y escribir, también debe tener la capacidad de poner en práctica todo lo aprendido por intermedio de la lectura. Lo que podría parecer poco, pero no es así dado que mediante ello la persona se convierte en una ser capaz de resolver cualquier problema que se le presentara. Lito, hombre dedicado desde hace mucho a la preparación de jóvenes lideres, el librero más conocido de nuestra ciudad capital y uno de los mejores activistas del Partido del Pueblo, enfrenta de esta manera una batalla frontal por erradicar LA IGNORANCIA, pues como él dice, esta “es la peor enemiga de la población”.

Conocido por muchos como el más sincero de los amigos de Alan García Pérez, a quien Lito considera su hermano, este caballero de barba y lentes, fue hasta hace algún tiempo nada más que Director del Sistema Nacional de Bibliotecas. Un trecho más del camino que se propuso seguir. Camino, cruzada que se inicio, como él dice, “mucho antes que naciera en 1949, cuando su señor padre, Donatilo Mendoza Arellano, fundador del Partido Aprista Peruano y líder del mismo en la ciudad de Tumbes, fuera apresado por el solo hecho de ser militante aprista”. “Mi padre, prosigue Lito, fue traído a Lima encadenado, pues en aquel tiempo ser aprista era equivalente a decir, equivocadamente, que uno practicaba el terrorismo político”. Este hecho, tal como nos relata, se produjo en momentos en los que su señora madre, René Ferrer de Mendoza, estaba en la espera de quien sería hoy nuestro intrépido y elegantemente bohemio amigo, quien ad portas de cumplir los 5 años, recién pudo conocer a su padre y ser reconocido por él en su acta de nacimiento. Lito, en los momentos de bohemia junto a su muchachada, escucha, con aire pensativo que traiciona añoranza, como el grupo de jóvenes entona las letras de la “Flor de Azalea”, “Maringa”, entre otros temas provenientes del criollismo, recordando los años de juventud de sus padres. Siempre repite su “Yo puedo decir que fui hijo de Papá”, recordando que a diferencia de lo que sucedía con sus otros hermanos, el entendimiento entre su padre y él era casi del nivel de los amigos, señalando que hasta viejo siempre le dio un beso en la frente a Don Donatilo.

Muchos años después de aquellos primaverales sucesos en la vida de Lito, ya en los de la dictadura de Velasco Alvarado, este hombre fogoso nos recuerda que su padre era uno de los hombres fuertes de la compañía Sudamérica Seguros, mientras que el entonces joven Lito se iniciaba, dando sus primeros pininos, en los debates que se sucedían en la Plaza San Martín. Intercambios casi no siempre verbales que versaban en torno a la supuesta hegemonía del comunismo, ante lo cual nuestro compañero no podía mantenerse al margen. Mucho menos, ante lo que él denomina las mentiras y engaños que provenían de los labios de un joven de apellido Espinoza Montesinos. “Vaya debates los de aquellos años”, recuerda Lito, quien años más adelante, habiendo logrado, en un principio, éxitos en el mundo de los negocios de seguros de vida, y luego como proveedor para barcos en el puerto del Callao, conoció también lo que era la deslealtad, hecho que lo llevó a tomar la decisión de irse a vivir al campo de Cañete, en donde desarrollo proyectos agrícola... Más de 5 años se quedaría Lito por esos lares, hasta que en el año 2000, viendo los cambios que se sucedían decidió regresar a la capital, e instalarse en el Centro Histórico de Lima. “Siempre fui y seré un hombre del centro” nos dice. “Visité la Plaza San Martín y me encontré con un grupo de gente que ahí se aglomeraba, reuniéndose, a diario para hablar pura tontería... el nivel del debate había bajado dramáticamente”.

El régimen de Alberto Fujimori era parte de la historia, el “Chino” había caído, el país se en un proceso de ebullición política, y Lito en medio de todo esto no cesaba con vehemencia de expresar su preocupación por lo que había escuchado, “cómo puede provenir tanta insensatez de la boca de la gente, cómo”. “Decidí entonces, junto con mi esposa, tomar posición en uno de los lados de la Plaza San Martín y colocar una banderola en la que decía: 77 años de lucha del APRA; pues nadie podía, ni puede negar, mi aprismo”... Fue un momento clave en la vida de nuestro valiente amigo, pues da inició una dura lucha a fin de que la opinión que vierten las personas cambien, no para que expresen necesariamente posiciones en pro del aprismo, sino para que en libertad fundamenten con argumentos sólidos sus propósitos. Un momento clave, pues ese impulso en pro del saber, hace que un grupo de jóvenes que compartían su amor por el Perú se sumen a la causa a fin de demostrar que defender la doctrina aprista era defender al Perú.

“En el año 2001, cuando recibo, en la misma Plaza San Martín, a mi hermano Alan García, yo ya era un hombre maduro, de cabello largo como en mis años mozos, que ese día, pocas horas antes de la llegada de Alan había sostenido un duro enfrentamiento con grupos comunistas que no querían que se levantara el estrado, pero junto con mis muchachos di cara y logramos que se respetara nuestra decisión. La llegada de mi hermano al Perú era el inicio de un cambio en la historia de nuestra patria, de una nueva forma de hacer política en el Perú”, señala Lito, quien se mantiene, como dice él, “en su trinchera de combate defendiendo al partido que fundó el Maestro Haya de la Torre, quien lo llamaba cariñosamente “Tocayito”. Esos años de mi labor de activista es la más grandes en mi vida política, en ellos eche las semillas de la amistad de muchos, el respeto de otros y mi compromiso con el fututo de mi patria, pues a partir de ahí pude formar un grupo nutrido de jóvenes… hoy muchos, de ellos entre ellos tu, son personas que se han construido con mucha labor, son unos verdaderos galgos y están llegando o ya han llegado muy alto”, me dijo no hace mucho Lito. “Ustedes son la prueba fehaciente de lo que puede hacer el saber por los seres humanos”, señaló topándome el hombro.

En el curso de una de las tantas conversaciones que he sostenido con él, mi buen amigo y compañero recordaba que en el año 2002 se estableció en el décimo piso de un edificio cuyo ascensor estaba descompuesto y que al mejor estilo del Patriarca del aprismo, Haya de la Torre, comenzó a recibir todos los sábados a jóvenes universitarios, técnicos y autodidactas... “llegamos a ser 60 en estas reuniones, en las que dialogábamos, debatíamos  y contaba anécdotas de mi vida, en las que compartíamos saber”, dice Lito. “Eran reuniones bellas, había muchachos con ganas de aprender y mostrar aquello que más conocían; grandes banquetes que se compartían, caramba ni en los mejores restaurantes de la ciudad se veía algo similar. Yo cocinaba junto con mi esposa, mientras ustedes debatían”, señala.

Ya por ese año es cuando Lito apertura su librería, su “chingana de libros viejos” como la denomina, donde a la fecha se encuentran, clasificados unos buscando su lugar otros,  alrededor de 10 mil libros. Esta librería es un lugar muy peculiar, pues en caso que Lito no encuentre el título que uno busca, uno tiene ante sí dos opciones: Dejar que el mismo Lito recomiende uno relacionado al tema por el que indaga, o dejar el título de la obra y un número de teléfono; de seguro tras solo unos días se podrá disponer de la obra. Y una vez adquirido el libro, las reglas de juego son las siguientes: Leerlo y una vez terminado trocarlo por uno del mismo precio cuantas veces se quiera; en caso de costar más dinero, solo se tiene que añadir la diferencia. ¿Peculiar no? Es más, si uno es ya un cliente asiduo y está limitado de recursos, Lito dirá: “Atrévete a deberme unos soles pero no dejes de leer”. El confía en la palabra empeñada. Por lo demás, de no contar con dinero, puedes sentar echar mano de un libro e iniciar o proseguir con la lectura en la misma tienda. Ah, en caso de que te considere su alumno, puedes escuchar de labios de Lito su clásico “solo mis alumnos, que son como mis hijos, pueden pedir prestado un libro para llevarlo a casa”.

Mucha agua ha pasado bajo el puente de la vida de este bohemio de la vieja Lima, de este hombre amante del cigarro y amigo de un vaso de Whisky, Ron ó Vino. De uno de los guapos de una época que se fue y que acostumbra tener amigos de todas las edades, de diferentes orígenes y niveles de responsabilidad. Desde un Presidente de la Republica, hasta el sencillo fileteador del terminal pesquero, quien le lleva pescado fino a su casa, solo para que Lito lo prepare y pueda gozar de un domingo alegre pleno de tertulia, anécdotas y bromas de todo tipo y tono. Pues en la casa de Lito se puede, escuchando a Facundo Cabral, The Beatles, a El Gran Combo ó a Héctor Lavoe. Escuchar decir a Lito en medio de los intercambios que “La única misión de los jóvenes debe ser prepararse, leer, leer y leer, pues con ello están haciendo mucho por la patria y por ellos mismos; ya que con todos los conocimientos adquiridos se les hará fácil resolver problema de cualquier tipo que se presente, pues jamás veras a un lector pidiendo limosna, ni menos llorando su mala suerte. Yo preparo jóvenes para mi partido y para mi patria, así le devuelvo un poco de lo mucho que el Perú me ha dado a lo largo de mi vida”.

Como uno de sus cientos de alumnos, convencido de la necesidad de llevar a cabo “LA REVOLUCION INTELECTUAL” que Lito promueve, no quería dejar pasar la oportunidad de escribir unas líneas sobre este autodidacta, mentor de juventudes, hombre de sentimientos nobles, aunque de gesto y mirada dura que algunos podrían malinterpretar. Unas líneas sobre este personaje con quien tuve la buena suerte un día hace once años de cruzarme y nunca más dejar de estar cerca a el. Sobre este hombre que fue un muy buen amigo de mi padre que hace poco nos dejó. Una palabra pues en torno a este hombre que suele decir que algún día escribirá la gran verdad de su vida. Pues bien Lito, yo me he adelantado y he avanzado mientras unas cuantas lineas. Lo hago por ti, por mí, pero sobre todo porque abrazo esa obra de elevación intelectual que tú promueves llevando a cabo en aras de la elevación de nuestro país, honrando la memoria de Haya de la Torre.

Juan Manuel Cabrera Pereirawww.generaccion.com Hasta un nuevo artículo cibernautas de USUARIOS G

NB: Todo aquel que a partir de la lectura de este artículo quiera conocer a Víctor Raúl Mendoza Ferrer, “Lito”, puede dirigirse a su librería sito en los dos últimos stands, lados izquierdo y derecho, al final de la galería ubicada en el Jr. Camaná 856. Lito se encuentra ahí de lunes a sábado a partir de las 10 de la mañana hasta las 8 de la noche. O en su defecto, pueden llamar al teléfono 686-4027, Lito gustoso despejará cualquier duda o responderá a cualquier interrogante. 

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COMENTARIOS
2 comentarios
Claro Lito, un buen hombre, con ideales
07 de noviembre 2011
Desde el primer parrafo he podido sentir una profunda admiracion, un hondo, calido cariño fraterno, que es tambien habitual y conocido por mi, y por todos aquellos que tenemos la suerte de sabernos amigos del viejo, o haber sido considerados en algun momento como "uno de sus muchachos". Tremendo y dificilisimo honor!!

Mando desde Buenos Aires un fuerte abrazo para ti , para Arturo, para Gabriel y los demas muchachos a los que siempre tengo en mis pensamientos, con la esperanza de persistir en la hermandad partidaria y en el cariño compartido que el viejo siempre sabe inculcarnos.

Pedro.
21 de marzo 2012
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