Lima, 6 de junio de 2011
Se terminó el misterio, acabaron los pronósticos, adiós a las apuestas e intrigas de campaña... hasta la próxima. Ollanta Humala ganó finalmente la segunda vuelta electoral llevada a cabo ayer domingo 5 de junio. Lo que era un secreto a voces hasta pocas horas de iniciarse la votación, se confirmó primero con el Boca de Urna y luego con el inapelable conteo rápido de Transparencia y poco después con el de una ONPE que se hizo un poco esperar.
El estado de shock y el silencio casi sepulcral para unos en un Bolívar que se torna cada vez más discreto a medida que avanzan los minutos; la algarabía desbordante para otros en una Dos de Mayo colmada por una marea humana que esperó hasta medianoche para escuchar a su campeón, el líder de Gana Perú, Ollanta Humala Tasso. El hombre que superó a la adversidad.
Poco menos de diez años le ha tomado a este Comandante del Ejército Peruano en retiro para convertirse en el presidente número 101 de nuestro país. Atrás se encuentra la Locumba que constituyó la cuna de su nacimiento a la gran política. Atrás queda la derrota ante un Alan García convertido por la fuerza de las circunstancias en el mal menor en las presidenciales de 2006. A la tercera sería la vencida.
Una pregunta, mejor dicho varias caen por su propio sobre la performance de este hombre que pronto, el 27 de junio, cumplirá los 49 años. Todas tienen que ver con las razones que explican el éxito sin atenuantes frente a Keiko Fujimori Higuchi, candidato del establishment peruano. Campeona del continuismo neoliberal que se constituyó en suerte de paradigma desde inicios de los años 90. ¿Porqué ganó Ollanta Humala?
Sin duda alguna, avanzando una respuesta, se encuentra el hecho de que tanto el gobierno de su aliado de hoy Alejandro Toledo Manrique (2001-2006), como el de su encarnizado enemigo Alan García Pérez (2006-2011), se olvidaron de los más pobres del país. A estos últimos poco o nada les chorreo, a no ser un poco de más de un dólar por día para dejar de ser “muy pobre” o de dos para dejar atrás el estatus de “pobreza”.
Pero no pensemos que Ollanta Humala ha accedido al poder con el único apoyo de los sectores socioeconómicamente menos beneficiados. No. El hombre de Locumba conquista el palacio presidencial no solo porque los pobres pensaron en sus exiguas economías, sino porque dentro de las clases medias emergentes y, también en las más pudientes, la moral se impuso a la billetera. Cerrarle el paso al vergonzoso legado de corrupción de los 90 se convirtió a medida que se acercaba el decisorio 5 de junio en una principista consigna.
Porque los medio de comunicación tradicionales, prensa escrita y televisión -Grupo Eco liderándolos-, esta vez mordieron el polvo de la derrota como consecuencia de una comunicación alternativa que encuentra en el internet -portales de bandera y de comunicación libre, así como las redes sociales- los espacios de libertad para expresarse contra un miedo que se hubiese infundido sin encontrar cuestionamiento alguno a su paso.
Porque a una prensa parcializada le salió también al frente un hombre de prestigio mundial, el literato, nuestro Premio Nobel, Mario Vargas Llosa, que de un plumazo en una carta lapidaria ha condenado a la situación de paria al llamado Decano de la Prensa Peruana, el diario El Comercio. “Convertido en una caricatura de lo que es un medio plural y democrático”, según señaló en su certera y decisiva misiva.
Y porque mayoritariamente el pueblo peruano deslindó con la corrupción y violación de los DDHH de los 90 y con todos aquellos que desde el poder actual y en la sociedad y empresariado creen que el continuidad del modelo pasa por sacrificar los principios y valores sobre los que se cimienta una sociedad que cree que puede ser mejor en términos sociales y, como ellos desean, económicos, y por lo tanto políticos.
He ahí unas razones que explican el ascenso de un hombre que creyó en su destino y supo encarnar la esperanza de la mayoría de peruanos que lo han catapultado al poder. Suerte Ollanta Humala, que los más pobres sean beneficiados.
OE20611