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REVISTA

LA REVUELTA DEL TEA PARTY

Conozca el nuevo rostro de la oposición en EE.UU.
Movimiento civil puede convertirse en la tercera fuerza política norteamericana para las elecciones del 2012.
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LA REVUELTA DEL TEA PARTY

En noviembre del 2008, cuando Barack Obama ganó las elecciones presidenciales en Estados Unidos, una ola de esperanza y optimismo inundó las calles y plazas de la potencia mundial y la mayoría –excepto los resentidos republicanos- creyeron que el cambio era posible.

Obama, ese político negro con raíces musulmanas y sonrisa encantadora, habló de grandes sueños por cumplir, de un nuevo liderazgo que dejara atrás la intimidación y un país más justo que construir.

Hoy, poco más de un año de esa victoria histórica que cambió la política norteamericana, la alegría ha dado a paso a la ira, y la esperanza a la indignación.

Un último sondeo realizado por The Washington Post-ABC News mostró que el 53% de los estadounidenses está insatisfecho –por decirlo menos- con el trabajo del gobierno federal, el 52% reprueba la gestión de Obama y casi un 60% rechaza el trabajo de los congresistas.

Semejantes números no habían sido vistos nunca en un gobierno relativamente nuevo y que había generado tantas expectativas en la población. Un desencanto que, sin dudas, ha sido alimentado por la grave crisis económica que atraviesa el país y que ha hecho perder más de siete millones de puestos de trabajo.

MOVIMIENTO CIVIL

La grave situación ha originado el nacimiento de un movimiento civil –mas no un partido- de oposición al gobierno de Obama conocido como “Tea Party”, y que hace unos días realizó su primera Convención Nacional en Nashville (Tennessee), que reunió a miles de personas.

La mayoría se proclamaba “independiente”, es decir, sin conexiones o afiliaciones con los dos partidos tradicionales de Estados Unidos: el Demócrata y el Republicano, y con el deseo de construir “una nueva América, para los americanos”.

Ya desde esa frase se podía percibir cierto egocentrismo, egoísmo y sectarismo –aunque ellos lo nieguen- para un movimiento que ha tomado su nombre en homenaje al Motín del Té y que fue uno de los propulsores del movimiento independentista norteamericano.

En 1773 la ciudad de Boston, capital de la entonces colonia británica de Massachussets, vivió una revuelta ciudadana que buscaba el fin del dominio inglés y pasó a ser conocido como el Boston Tea Party.

Ahora se trata de poner fin al statu quo en EE.UU. o, por lo menos modificarlo, a través de una refundación política que incluya a nuevos actores, con nuevas propuestas para solucionar los viejos problemas del país.

En un principio se hubiera pensado que Obama era esa carta por su mensaje de cambio en Washington. Sin embargo, el “Tea Party” ha nacido ideologizado, sus bases provienen de la derecha que mira con desagrado al político demócrata, conocido por sus ideas progresistas e izquierdistas.

BLANCOS RESENTIDOS                                                                

Este neoconservadurismo tiene su base social en una clase media golpeada por la crisis y la falta de empleo, la mayoría de raza blanca, y que odia todo aquello que pueda vincularse a los “inmorales valores liberales” demócratas.

Nadie sabe a ciencia cierta cuál es su origen, pero hay quienes creen que el pistoletazo de salida lo dio en febrero del 2009 el periodista de la NBC Rick Santelli, con su proclama contra la política económica del novel y popular Obama.

El presidente había anunciado un programa de rescate financiero de más de US$ 700,000 millones para evitar el colapso en cadena de los bancos y aseguradoras lo que dio al Estado un protagonismo no visto desde los años posteriores a la Gran Depresión.

Obama pasó a convertirse, según los más radicales, en un “comunista encubierto” y principal enemigo de las libertades individuales.

Agitaron la cosa en Internet los 'blogeros' Erick Erickson (RedState.com) y Keli Carender (Liberty Bell) que dieron munición para la organización de una gran marcha en Washington en noviembre contra los intentos demócratas de una reforma sanitaria.

La marcha fue un éxito rotundo llegando a reunir a más de un millón y medio de personas con pancartas que se oponían a la creación de un seguro de salud público que solo provocaría gastos innecesarios al gobierno, en desmedro de la iniciativa privada.

Obama, y los demócratas hicieron oídos sordos y llegaron al punto de llamarlos “fascistas” por oponerse a un programa social que beneficiaría a los más pobres.

Sus palabras solo han logrado avivar las críticas de los “partidarios del té” que en poco tiempo han dado muestras de una fuerza poco convencional, inmadura programáticamente, pero efectista en términos electorales.

El pasado 19 de enero le tomaron la revancha a Obama y fueron un factor clave para la victoria del candidato conservador y republicano Scott Brown, quien tomó en el Senado el escaño de Massachusetts que le perteneció por 46 años al demócrata Ted Kennedy, muerto en agosto del 2008 víctima de cáncer.

La victoria legislativa fue el mayor golpe político sufrido por el presidente, quien perdió en el Senado la mayoría absoluta de 60 escaños necesaria para pasar sin problemas sus grandes reformas sanitarias y de inmigración, que esperaba se vuelvan los mayores logros de su gobierno.

Boston, como dicen los historiadores, volvió a ser el punto de partida de la vida política norteamericana y un referente para el rumbo del poder en Washington.

¿EN QUÉ CREEN?

Pero un vistazo a lo que pasó en la convención de Nashville nos dice más de lo que es en verdad el “Tea Party”. Un movimiento civil, alimentado por el resentimiento, que se opone a mayores impuestos, tiene un desdén por el gobierno y un inflado patriotismo, que raya en nacionalismo.

En la reunión se escucharon fuertes críticas a la inmigración ilegal, a la que consideran una de las razones del declive de EE.UU. como nación. “La gente que no sabe deletrear la palabra ‘votar’, ni puede pronunciarla en inglés, ha puesto a un ideólogo socialista en la Casa Blanca. Su nombre es Barack Hussein Obama”, declaró el ex congresista republicano, Tom Tancredo, en la convención del “Tea Party”.

“Es ese culto al multiculturalismo, apoyado por los liberales y por la gente de izquierda, que destruye nuestro país. Ellos no tienen el mismo concepto de América que tenemos nosotros", agregó Tancredo; ante el asombro de algunos participantes, que han pedido mayor mesura en los discursos.

El “Tea Party” aún se encuentra en un periodo de definiciones ideológicas, pero sus miembros ya han asegurado que el objetivo principal es participar en las elecciones del 2012 con un “candidato conservador”.

PALIN, LA HEROÍNA

El anuncio lo pone a la par con el Partido Republicano, y hay quienes ven en ambas agrupaciones una conexión sentimental mutua, aunque oficialmente ninguno de los dos ha hablado de alianzas.

Incluso, en la convención en Nashville hubo un coqueteo político cuando en el último día la principal oradora fue la ex candidata a la vicepresidencia por el Partido Republicano, Sarah Palin, un ícono de la nueva derecha norteamericana.

Ante una audiencia entusiasmada que no paraba de gritar “run Sarah run –para que postulara a la presidencia en las elecciones del 2012- Palin llegó a decir que el “Tea Party” es el “futuro de la política en América”.

La ex gobernadora de Alaska atacó a Obama por su “inmoral” despilfarro presupuestario, una diplomacia que presta más atención a los enemigos que a los aliados, y una peligrosa debilidad en seguridad nacional.

Con esa sonrisa de Miss América y su estilo campechano que la han hecho tan popular entre los estadounidenses, Palin declaró inminente una nueva revolución americana y ensalzó  la naturaleza anárquica, espontánea y descentralizada del “Tea Party”.

Según la heroína conservadora: “Deben poner su fe en ideas. No permitan que este movimiento sea definido por un líder u operación. Lo importante es la gente”.

Sus palabras han encontrado eco entre las filas de la nueva oposición, pero muchos se preguntan si el surgimiento de este movimiento sea un arma de doble filo para los conservadores que esperan recuperar la Casa Blanca.

En un sistema bipartidista tan afincado como es el estadounidense la irrupción de un tercer grupo en unos comicios, disminuye las posibilidades de triunfo de los grupos afines ideológicamente.

Pasó, por ejemplo, en 1992 cuando el independiente y conservador Ross Perot le quitó importantes votos al republicano George H. Bush, permitiendo la victoria del demócrata Bill Clinton.

Todavía es muy pronto para saber si Palin se presentará como candidata del “Tea Party”, pero en el Partido Republicano los principales líderes hablan de tomar una decisión ya sobre el futuro de la agrupación.

Los republicanos todavía analizan su derrota en las elecciones del 2008 y dudan si volver al discurso conservador de los ochenta que les dio tan buenos réditos bajo el liderazgo de Ronald Reagan, o virar más hacia el centro –como lo hizo Obama- para captar más votos de grupos importantes como los jóvenes y los hispanos.

Al final, el “Tea Party”, podría terminar captando a los sectores más radicales del conservadurismo norteamericano con la misión de realizar el trabajo sucio que no pueden hacer –por imagen y decencia- directamente  los republicanos.

La víctima más importante de esta nueva oposición sería el presidente Obama, quien se jugará el todo para ganar la reelección en el 2012. Un escenario de pesadilla para el “Tea Party” y para la derecha norteamericana que se resiste a darse por vencida.

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