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REVISTA

PYMES EN LURIGANCHO

Camino a la resocialización
El penal de Lurigancho es sinónimo de hacinamiento, enfermedades, motines y matanzas. Pero también de increíbles historias de esperanza y superación, como la que contamos en las líneas siguientes.
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PYMES EN LURIGANCHO

La mayoría de nosotros tiene la idea de que una prisión es un lugar parecido al infierno en donde un montón de demonios convive en una promiscuidad salvaje que incluye el sexo, las drogas, el alcohol, enfermedades contagiosas y una violencia que no conoce límites, con salsa dura como música de fondo.

Es cierto. Una prisión puede ser todo eso y otras cosas mucho peores. Sin embargo, en la actualidad hay un grupo de internos dispuestos a encontrar un oasis en medio de ese infierno. Un grupo de internos que espera salir de la mala vida en prisión, resarcirse por los errores cometidos y reintegrarse a esa sociedad a la que un mal día agredieron con sus actos delincuenciales.

PYMES EN LURIGANCHO

Carlos Álvarez Osorio es un laico que trabajó durante más de 30 años con el padre belga Hubbert Lanssiers, reconocido por su trabajo en las prisiones peruanas. Cuando el sacerdote falleció, el 23 de marzo del 2006, Álvarez decidió que continuaría con su obra. Y así lo hace hasta la fecha.

Álvarez administra la Asociación Dignidad Humana y Solidaridad, y trabaja directamente con los internos del pabellón 19A encabezados por David Oshita Sánchez y Celso Quispe Condori, quienes dirigen el taller de cerámica, bandera del proyecto que convertirá los talleres de la prisión en pequeñas empresas que funcionarán con todas las de la ley.

Precisamente, cuando voy a visitar la prisión con Carlos Álvarez, quienes me reciben son David y Celso. Al verlos, nadie diría que son internos de una de las prisiones más peligrosas de América Latina. Ni sus gestos ni su manera de hablar ni el tono de sus voces ni sus miradas son las que uno esperaría de un presidiario.

“Cuando le propuse al señor Alfredo Ayme (otro interno del pabellón 19A, con conocimientos de cerámica) implementar un taller, él aceptó y fue así que empezamos esta labor junto a Carlos Álvarez”, me dice David con sus ojos grandes brillando por la emoción de hablar con alguien nuevo, alguien de la calle.

“Encontramos obstáculos”, agrega Celso, acomodándose los lentes que le dan un aire intelectual, “pero nos enfrentamos con paciencia e ideas innovadoras”... y con la ayuda de personas como el juez Carlos Morales Córdova y la licenciada Yolanda Cárdenas, funcionaria del Instituto Nacional Penitenciario (INPE). “Sin el apoyo de ambos, además de Carlos Álvarez, el proyecto no habría podido ni siquiera nacer”.

“Nosotros empezamos con un horno para quemar la cerámica, pero ahora tenemos nueve”, dice David. “Empezamos con una tonelada de arcilla y ahora trabajamos cinco toneladas. Hemos ido creciendo. Con la ayuda de la Asociación, nosotros mismos administramos el proyecto. Nosotros somos responsables de su desarrollo”.

El taller de cerámica empezó en el pabellón 19C en un espacio de dos por dos. Ahora funciona en el pabellón 19A en un área de 1,000 metros cuadrados. El taller cuenta con anexos en los pabellones 3, 5, 7, 9, 10, 11A y B, 12A y B, 16 y 19B y C.

Empezó con 10 personas, pero en la actualidad diariamente asisten más de 120 internos pertenecientes al 19A y unos 200 de los otros pabellones. Anualmente participan en una exposición de cerámica en el Instituto Cultural Peruano Norteamericano (ICPNA). Todo esto en un lapso de dos años.

También se está comenzando a implementar el taller de computación. La asociación que dirige Álvarez ha donado 11 computadoras para que los internos adquieran conocimientos básicos de informática. 

Hace unas semanas firmaron un acta de compromiso con el Poder Judicial y la Defensoría del Pueblo mediante el cual ambas instituciones se comprometían a enviar a sus representantes inopinadamente, dos veces por mes, para verificar que los internos estuviesen trabajando. A cambio, se comprometían a impulsar los proyectos laborales y sociales creados por los internos. 

“Nuestra idea es que las PYMES (pequeñas y medianas empresas) en Lurigancho sirvan a los internos mientras están en prisión”, dice David, “pero también cuando salgan en libertad, como una manera de ganarse honradamente la vida”.

“Calculamos que en junio se habrá terminado esta primera fase de implementación y a partir de ahí todo marchará sobre ruedas. Y si hay obstáculos los venceremos”, agrega Celso.

Cuando me despido de ellos en la puerta de su pabellón, sus miradas no se abaten al regresar al encierro. Por el contrario: caminan con pasos firmes y la cabeza levantada. Tienen trabajo que hacer.

HABLA EL SUCESOR DEL PADRE LANSSIERS

-¿En qué consiste su labor al frente de la Asociación Dignidad Humana y Solidaridad?

Principalmente, continuar con la obra que comenzamos con el padre Hubber Lanssiers hace casi 30 años. Nuestro objetivo es que cada vez mayor cantidad de internos se integren a los talleres que dirigimos en las diferentes prisiones y además seguir creando más talleres de estudio y trabajo.

-¿Cómo ve el proyecto de las PYMES en el penal de Lurigancho?

El taller de cerámica nació luego de que los internos del pabellón 19, con Celso Quispe y David Oshita a la cabeza, mostraron a un grupo de jueces el trabajo que realizaban. Eso despertó interés en los magistrados, quienes quieren colaborar con el proyecto de las PYMES. Esto es importante para los internos, porque están comenzando a comercializar los productos que fabrican en los talleres.

-¿Cuál es la respuesta de los internos?

Están contentos porque se les ha abierto una nueva puerta en sus vidas. El trabajo les trae perspectivas, les hace pensar en un futuro mejor. Además les da un ingreso para que ayuden a sus familias. Y cuando sus hijos vienen a visitarlos y ven los talleres, se dan cuenta de que sus padres no están ociosos sino que están realizando un trabajo. Incluso los mismos niños se interesan por el oficio de sus padres.

-¿Encuentra alguna resistencia de parte de las autoridades?

No me puedo quejar. Cuando fue ministra, Rosario Fernández ayudó mucho. El doctor (Leonardo) Caparrós, ex director del INPE, también. El actual ministro de Justicia, Aurelio Pastor, igual. En algunos funcionarios del INPE hubo cierta resistencia al principio, pero poco a poco han asumido su responsabilidad y ahora todos estamos empujando el coche en la misma dirección.

Tampoco hay que olvidar la enorme ayuda que brinda la Embajada del Reino de los Países Bajos. Ellos fueron los primeros que colaboraron con el padre Lanssiers y a mí me siguen ayudando ahora. El año pasado se sumó la Embajada de España. Petroperú también, que nos apoya con eventos culturales como concursos de poesía y de cuento. La Defensoría del Pueblo, igual. Gracias a ellos hemos podido hacer más sólida esta obra.

-¿Hasta qué punto puede crecer el proyecto de las PYMES?

Los internos están comprometidos. Han comenzado a pedir información sobre el tema. Están leyendo, están revisando las leyes de la SUNAT, etc. Algunos están pensando en crear pequeñas empresas en sociedad entre ellos o con sus familias. Yo creo que eso va a caminar de todas maneras. Ya hay ejemplos de ex internos que salieron en libertad y que ahora manejan sus propias empresas con un oficio aprendido en la prisión.

-¿Qué porcentaje de los internos participa de estos talleres?

En Castro Castro, más de la mitad de la población trabaja en cerámica; es decir, unos 700 presos. Además hacen otras actividades, como estudiar computación o idiomas. En Lurigancho hay más de mil presos trabajando en los talleres. Nosotros empezamos cuando había 12 mil presos en todo el penal. Ahora, con la medida tomada por el ministro Pastor de no permitir el ingreso de un solo interno más, son 9,300 internos.

-¿Cómo puede hacerse para captar a más internos?

Los mismos internos se pasan la voz entre ellos. Unos comienzan a mirar los productos de otros. Poco a poco se van entusiasmando. Además ven que esto les puede proporcionar un ingreso económico.

-¿Cómo ve el trabajo de la Comisión de Indultos, otro de los componentes para la rehabilitación de los internos?

La Comisión está haciendo un buen trabajo. Están llegando directamente a los internos, viendo sus casos uno por uno, y eso es un gran cambio. El doctor Miguel Facundo (presidente de la Comisión) está haciendo una gran labor que los internos valoran mucho. Ojalá que esto continúe.

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