Muy
puntual. Llegó en un taxi a las cuatro de la tarde, ni un minuto más ni un
minuto menos. Con una sonrisa en los labios, se detiene y nos saluda como si
fuéramos personas que no veía hace mucho tiempo. De entrada nos dice, al percibir
nuestras miradas, que "si no estás seguro de lo que eres jamás lograrás nada". Es
Sibel.
Pero,
¿qué tiene de singular esta limeña de 37 años que suscita la atención de todos
aquellos que la vemos en ese momento? Algo que la diferencia fundamentalmente
de la mayoría. Su tamaño… y es que nació con acondroplasia,
enfermedad que afecta al crecimiento de los huesos, ocasionando así el tipo más común de enanismo.
"De
pequeña no sentía la diferencia… pero al promediar los siete años, cuando salía
con mi mamá a la calle, no dejaban de voltear a vernos y fue allí cuando
comencé a preguntarle por qué nos miraban tanto", recuerda y comenta, como quien
dice que no tenemos por qué preocuparnos, pues no somos los primeros en mostrar
cara de sorpresa al verla.
"Ya
en el colegio era siempre la primera de la fila… cada año, cuando volteaba,
veía a mis compañeros más grandes… esto me preocupaba. Con el tiempo noté que
para mi mamá era un poco difícil explicar las cosas y decidimos asistir, junto con
mi papá, a unas charlas de orientación para poder hablar con más comodidad sobre
el tema", recuerda.
Siby,
como la llaman cariñosamente muchos que la conocen, prosigue con sus recuerdos,
que con el paso de los años, ya durante el periodo de su adolescencia, le
resultaba un poco difícil interactuar en reuniones sociales, sobre todo al
momento de bailar. Sin duda los chicos las preferían más altas. "aunque eso o
me hacía sentir mal", afirma con una sonrisa.
"Una
vez asistí a un compromiso y alguien que no conocía me preguntó qué deseaba
estudiar. Yo que me encontraba en el dilema de ser profesora o psicóloga, le
respondí que quería ser profesora. Esa persona me dijo: tú profesora, ¡qué
ejemplo va a recibir mi hija si tú fueras su profesora!", relata meditabunda
Siby.
Ella
no entendió si la intervención de esta persona era una broma, halago u ofensa,
pero sin perder la compostura, asimilando el propósito, y siempre sonriente le
dijo: "yo puedo buscar el medio por el cual su hija entienda que soy una persona
mayor… le enseñaría a ser más sensible con el resto de la gente… sentimiento
que no muchos tienen".
Fue
suficiente. Aquella persona sin proponérselo estimulo positivamente a Siby. A partir
de ese momento, se impuso la tarea de demostrar que a uno no se le debe medir por
la estatura sino por cuán lejos puede llegar. Haré todo para que la gente deje
de tener esos prejuicios con respecto a los que, por alguna razón, somos
diferentes, seguro pensaría Siby, y se lanzó a la conquista de su destino.
Así
terminar el quinto año de secundaria, decidió estudiar psicología. Escogió
Puesto
que todos somos capaces de hacerlo, ella se lo propuso y lo logró. "Para nada
me he sentido frustrada, tengo confianza en mí y en la gente que me conoce y
rodea, sé que me respetan como profesional y persona por lo que he demostrado.
Sé lo que puedo hacer", afirma, recordando el trecho recorrido a lo largo de su
singular existencia.
A
los 25 años, en 1996 fue incorporada a Pro-Joven, programa del Ministerio de
Trabajo. Ahí estuvo hasta el año 2000. Los integrantes eran jóvenes que venían
de los entonces denominados conos de Lima. El día que la presentaron ante los
integrantes del taller, lo hicieron diciendo: "ella es pequeña pero grande… les
va a enseñar mucho, verán".
Confiesa
hoy, 12 años después de lo ocurrido, sin perder nunca la sonrisa que llena todo
el espacio donde se lleva a cabo la entrevista, que gracias a esa presentación
sintió muchas más confianza en ella, en su capacidad, tomando conciencia de mis
posibilidades. "Salí al frente y me paré de cara al grupo… y empecé a mostrar
lo que hasta entonces había logrado", nos dijo.
Sibel
aún es soltera pero no descarta la oportunidad de ser mamá. Ahora labora en una
empresa privada, donde fomenta talleres de autoestima y desarrollo para
jóvenes, trabajo que la llena de infinita satisfacción. Como ella misma dice, "si
te sientes seguro lograrás tus metas por más grandes que estas sean". Su vida
es la prueba fehaciente.