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REVISTA

TRABAJADORA SEXUAL

Más que una dama de noche
Una trabajadora sexual es una mujer que decide dar un servicio sexual, una mujer que busca su sustento en las caricias de otro cuerpo y que no mezcla sus afectos a la hora de entregarse toda. El 2 de junio se celebra el Día Internacional de la Trabajadora Sexual, una fecha que debe servir para reflexionar sobre la prostitución sin prejuicios y sin estigmas.
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TRABAJADORA SEXUAL

Dicen que la prostitución es el oficio más antiguo del mundo y también es el quehacer más desacreditado y rechazado socialmente porque involucra sin sutilezas al sexo. Nada puede estar libre de señalamiento si en su desarrollo interviene algún contacto sexual; aunque este sea voluntario y legal.

Mucha gente ignora que el trabajo sexual no es un delito o crimen en el Perú siempre y cuando lo ejerza hombres y mujeres mayores de edad, con las requeridas condiciones de salubridad.

Por qué entonces debería ser un acto reprochable. Finalmente es un intercambio comercial entre dos personas adultas. Lo cuestionable para muchos es el producto.

Hace poco escuché a Angela Villón, presidenta de la organización por los derechos de las trabajadoras sexuales en el Perú Miluska, Vida Y Dignidad, decir que ellas venden fantasías, y me pareció interesante verlo desde esa perspectiva.

No solo porque la definición viene de una mujer que fue trabajadora sexual y no por eso anuló sus posibilidades de ser mujer digna, mamá, esposa y dirigente social, sino porque le da forma al servicio que ofrecen desvistiéndolo de suciedad y malicia.

EL ORIGEN DEL 2 DE JUNIO

Junio de 1975, día dos, ciudad de Lyón Francia. Aproximadamente 150 trabajadoras sexuales tomaron la Iglesia de St. Nizier para protestar contra el abuso, asesinatos y violencia de la que eran víctimas. Una revuelta social que generó el apoyo y solidaridad de la población y la liberación del silencio en el que las trabajadoras sexuales vivían.

Gritar quiénes son, decir en voz alta que necesitan reglamentación que las proteja, exigir con todas sus letras a los gobiernos y autoridades mejores condiciones para ejercer su trabajo, son algunos de los reclamos que ese emblemático día se escucharon en Francia, al pie de una iglesia que solo en la figura de María Magdalena las reconocía, por supuesto solo después del arrepentimiento absoluto.

La huelga y protesta se extendió poco a poco a otras ciudades, uniendo así a las trabajadoras sexuales en una sola voz que llegó a Marsella, Montpellier, Grenoble y París.

En nuestro país también hemos tenido manifestaciones organizadas por Miluska, Vida Y Dignidad en las que se exigen la validación de sus derechos y se busca preservar lo que ellas consideran el principal objetivo de su institución: defender los derechos humanos de las trabajadoras sexuales, dado que la violencia ejercida por la autoridad policial y municipal pone en peligro la seguridad de todas y lamentablemente va en constante aumento.

Un fin legítimo ya que al no ser un crimen no habría sentido para la encarnizada persecución. Sin embargo, también es una realidad que la presencia de las trabajadoras sexuales en calles y esquinas no es la mejor manera de ejercer su trabajo, por ellas mismas y la inseguridad que esta exposición supone, y por los vecinos de esas calles y esquinas que se incomodan con esta labor, que podría estar acompañada de otras situaciones también violentas.

Por eso es muy importante para nuestra sociedad e idiosincrasia naturalmente cucufata y discriminadora que la asociación Miluska, Vida Y Dignidad haya aparecido en escena.

El 29 de octubre del 2002 dio inicio a sus actividades en las que se cuentan la capacitación y formación de las trabajadoras sexuales para que ellas mismas recuperen su dignidad y autoestima. Cuidando su salud, protegiéndose de las ETS (enfermedades de trasmisión sexual). Y sobre todo creo que el mejor aporte es haberle puesto un rostro no denigrado a la prostitución en el Perú.

La primera vez que vi a su presidenta Angela Villón en la televisión, sin cubrirse con un mosaico la cara, pude ver en ella un rostro diferente. Era una mujer guapa, preparada, que defendía su esencia más vulnerable, que confesaba públicamente haber sido trabajadora sexual y no se arrepentía. No pedía perdón. Esa acción de auto dignificarse me impresionó mucho.

Y fue muy esclarecedor para mí, verla después en el Congreso de la República en el Foro Trabajo Sexual y Trata de Personas hablando y sustentando una posición legítima, definiendo a viva voz su identidad de trabajadora sexual, reclamando una mirada más justa para las prostitutas y rechazando la prostitución infantil. Un hecho relevante que debe ser destacado por la implicancia social que esconde.

Una trabajadora sexual es una mujer, un ser humano que debe poder desarrollar su vida cotidiana como cualquier persona; sin señalamientos y escondites, sin violencia, golpes y asesinatos; sin persecuciones agresivas y denigrantes.

La problemática de la prostitución es muy compleja porque está vinculada al qué hacer y a dónde hacerlo. Las llamadas zonas rosas son una posibilidad pero al momento de plantear los escenarios y distritos en los que estarían los prostíbulos formales, la sociedad civil y alcaldes incluidos sacan las garras para evitar que sus calles alberguen a las trabajadoras sexuales.

Una situación enmarañada que se disfraza de pecado y así también la Iglesia pone su cuota de segregación. Además, no olvidemos que para que exista prostitución existen clientes, hombres solteros y casados que por diversas razones buscan y necesitan a las trabajadoras sexuales. Entonces ellas no son todo el problema, sino el conjunto de elementos que arman este rompecabezas de besos y monedas.

A diferencia de otros días reseñados en este espacio seguramente este sea el menos popular y querido, pero desde aquí queremos recordarlo porque hay que seguir rompiendo las barreras que separan a un ser humano de otro. La trabajadora sexual es una mujer capaz de amar y ser amada más allá de su cuerpo y su necesidad.

MÁS DATOS:

Una trabajadora sexual es una mujer, un ser humano que debe poder desarrollar su vida cotidiana como cualquier persona,

Aproximadamente 150 trabajadoras sexuales tomaron la Iglesia de St. Nizier para protestar contra el abuso, asesinatos y violencia de la que eran víctimas.

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