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REVISTA

DE PASEO EN EL METROPOLITANO

Crónica de un día cualquiera
Dejemos por un momento de lado las críticas y problemas que el Metropolitano ha presentado desde el inicio de sus pruebas y pensemos en lo que un sistema de transporte de esta magnitud significa para una ciudad tan caóticamente congestionada como Lima.
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DE PASEO EN EL METROPOLITANO

Eran aproximadamente las dos de la tarde y pensé en ir al centro a comprar ciertos instrumentos de cocina. Me ubicaba cerca del puente que está en el cruce de la avenida Angamos y Paseo de la República, precisamente donde hay una estación del Metropolitano. Decidí utilizar este transporte, como muchos, para “novelear” un rato y quizá, llegar más pronto a mi destino. 

Gracias a mi trabajo he podido conocer algunos de los grandes sistemas de transporte urbano en el mundo, como los subterráneos de Nueva York, Madrid y el organizado sistema de transporte en Jerusalén, Israel. Todos son de gran categoría. Tienen una señalización clara y una precisión envidiable. Las horas se respetan al minuto y el orden y la limpieza son religión.

Al ingresar al Metropolitano recordé estos mismos sistemas. No se puede negar que los buses son increíbles, modernos, amplios, ventilados, con sillas muy cómodas e inclusive con televisores y pantallas electrónicas que indican a los usuarios la siguiente estación. Su caminar es lento pero a pesar de ello llegué a su última estación, en el centro de Lima, en 20 minutos. Un récord para la dramática congestión vehicular de Lima.

Los usuarios del Metropolitano se confunden en una marea variopinta al llegar a la última estación. Muchos están aprovechando que su uso es gratuito para ir y venir continuamente en un paseo prolongado al que se suman mamá, papá, hijos, abuelos, primos, tíos, etc. Todos suben cual marea al bus e intentan sentarse en los mejores lugares para disfrutar del panorama.

Sin duda es un buen panorama. El camino de la vía expresa es tranquilo y directo; sin embargo, hasta ahora no he podido disfrutar del tramo que va hacia Chorrillos, el más conflictivo hasta el momento, quizá porque no cuenta con la protección de una vía expresa y tiene varios cruces en su recorrido.

En conclusión viendo la comodidad y practicidad, este sistema de transporte puede funcionar, pero para ello necesitamos reforzar la cultura y educación vial de todos los peruanos. No cruzar sin mirar a ambos lados, respetar las luces del semáforo, no caminar por la vía pública hablando por teléfono, entre otras malas actitudes a la que los peruanos estamos acostumbrados y que parecen formar parte de nuestra idiosincrasia vial.

Sentada en una de las sillas del Metropolitano me proyecté al futuro y deseé de todo corazón que este sistema funcione a la perfección por el bienestar de todos los peruanos... y que pueda viajar cómodamente en unos años sin ver las bancas garabateadas con lapiceros o correctores, las paredes pintarrajeadas y los conductores desaseados. Solo el tiempo lo dirá.

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