-Sr. Embajador, cuatro rondas de negociaciones y la paz ha sido esquiva en Medio Oriente. ¿Qué puede hacer la diferencia esta vez?
Nunca es posible prevenir en qué momento serán los participantes lo suficientemente maduros o el tiempo o las circunstancias internacionales, para que una conversación pueda cambiar la realidad. Quizá esta vez sí lo sea.
-¿Pero un gobierno de derecha en Israel no dificulta las negociaciones de paz?
Al contrario. Lo interesante de estas conversaciones es que el líder que participa, Benjamín Netanyahu, proviene del sector de la derecha, del Partido Likud. No se espera que el proceso tengas muchas críticas como en anteriores conversaciones de paz. Aunque, es bueno aclararlo, no es ninguna garantía de éxito.
-Ud. habla de madurez, ¿cree que el pueblo israelí esté listo para firmar por fin un acuerdo de paz con los palestinos?
Estoy convencido de que si el gobierno israelí presenta al público un acuerdo que finalmente permita una coexistencia entre Israel y sus vecinos, la población lo va a apoyar. No hay duda. Las experiencias que hemos tenido en el pasado demuestran que cuando ha sido posible, aun con retirada de territorios, hemos apoyado.
-¿Y a los palestinos cómo los ve?
Es necesario que ellos muestren una posición más flexible. Es posible que, bajo la amenaza de un Irán con poder nuclear en los próximos años, los árabes puedan apoyar más a las fuerzas pragmáticas y moderadas de los palestinos para lograr un acuerdo de paz.
-Hay quienes creen que Netanyahu está atado de manos por su propia coalición. Hay partidos que se oponen a la evacuación de asentamientos en Cisjordania.
Si el Primer Ministro encuentra en el lado palestino la disposición para lograr la paz, él puede convencer a su propia coalición para que lo siga, o en todo caso, cambiarla porque goza de un apoyo público enorme.
-Los palestinos no están tan seguros de eso.
A mí me parece que en el lado palestino hay cierta estrategia para mostrar cierto pesimismo en las negociaciones. Creo que ellos no tienen el suficiente apoyo de su pueblo para mostrarse flexibles para alcanzar la paz. Y para ocultar esa dificultad prefieren hablar de las debilidades del lado israelí. El problema es que si el pueblo pierde la confianza en una solución negociada, aumenta el apoyo a Hamás.
HAMÁS, EL GRAN OBSTÁCULO
-¿Es imprescindible la salida de Hamás si se quiere llegar a aplicar los futuros acuerdos ?
La verdad no lo sé. Aunque es posible que Hamás cambie de postura o desaparezca en un momento dado. Lo que sí es cierto es que si no hay una disminución de la influencia de los extremistas islámicos en el lado palestino, no habrá paz.
-¿Y cómo sacar a Hamás del camino?
Me parece que esa es una pregunta cuya respuesta no tiene ningún líder mundial. Desde nuestro lado lo único que podemos hacer es crear el ambiente para conquistar los corazones y las mentes del pueblo palestino para que apoyen a aquellas partes que buscan la paz.
Por ejemplo, a los palestinos de la Franja de Gaza hay que demostrarles que las negociaciones pueden llevarles a una mejora sustancial de su calidad de vida.
-¿Israel podría influir en la política palestina?
No, en absoluto. Nosotros hemos tenido experiencia en tratar de influir en los pueblos de alrededor y hemos llegado a la conclusión de que no se puede. El cambio en el pueblo palestino depende solo del liderazgo palestino.
LA ESPINA DE LOS ASENTAMIENTOS
-¿Por qué Israel decidió una moratoria en la construcción de asentamientos hace unos meses?
Fue para permitir el inicio del diálogo con los palestinos pero ellos nunca lo vieron como una oportunidad.
-Se suspendió en Cisjordania pero se mantuvo en Jerusalén.
En los últimos 10 meses tampoco hubo construcciones en Jerusalén, pero fuera de esta consideración, la ciudad es capital de Israel y eso nos hace tener ciertos derechos. Hay que recordar que en anteriores negociaciones nunca se fijó como condición el congelamiento de los asentamientos.
-La presencia de colonos judíos dificulta la viabilidad de un Estado palestino.
Para nosotros es injusto y difícil aceptar la terminología de “colonos” en Cisjordania, porque esa también es la antigua tierra de Israel. Muchos lo ven como volver a su tierra anciana, donde nació el pueblo judío.
-Se estima que son 300,000 los judíos que viven en los territorios ocupados en la guerra de 1967. Si siguen construyendo será prácticamente imposible evacuarlos.
Es cierto que hay una serie de opiniones sobre este tema en Israel, pero repito, estamos convencidos de que si la salida de un territorio garantiza la paz, la apoyaremos.
Muchos en Israel, incluso aquellos que viven en Cisjordania, o Judea o Samaria, apoya las declaraciones del canciller Avigdor Lieberman –que vive en la Ribera Occidental- quien dijo recientemente que si una retirada establecerá una relación de paz con los vecinos árabes, él dejaría su propia casa.
-¿El gobierno de Netanyahu ratifica, entonces, el principio de “paz por territorios”?
El gobierno exige, antes que nada, garantías de seguridad. No queremos repetir la experiencia de la Franja de Gaza y el Líbano que tras la retirada israelí se han convertido en base de lanzaderas de cohetes hacia territorio israelí.
-Según este punto de vista, la línea verde está caduca. ¿Qué pasará con los miles de judíos en Cisjordania?
Los palestinos podrían mostrar cierta flexibilidad en el tema de las fronteras. Ahora, no es imposible que lleguemos a un acuerdo que permita la continuación de existencia de judíos en Cisjordania, bajo soberanía palestina. No hay que verlo como una situación demasiado dramática.