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REVISTA

"NUESTRAS ORGANIZACIONES NO CONOCEN LOS PROBLEMAS DE LA MINERÍA"

Alberto Giesecke
Para el reconocido polítologo, Jefe de la Unidad de Cambio Climático de la Comisión Nacional de Medio Ambiente (CONAM), el problema de la minería informal debe verse como una interrelación parasitaria que nos genera millonarias pérdidas y debe solucionarse con una participación más inteligente del Estado. Tarea pendiente para el nuevo Ministerio de Medio Ambiente.
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'NUESTRAS ORGANIZACIONES NO CONOCEN LOS PROBLEMAS DE LA MINERÍA'
¿Cuál es la situación de la minería informal en el Perú?
Hay lugares que tienen una connotación especial de medio ambiente, lugares donde la situación ambiental es buena y no tienen una situación depredadora entre los elementos sino una especie de simbiosis, pero hay otros lugares donde hay parasitismo. Si nos referimos concretamente al tema de minería informal hablamos de una relación parasitaria entre un grupo humano y el medio ambiente a diferentes escalas, desde el grande hasta los pequeños mineros artesanales que están trabajando en vetas que ya no le son rentables. Tenemos los casos de Huaypetue, Ananea, Puerto Maldonado, Puno y también el área colindante con la frontera con Bolivia. Esta es una minería que trabaja con una tecnología capaz de cambiar todo el paisaje de cientos de hectáreas y que confunde a los ministerios y empresas en cuanto a su clasificación, no se sabe si son artesanales, medianas o pequeñas minerías.
 
¿Hablamos de empresas formales que brindan servicios a la informalidad y que forman parte de esta cadena?
Efectivamente. La minería informal alquila las maquinarias a precios tan altos que imagino que la ganancia del oro se realiza ahí, porque el pago es con oro. Hay una red de intereses que son parte del sistema. Es una lacra, un cáncer y esta enfermedad es parte del sistema humano. Por eso debemos hacer algo.
 
Pero para hacer algo debemos saber ¿cómo nos afecta esta minería a los peruanos?
Empecemos por lo más sencillo. Por ejemplo, conozco una mina en la parte alta de Ananea; ellos empezaron a poner orden para cambiar sus errores en la relación con el medio ambiente. Sin embargo, luego de trabajar por 10 años y recuperar un tramo de su río, ahora éste se vuelve a contaminar por la informalidad. Es preciso saber que estamos hablando de un sistema y todas las partes se interrelacionan; basta que un sector esté mal para que todos lo estén. Por el lado de los propios yacimientos, la tecnología que aplica la minería informal es un desperdicio, no se saca provecho de todo el oro, no pagan impuestos y es el país el que pierde. Además se suma el impacto sobre el ambiente. Las zonas donde ellos operan son riquísimas en bofedales, ganadería y todo tipo de productos agrícolas. Sin embargo, todo esto se depreda. Se convierte en un paisaje lunar, donde no hay vida y se atenta contra el medio ambiente. Los bofedales mueren y luego lo hace el ganado; lo peor es que en la zona viven personas que se quedan sin nada.
 
Es una situación muy grave que sin embargo parece no bverse a simple vista…
El problema es que esto no se ve en Lima, nuestras instituciones no lo ven. Por eso es necesario que el nuevo Ministerio de Medio Ambiente tenga capacidad de hacer algo, de tener incidencia. Estas cosas no se ven de lejos. La visión de los ministerios es “falta esto, esto y aquí”, todo en su especialidad, pero la visión que da el conjunto es que todo el organismo está mal. En CONAM tenemos capacidad de coordinar, pero es una invocación piadosa. Es necesario tener leyes y normas, pero también hay que poder incidir. Este es un punto fundamental que no existe y que, por lo tanto, hay que tomar en cuenta.
 
¿Y cómo se puede sobrellevar este problema si las autoridades no lo ven?
Para resolver este tema hay dos cosas. Primero, capacidad de acción, el segundo, fuerza y política. En este último, el Ministerio del Interior debe tener una política clara, enviar a la fuerza policial y no permitir que se siga desarrollando esta actividad; mientras el Ministerio de Energía y Minas debe acceder a un mayor conocimiento de las causas y de cómo reordenar ese paisaje lunar y acabar con la contaminación. Desde esa perspectiva, estamos, como se decía antiguamente, “a poncho”, es decir, “nada que ver”, pero que hacemos, ¿llorar?...no. Lo que debemos hacer es ponernos en la situación de prueba y error a fin de encontrar la solución.
 
¿Y la población de la zona que opina al respecto?
La desconfianza en las autoridades es tremenda. Esta se genera por la falta de comunicación y porque nuestras instituciones no están adaptadas para confrontar esta situación. Aquí tenemos otra responsabilidad del Ministerio del Medio Ambiente, que debe ser una institución con capacidad de respuesta específica al problema. Si esto no se va a hacer con el ADN de toda la administración pública,
no estará preparada para ser la autoridad ambiental.
 
Si tuviéramos que explicarlo con cifras, ¿Qué tan grande es el problema?
Esta es una actividad muy rentable. Hay comunidades enteras que se dedican a esta actividad, por ejemplo Ananea es un pueblo que tiene 20 mil habitantes. Es decir, ya no se está relacionando uno con un par de aventureros, sino con todo un pueblo que es una sociedad como cualquier otra, con internet y televisión, solo que vive en medio de un paisaje lunar y un frío espantoso. Ya no estamos hablando de una situación que se puede cambiar o erradicar así por así. Hay una economía muy fuerte que se articula a su alrededor.
 
¿Y cómo podemos eliminar esta actividad que está tan arraigada en su vida?, por ejemplo, en el caso del narcotráfico, muchas personas viven de esta actividad ilegal pero que les da sustento.
Entiendo lo que dice, aunque hay diferencias. El narcotráfico y la minería ilegal tienen de común denominador ser una economía subterránea, pero en el caso de la última estamos hablando de un negocio que está fijado a un yacimiento y que se puede ordenar si buscamos la vía del pueblo y de una interrelación más inteligente a partir del Estado. Ellos pueden tener mayor rentabilidad si aprenden a explotar todas sus capacidades. Y para esto hace falta la intervencióndel gobierno… Nosotros ya hemos empezado con recomendaciones: no crees más afluentes; apoyemos al Ministerio de Energía y Minas para que dé una solución técnica al problema; gestionemos para que asigne recursos; que la Policía Nacional y el Ministerio del Interior estén presentes. Lo importante es la relación con las colectividades. La idea es que se formalicen, pero no colocando un cartón en la pared que diga simplemente “Formalícense”, sino que se deben realizar procesos entre las personas.
 
¿Considera que hay una falta de información sobre el problema ambiental y por eso no se generan soluciones?
Más que información yo hablaría de falta de conocimiento y causa. Nuestras organizaciones no conocen y no están preparadas para acceder al conocimiento de los problemas de la minería pero si para hacer estudios, aunque esto resulte una contradicción. El tema del medio ambiente no es uno sectorial, aunque toda la administración dice que lo es. La organización y el conocimiento de los temas ambientales tienen que basarse en lo que ahora llamamos “enfoque ecosistémico”, es decir, de manera global.
 
Si esto no ocurre y prevalece el modelo actual que está basado en sectores, ¿qué pasará?
Estos sectores, aislados en el papel, en la práctica están actuando en un sistema real y tienen la capacidad de ser más que el todo. Un solo sector puede vetar y hacer trastabillar a los demás y esto lo vemos todos los días. Cuando uno de ellos tiene la competencia y manda a explorar determinado lugar. ¿Quién ve la interrelación de la exploración y las consecuencias que genera en el agua, en la población y la tecnología? El Perú es sumamente frágil y nuestras autoridades tienen muy poca capacidad para ver los parámetros tecnológicos. Prima el elemento legal y burocrático, más no el técnico.
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