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El tortuoso viaje de Tony Blair

Ex primer ministro británico publica sus memorias
A journey es un éxito en ventas pero ha recibido críticas por lo que dice, pero especialmente, por lo que calla el antiguo líder de los laboristas.
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El tortuoso viaje de Tony Blair

¿En qué momento se hizo tan insoportable?, ¿cuándo fue que pasó de ser el político más carismático y amado del stablishment británico a ser el más odiado? Porque los han habido intrascendentes como James Callaghan, acartonados como John Major, y hasta tomados por tontos como Gordon Brown. Pero Tony Blair ha visto su imagen caer más allá del suelo… al mismo infierno.

Winston Churchill ya lo dijo una vez: “El pueblo que un día te encumbra y te clama como héroe, al día siguiente te expectora sin contemplaciones. Está en los genes de los británicos”.

Blair no lo creía. Él siempre pensó que sería adorado y tenía motivos para confiar en su legado histórico. Desde 1997 dio al Reino Unido el mayor periodo de prosperidad económica que jamás haya tenido y alineó la política exterior británica –otrora imperial– a la defensa de las causas justas, las “guerras morales” como la campaña militar en Kosovo que puso un alto a los abusos de Slobodan Milosevic.

Luego llegó el 11-S, la guerra en Afganistán y en el 2003 la invasión de Iraq. Su gobierno no volvió a ser el mismo, perdió la brújula, y el bueno de Tony se convirtió en el villano que terminó por renunciar en el 2007, en medio de las críticas del pueblo, la oposición y hasta de sus propios hermanos laboristas.

En estos tres últimos años de exilio autoimpuesto, Blair, quien se considera un hueso duro de roer, se fijó una sola meta: redimirse ante su pueblo. Quería tener la última palabra y decir lo que él consideraba su verdad, por lo que decidió concentrar sus energías en escribir sus memorias.

Hace unas semanas, su esfuerzo dio sus frutos. Salió a la luz pública A journey, una obra de más de 600 páginas que se ha convertido en un éxito de ventas y en la comidilla de chismes de todo Londres.

La historia, calificada por algunos como un resumen de rivalidades políticas, guerras y esperanzas perdidas, deja al descubierto el verdadero pensamiento Blair, sus aciertos y la ratificación de sus errores.

El ex primer ministro dista mucho de ser el político correcto que siempre aparentó. Se presenta como un ser humano ambicioso, egocéntrico, manipulador –al igual que Lady Di–, pero al final de cuentas con la misión, según dice, de servir a su país, y por qué no, al mundo.  

Fue este último objetivo el que lo decidió a ir con Bush a la guerra en Iraq para destruir las armas de destrucción masiva de Saddam Hussein.

En A journey, Blair asegura que nunca previó la “pesadilla” que se desataría tras el derrocamiento de Saddam y que no anticipó el crecimiento de Al Qaeda en la región.

A Bush, su compañero de aventuras militares, lo llama un “verdadero idealista” y un hombre de “integridad genuina”. “Recientemente se me preguntó cuál de los líderes políticos que había conocido tenía mayor integridad: Puse a George el primero de la lista. Algunas personas estaban horrorizadas... pensando que bromeaba. Él tiene una integridad genuina y más coraje político que ningún líder que yo haya conocido”, dice.

Sus palabras no han hecho más que encender la indignación de muchos en Gran Bretaña, sobre todo entre los grupos pacifistas y defensores de los derechos humanos que han recordado que la aventura moral de la dupla Bush-Blair ha dejado un cuarto de millón de iraquíes y más de 5,000 militares muertos. Blair, como dicen, está ciego del alma.

“¿Es un loco o un psicópata? Parece que el loco no sabe diferenciar el bien del mal, mientras que el psicópata sí sabe, pero no lo hace”, escribió Víctor Dedaj en Le Grand Soir.

En el libro no hay mea culpas, ni palabras de perdón por las muertes ocasionadas. En el fondo, Blair parece creerse sus mentiras y para callar a sus críticos –y su conciencia– apela a la caridad efectista.

Según ha dicho, donará las regalías de sus memorias a la Real Legión Británica, un centro de recuperación de soldados heridos y ya adelantó un cheque de US$ 6.2 millones.

Pero, ¿puede el dinero comprar el perdón de los británicos?, o, peor aún, ¿puede borrarles la memoria histórica y aceptar como credo oficial las explicaciones del ex primer ministro?

Sus allegados dicen que Tony Blair, en su megalomanía, ve a A journey una “carta de amor” con la que espera reconquistar a su público. Hasta ahora la gente lo está leyendo, pero los huevos y tomates que recibe en cada presentación sugieren que está muy lejos de ser tomado en serio.

Después de todo, Sir Winston Churchill tenía razón.

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