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REVISTA

La selección de fútbol se juega su destino

Escándalo en Panamá
El martes 12, la selección peruana de fútbol perdió en Panamá ante el conjunto local por 1-0. Horas después, tres jugadores salieron del hotel donde se concentraba el equipo nacional para dirigirse a un casino cercano a pesar de la prohibición expresa del director técnico Sergio Markarián. La historia recién comenzaba.
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La selección de fútbol se juega su destino

Dos días después de la derrota, el jueves 14, dos diarios nacionales y un portal panameño revelaron que John Galliquio y Reimond Manco habían salido a “festejar” la mala actuación ante el país centroamericano en el casino Veneto, a pesar de la orden específica de Markarián de permanecer dentro de las instalaciones del hotel.

También hablaron de un tercer jugador que se especuló que podría ser Roberto Guizasola, Johan Fano o Jefferson Farfán. Al final se comprobaría que el tercer culpable era el atacante del Schalke 04.

Según los tres medios de comunicación, los futbolistas salieron del hotel en la madrugada, vistiendo el buzo oficial de la selección y acompañados por una mujer. En el trayecto hacia el casino, se quitaron la casaca de la selección y se pusieron una chompa sin distintivos. Permanecieron en el Veneto hasta las cuatro y media de la mañana.

En un primer momento, Manco negó haber salido del hotel. “Yo solo puedo decir que nunca salí de madrugada, todo eso me sorprende”, señaló el jugador, y añadió: “Cada cosa que inventa la gente…”

Sin embargo, el viernes 15, Markarián confirmó la noticia ante la prensa deportiva a su salida de la Videna. “Hemos hecho una investigación y vamos a castigar a quien tengamos que castigar”, manifestó. “Tengo dos jugadores comprobados, pero no quiero referirme al tercer jugador todavía porque quiero investigar más el tema”.

Luego añadió: “Los jugadores que yo confirme que están en indisciplina se quedan fuera de la selección. Me duele muchísimo. Esto es peor que haber perdido el partido, pero acá la cosa es clara: o quieren a la selección o quieren joder. Si quieren joder, que no estén en la selección”.

El uruguayo también dijo que uno de los involucrados intentó engañarlo haciéndose el inocente. “Me llamó de manera vergonzosa para decir que no estaba metido en eso”.

El lunes en la mañana, el uruguayo volvió a declarar. “Ya están confirmados los tres, no van a estar en las próximas convocatorias”, refirió en una accidentada rueda de prensa en la Videna. Cuando los periodistas le pidieron los nombres de los jugadores, contestó: “Son los nombres que manejan ustedes. Yo no quiero decirlos porque no quiero lastimar ni a ellos ni a las familias”.

De esta manera, corroboraba indirectamente la información de la prensa: Manco, Galliquio y Farfán eran los culpables.

Luego agregó: “Estoy golpeado porque creo que (estos actos de indisciplina) dañan a la selección. Yo amo a mis jugadores, incluidos a estos, pero es como cuando los hijos se equivocan. No lo puedo dejar pasar porque se entendería como que estoy de acuerdo. Estoy con mucho dolor porque además lastima a la selección”.

Ciertamente, el rostro desencajado del uruguayo lo decía todo. A pesar de la experiencia acumulada a través de los años, con batallas perdidas y ganadas, se le notaba decepcionado, abatido.

Consultado sobre si consideraba que el caso de Panamá tendría alguna equivalencia con el caso de Los Inkas Golf Club de hace dos años, cuando José del Solar era el técnico, Markarián manifestó que a simple vista no parecían revestir la misma importancia.

El lunes en la noche corrió el rumor de que Farfán y Manco habían hablado por teléfono con Markarián para pedirle perdón por la desobediencia en Panamá. Los jugadores habrían señalado sentirse “arrepentidos” y “dolidos” por lo ocurrido esa noche. Según la misma información, Galliquio no habría conversado con el entrenador uruguayo.

La prensa deportiva especuló entonces sobre un posible perdón a los implicados. El seleccionador había dicho que amaba a sus jugadores, incluidos a estos, y de alguna manera los había llamado sus hijos. Parecía previsible entonces que, después de escuchar las disculpas de Farfán y Manco, terminaría perdonándolos.

Todo indica que no será así. El martes en la noche, Markarián decidió cerrarle el paso a las especulaciones y dejó en claro que Jefferson Farfán, Reimond Manco y John Galliquio no volverán a la selección mientras él sea el técnico.

“Quiero despejar dudas. Fui muy claro con ellos. Esos jugadores no van a volver a ser convocados mientras yo esté acá. Nunca más. No hay por qué dudarlo. Lo he analizado todo con mi comando técnico y está todo claro. Lo que me queda es seguir trabajando”.

SANCIONES

¿Cuál será la sanción oficial que recaerá sobre los tres futbolistas? Por lo pronto, Markarián ya elevó su informe a la Federación Peruana de Fútbol (FPF), que será la que verá el caso de Panamá, aunque en un primer momento se dijo que sería la Comisión de Justicia (CJ) de la misma Federación.

El técnico charrúa ha recalcado que no volverá a convocar a ninguno de ellos mientras sea técnico del Perú y que será la FPF la que dará forma administrativa a la sanción. La sanción de la Federación iría de tres a dieciocho meses fuera de la selección.

Cambiante y apasionada, la afición está dividida. Algunos hinchas piden que se castigue de por vida a los implicados, mientras que otros sostienen que el Perú no se puede dar el lujo de prescindir de por lo menos dos de ellos (Manco y Farfán).

¿El Perú se puede dar el lujo de prescindir de Manco y Farfán? Discutible. Si juegan ellos, ¿está garantizado que clasificaremos al mundial de Brasil? No. Si juegan ellos y están en una buena tarde, ¿tendremos mayores posibilidades de ganar los partidos que nos permitan soñar con una clasificación? Sí. Sin duda, son buenos jugadores. Aunque eso no asegure nada.

En cualquier caso, la decisión de Markarián parece inflexible.

Por otro lado, con juergas o sin juergas, con sanciones o sin sanciones, lo único que los hinchas le piden a su selección es que gane sus partidos. Ni siquiera que jueguen bien, solo que ganen los encuentros de la eliminatoria para soñar con Brasil 2014.

Si eso sucede, la afición (y quizás también los periodistas y la Federación, aunque no el técnico) estará dispuesta a perdonar escapadas a casinos o a discotecas o juergas con alcohol y mujeres en plena concentración. Esto es fútbol. Nadie les pide a los jugadores que hagan vida de monjes. Pero ganen sus partidos.

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