Raúl Fabián Vilca, peruano de piel cobriza y voz pausada, evoca con orgullo, aunque con nostalgia, como se abrió camino solo en el difícil campo de la ortopedia. Recuerda meditabundo como a los 17 años se hizo de una motocicleta con dinero obtenido gracias a la venta de sus chompas, y como poco tiempo después alquiló una tienda en el centro de Lima que le serviría para despegar con fuerza en el negocio de la ortopedia, que nunca abandonó hasta convertirse hoy en un próspero empresario.
Dejando atrás su adolescencia, con tan solo 20 años, decidió dejar su trabajo como ambulante y, como él dice, “pasar a otra etapa ya era necesario”. “Voy a ser empresa en otra forma”, se diría entonces Raúl. “Con tan solo un capital que había juntado en mis recorridos por el mercado de Ramón Castilla en Caquetá y los de Huaral y Huacho, donde vendía mis chompas todos los sábados y domingos e incluso los feriados, decidí dar el gran paso, para cambiar definitivamente de rumbo”, añade con una expresión que traduce satisfacción.
De eso ya han transcurrido más de 40 años, pues fue en 1966 como él señala, siguiendo el ejemplo de Clemente Rivera, su abuelo, quien era el único que se dedicaba a la elaboración de aparatos ortopédicos, incursionó por cuenta propia en este difícil arte que consiste en ayudar finalmente a todos los que tienen impedimentos físicos para movilizarse. “Los cuatro años de experiencia que había adquirido en la fábrica ortopédica de mi abuelo entre los 13 y 17 años me servirán tanto como el pequeño capital que ahora tengo”, relata Raúl. “No me equivocaba, había mucha necesidad en el país, mucha demanda y pocos aparatos ortopédicos en esos años, mi abuelo no se daba abasto, fue por eso que decidí crear mi propio negocio”, responde a una de nuestras preguntas. “Además, supe desde un inicio que esa sería la manera de hacer patria, de aportar mi grano de arena, pues tanto como un mercado, para mi, había una enorme necesidad en el país”, sostiene este trajinado empresario ortopedista poniendo en evidencia su acendrado sentido de la responsabilidad social.
“Desde un principio ese fue mi objetivo junto con el convertir a mi empresa en la institución líder de la ortopedia en el país”, me respondió, observando como nuestro reportero gráfico disparaba su flash intentando captar la singularidad de la expresión de este empresario, que nos mostró los diferentes ambientes de una de sus fábricas situada en el distrito de San Isidro, cerca al cruce de la Avenida Petit Thouars con Javier Prado.
Con convicción nos fue mostrando uno a uno los aparatos para abastecer a un mercado nacional, que según él, recupera el dinamismo de antaño, cuando su empresa contaba con más de 30 trabajadores. Así nos muestra explayándose una a una las áreas donde se elaboran aparatos ortopédicos como los collarines, los corsets y otros tantos, para finalmente ir a dar con la sección de los zapatos, donde los técnicos ortopedistas Santiago Grau, Adán Salcedo y Adrián Decena son los responsables de darle el toque final a estos. Pequeñas muestras de lo que puede fabricar Raúl Fabián.
TRIBUTO AL MAESTRO
Los recuerdos se precipitan sin cesar en la mente de Raúl. Nos trae al presente la imagen de su abuelo Clemente Rivera, quien ocupa un lugar especial en su corazón por haber sido su maestro, su forjador en la ortopedia. Los ojos se le iluminan. “Con él empecé a los 13 años. Con él aprendí todo de este negocio”, nos dice dejando notar un halo de nostalgia en su curtido rostro que deja entrever también el esfuerzo desplegado durante largos años de trabajo en este duro oficio.
“Teniendo en mente los conocimientos que adquirí al lado de este gran hombre que fue mi abuelo, soñando ser un día un gran empresario, me hice ambulante dedicándome a la venta de chompas, quería crecer solo, y sin ayuda de nadie me aventuré en este rubro. Alquilé una tienda en el jirón Cusco en Lima y ahí comencé a vender aparatos ortopédicos. Poco después inicie la fabricación de piernas, brazos, soportes ortopédicos”, nos dijo haciendo un recorrido por el umbral de la vida.
“Tan solo cuatro años después de iniciarme en este negocio, ya contaba con más de 30 empleados. Faltaban manos para fabricar estos aparatos, el negocio era próspero, iba en alza. Es así que a principios de los setenta compré el local de Petit Thouars, donde ahora estamos, y donde se elaboran collarines, corsets, férulas, muñequeras con estabilizador, cabestrillos, hombreras, tobilleras, piernas ortopédicas, entre otras cosas más”, le dijo a nuestro reportero gráfico palmoteándole el hombro.
“Años después, la Ortopedia Fabián crecería espectacularmente, tanto que compramos otro local en la avenida Manco Capac en La Victoria, donde ahora solo se confecciona lo que tiene que ver con metales como las sillas a ruedas, los bastones, las muletas y los andadores. Los 10 trabajadores que allá laboran se dedican solo a esto”, señala, diciendo, “y pensar que todo eso lo logré gracias al ejemplo que me dio mi abuelo”.
LA IMPORTANCIA DEL AUTOESTIMA
Raúl no se quiere guardar nada. Después de dialogar con nosotros durante un buen momento, nos revela su secreto para llegar a ser un buen empresario y mantenerse ahí por largos años, Es enfático, “hay que tener autoestima y luego proyectarse y desear superarse. Esa fue mi fórmula”, respondió, mientras observaba con orgullo a su esposa Olga Maldonado y mencionaba los nombres de sus hijos Raúl, Olga, Victoria y Fabiola.
Por un rato se pone pensativo como quien se transporta en el tiempo a un mundo lejano, y nos dice sin medias tintas que “este país tiene para ofrecer bastante, para dar mucho”. “Siento que he triunfado en lo laboral y personal. Aunque ahora mi fortaleza este vulnerada momentáneamente, cuando se trata de trabajo me curo rápidamente, porque para mí el trabajo es salud”, nos comenta dándonos un apretón de mano y diciendo, “hay que creer en uno mismo para triunfar en este país”.
EL CORSET, ORGULLO DE FABIÁN
Fabricar un corset para nadie debe resultar fácil. No para Raúl Fabián, experto en muchas batallas. Las pruebas saltan a la vista, tan solo basta ir a su tienda situada en la Avenida Petit Thouars 2815 en el distrito de San Isidro y ver como, a cada instante, las personas llegan en busca de este artículo.
Con un corset en la mano, Raúl Fabián nos explica que en su fabricación se utiliza tela gruesa o lona, aluminio y polietileno, cuyas proporciones en el producto dependen de la indicación del médico. “Nosotros no los hacemos como se nos antoje. Se elaboran de acuerdo a lo que manda el médico”, señaló al mismo tiempo que nos mostraba otros artículos del abanico que él fabrica.
Para la preparación del corset y de otros muchos artículos que él ofrece, entre los que destacan los collarines, las tobilleras y las piernas ortopédicas, un Fabián, con un rostro que traduce genuino orgullo, nos dice que cuenta con “un equipo selecto de especialistas que se encarga de materializar todos los pedidos con la calidad que se requiere en un mercado cada vez más exigente como es el mercado peruano”.
CAPACITACIÓN Y MÁS CAPACITACIÓN
El trabajo no se detiene. Conforme pasan los días, Raúl Fabián Vilca piensa en cómo elevar la calidad de sus productos ortopédicos, para poder competir con los últimos adelantos que ofrece la tecnología moderna a nivel internacional con países como Francia, Alemania y Estados Unidos.
“La permanente capacitación de los especialistas en este ramo se hace necesaria para mantenerse y ser competitivo”, dice seguro de lo que afirma. “De otra forma no se puede exportar”, añade. “El mercado es amplio. Se puede llegar más lejos y estar a la altura de otras naciones que nos han sacado ventaja. Capacitación y más capacitación es la clave del éxito”, sostiene.
“Yo tengo un hijo que lleva mi mismo nombre que se está capacitando en España. Raúl va a regresar el próximo año habiendo conocido la tecnología de última generación, va a lograr que la empresa se mantenga como líder en este campo a nivel nacional”, sostuvo. Añadiendo que una de sus hijas se va a especializaren traumatología y pondrá este conocimiento al servicio de la empresa y del país. “Que aunque no da seguridad jurídica da otro tipo de oportunidades”, sostuvo.
