Viernes 19 de abril 2024 | Contáctenos
En el 2009, Mufarech demandó a Godoy por un post publicado en su blog Desde el tercer piso después de que el periodista publicase un artículo donde describía las amenazas que Mufarech lanzaba contra el asesor de la bancada nacionalista Julio Arzibú Gonzales.
Mufarech envió entonces una carta notarial a Godoy en la que le exigía que el post fuera retirado. El bloguero se negó amparándose en su derecho constitucional a la libre expresión.
La sentencia, dictada por la magistrada Flor de María La Rosa La Rosa, del 33 Juzgado Penal, será apelada por la defensa de Godoy por considerarla “exagerada y sin fundamentación”.
Es cierto que a veces cierto sector del periodismo nacional exagera el significado de la libertad de expresión y se permite una vergonzosa falta de rigurosidad en las informaciones u opiniones que propala, o llega al extremo de calumniar o de plano insultar a aquellos personajes públicos que no son de su agrado o que no responden a sus intereses políticos o económicos o de cualquier otro tipo.
Esto sucede no solo en el periodismo digital, sino también en el periodismo escrito, radial o televisivo. Los casos de diarios o programas de televisión que incurren en este tipo de faltas saltan a la vista todos los días.
Sin embargo, en ninguno de esos casos se justifican las leyes mordaza, los vetos o los juicios contra periodistas que solamente persiguen el que debiera ser el objetivo único de todo periodista: la verdad.
Lo que no saben los políticos o jueces que impulsan y avalan estas artimañas contra la libertad de prensa es que, con estas acciones, no debilitan el trabajo de los buenos periodistas sino que, por el contrario, lo fortalecen y le otorgan nuevos bríos para enfrentarse a al poder.
Y es que la libertad del ser humano es un valor que debe ser defendido por todos, contra todos. Siempre.
