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REVISTA

Kirchner, divisor en tiempo de paz

Análisis del legado del ex mandatario argentino (segunda parte)
Durante su gobierno, el extinto ex presidente fue intolerante a la oposición, populista y un excelente capitalista para sus "negocios" familiares.
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Kirchner, divisor en tiempo de paz

Que me perdonen los millones de argentinos que lo lloraron y se compungieron por su muerte, pero la despedida a Néstor Kirchner fue exagerada. Digna de un circo que alentaron los medios de comunicación, aquellos que hasta hace poco vivían en una guerra a muerte con el ‘matrimonio pingüino’.

Se daba la imagen de un ex presidente que fue ‘casi-casi’ igual que Perón y Evita –juntos o separados da igual–, un símbolo argentino como lo fue Gardel antaño y como los es Maradona hoy.

Ver a tantos miles llorar desconsoladamente y gritar frente a su féretro me hizo preguntar: ¿es que acaso los argentinos tienen tan mala memoria?, ¿acaso la muerte limpió a Kirchner de sus pecados –muchos de ellos graves– para convertirlo en una especie de divinidad patagónica?

En una entrega anterior escribí sobre las buenas obras de Kirchner, su destacado papel en la recuperación de la imagen presidencial, su ruptura con el menemismo corrupto, su defensa de los derechos humanos y la recuperación económica del país.

Sin embargo, es hora de mostrar la otra cara del ‘Che’ Néstor, la imagen oscura que por estos días parecen no querer recordar tantos en la Argentina con la falsa idea de que criticar a Kirchner, es criticar a Dios.

UN LÍDER INTOLERANTE

Para comenzar habría que señalar que Kirchner, tal vez por su origen campechano, nunca fue un hombre de buenas maneras o actitudes delicadas a la hora de ejercer eso que lo apasionada hasta la fibra más profunda de su ser: la política.

Kirchner no era un estadista ni un hombre preocupado en crear o incentivar consensos. Por el contrario, durante su gobierno muchos lo criticaron por su intolerancia hacia aquellos que no comulgaban con sus ideas y, lo que es peor, por utilizar la amenaza como herramienta favorita para lograr sus objetivos políticos.

Kichner nunca construyó, al contrario, destruyó todo aquello que se oponía en su camino. Algo así como otro cowboy de la política mundial: George W. Bush. Ojo, no digo que sean lo mismo, pero la actitud de “están conmigo o están contra mi” perjudicó mucho al país.

Hay quienes creen, y yo lo comparto, que ese espíritu con tendencias autoritarias era necesario en los tiempos post corralito financiero. Que los argentinos necesitaban alguien que les dijera qué hacer, cuándo, cómo y dónde. Pero, una vez pasada la crisis debió virar hacia el diálogo y no al veneno y al revanchismo.

POLITIZAR LOS DD. HH.

Otros de sus errores fue politizar una causa tan justa y noble como la lucha por los derechos humanos. Al llegar al poder, Kirchner cobijó bajo sus alas protectoras a las ONG y colectivos que buscaban justicia para los miles de desaparecidos y secuestrados durante la última dictadura militar.

Kichner y su esposa Cristina se convirtieron en escuderos, por ejemplo, de las Abuelas o las Madres de la Plaza de Mayo. De un momento a otro se volvieron asiduas visitantes a la Casa Rosada y se dio paso de la ‘ayuda desinteresada’ al ‘contubernio hipócrita’.

En los últimos años de gobierno kirchnerista, las activistas se han abstenido de proferir crítica alguna al gobierno para no dar pasto a las “fieras de la derecha”. ¿Es que acaso no ven que la justicia y la libertad no tiene ideología?

El carácter impulsivo del extinto mandatario le hizo también perder control en sus relaciones con grupos que él consideraba manejables y que fueron huesos “duros de roer” como las Fuerzas Armadas, la Iglesia, los grupos empresariales y, en especial, la prensa.

Pero no con cualquier prensa. No con la adulona, sino con la independiente que le dejaba al descubierto los escándalos de corrupción de funcionarios cercanos al Ejecutivo.

Fue la prensa independiente la que reveló, además, los intentos tragicómicos del gobierno para ocultar el verdadero aumento de la inflación y, en especial, las más que dudosas relaciones entre miembros cercanos a la Casa Rosada y el régimen chavista en tiempos de campaña electoral. 

JUNTAS PELIGROSAS

Como ya lo he explicado anteriormente Kirchner, rompió la alianza tradicional con EE. UU. forjada durante el gobierno de Menem y viró hacia Latinoamérica para afianzar sus relaciones con líderes como Hugo Chávez, Evo Morales y Luiz Inacio Lula da Silva.

El problema que no vio Kirchner, o no le importó, fue que al juntarse como aliado del chavismo, al que le vendía a precio de ganga sus bonos con los petrodólares, perjudicó la imagen del país y espantó a los inversionistas extranjeros que hubieran podido invertir en asuntos tan vitales como la generación eléctrica –que vive una emergencia nacional–.

Al romper con el FMI también ahuyentó a países avanzados que para invertir exigen el visto bueno de organismos financieros internacionales. Esto hizo que Argentina creciera económicamente bajo un clima de aislamiento.

Una muestra de que los mercados e inversionistas extranjeros odiaban a los Kirchner fue la noticia –algunos creen de mal gusto– del alza de la bolsa y los bonos de Argentina la mañana que anunciaron que un paro cardiorrespiratorio había matado al ex presidente gaucho. Cosa curiosa, las acciones del Grupo Clarín subieron un inusual 21.83%.

Por último, habría que recordar el doble discurso –y por qué no la doble moral– de Kirchner cuando hablaba del capitalismo. Mientras estaba con sus “descamisados” lo condenaba, pero en la vida personal le sacaba el jugo.

Si no miren el sospechoso incremento de la fortuna de la pareja presidencial que en el 2003 –año en que llegaron al poder– tenía US$ 2 millones y al 2010 –con recesión internacional de por medio– pasará a US$ 13 millones. Un aumento de más de 700%. ¡Ni Bill Gates, Carlos Slim o Warren Buffett lo hubieran hecho mejor!

Los Kirchner han dicho que no hay nada turbio en sus cuentas y que todo se debe a la compra y venta de inmuebles en la turística Patagonia. Hasta ahora no se ha podido comprobar algún delito porque ningún juez se ha atrevido a abrirles una causa, pero ello no significa que estén limpios al 100%.

Al morir Néstor la fortuna quedará en manos de la poderosa viuda Cristina que se convierte no solo en la única heredera de la riqueza, sino también en la albacea de un legado político controversial que cambió la historia de Argentina para siempre. Para bien… y para mal.

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