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Qatar, por la gloria deportiva

Organizador del Mundial de Fútbol 2022
Pequeño país del Golfo Pérsico enfrenta una serie de retos que van desde la creación de una mega infraestructura deportiva, pasando por el sofocante clima hasta graves problemas de seguridad.
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Qatar, por la gloria deportiva

Qatar es de esos pocos países que ha afrontado una transformación radical a nivel económico y social que ha sorprendido al mundo. Hasta hace poco más de 20 años, solo era conocido como un país lejano del Medio Oriente, pobre y atrasado a pesar de contar con una de las mayores reservas de gas y petróleo a escala internacional.

Sin embargo, su historia ha devenido en un giro trascendental luego de que la máxima autoridad del país, el emir Hamad bin Khalifa al-Thani decidiera a mediados de los noventa hacer de su patria algo más que una simple nación extractora de crudo.

Con los precios del oro negro por las nubes, el emir aprovechó e inició un proceso de modernización económica y social que incluyó la edificación de nuevas metrópolis que albergaban los centros financieros y de esparcimientos más modernos en una zona que se ha caracterizado siempre por su aridez.

Pronto el país, al igual que su vecino Bahréin, empezó a apostar por el negocio inmobiliario de lujo lo que impulsó el arribo de miles de miembros del jet set internacional que vio en Qatar un lugar distinto y sofisticado.

Ha sido este desarrollo económico el que, sin duda, convenció a los técnicos y expertos de la Federación Internacional de Fútbol Asociados (FIFA) escoger a Qatar, un país de apenas 11,000 km2 –casi del tamaño de Jamaica–, como sede de la Copa Mundial del 2022.

El anuncio ha desatado toda una acalorada discusión entre aquellos que alabaron el “coraje y vanguardismo” de la FIFA y otros que calificaron el anuncio como un “lamentable error”. 

Y es que los juegos, los primeros que se realizan en Medio Oriente, llevan en sí varios retos que habría que tener en cuenta como por ejemplo:

Una infraestructura todavía en pañales. Pese a sus grandes avances en ingeniería civil, el país todavía tiene mucho que avanzar en la construcción de carreteras, hospitales, villas deportivas, hoteles que puedan hacer del Mundial un evento exitoso.

En sus planes oficiales, el emirato ha prometido gastar la astronómica cifra de US$ 42,900 millones y de ellos US$ 3,000 serán para la construcción de nueve estadios que contarán con la más avanzada tecnología.

Lo revolucionario de los nueve estadios que ha prometido construir Qatar es que una vez culminada la Copa Mundial, estos sean desmontados y luego regalados a países en vías de desarrollo.

En el tema hotelero la situación es preocupante. Se calcula que unos 400,000 aficionados lleguen al pequeño emirato para la Copa Mundial, que deberá acoger también a las delegaciones de 32 equipos y miles de representantes de los medios de comunicación.

Actualmente, hay unos 100 hoteles en el país y Qatar ha prometido la construcción de otros 140 más, pero expertos alertan que al final el país podría quedar con el grave problema de un exceso de oferta hotelera que puede ser perjudicial para su economía.

Desde ya se barajan varias posibilidades como la utilización de decenas de cruceros para alojar a los visitantes o usar la oferta hotelera de los países vecinos Bahréin y Emiratos Árabes Unidos, que están a una hora de distancia en avión.

Una sociedad musulmana y conservadora. Como la mayoría de los países del Golfo Pérsico, el 98% de los qataríes profesan el islamismo suniíta. Sin embargo, el país vive un fenómeno social que lo diferencia de las otras naciones de la región.

De sus 1.6 millones de habitantes, al menos 300,000 son trabajadores extranjeros, muchos de ellos europeos y asiáticos que están en el país por la industria petrolífera y cuyo contacto provoca en la sociedad qatarí mayor tolerancia hacia las costumbres foráneas.

Además, en los últimos años las mujeres qataríes han alcanzado una serie de libertades impensables en otros países ultraconservadores como Arabia Saudita. Ellas no están obligas a usar el velo islámico y son libres de estudiar y trabajar donde se les plazca.

Aun así, Qatar no es Francia ni mucho menos Brasil. El consumo de alcohol y las fiestas al estilo occidental están restringidas en un puñado de centros nocturnos, mientras las muestras de cariño son toleradas pero también castigadas sin traspasan el “buen gusto musulmán”. Tampoco es común que las chicas paseen con minúsculas faldas en las calles de Doha.

El Mundial supondría todo un reto para los qataríes y algunos hablan de la obligatoria apertura que deberá aplicar el país, aunque sea durante el mes que duren los juegos, pero nadie está seguro cómo reaccionarían los sectores tradicionalistas que no comprenden que el fútbol también es cerveza y chicas lindas.

Un clima extremo. De todos los obstáculos que enfrenta Qatar, este es uno de los más complejos pues todo está en manos de la naturaleza. Según la tradición, la Copa debe de jugarse a mitad de año, pero resulta que junio y julio son los meses más calurosos en el Medio Oriente.

Las temperaturas en la sombras llegan a los 45% grados lo que hace de Qatar un infierno que puede causar severos casos de deshidratación. Los organizadores del Mundial han prometido la construcción de estadios con modernos sistemas de refrigeración y hasta techados.

La medida, aunque buena, solo resuelve el problema de los deportistas, pero la pregunta que se hacen es: ¿qué pasará con los miles de turistas que no están acostumbrados al calor extremo de la región?  

La seguridad y el terrorismo. Como se sabe, Qatar se ubica en pleno corazón del Golfo Pérsico y comparte fronteras con Arabia Saudita, además de estar relativamente cerca de países como Iraq e Irán.

Aunque en los últimos años, el pequeño emirato ha disfrutado de una relativa tranquilidad y seguridad, informes desclasificados por Wikileaks del Departamento de Estado estadounidense revelan que Qatar es uno de los paraísos financieros de grupos extremistas islámicos, vinculados a Al Qaeda.

La red de Osama Bin Laden tiene una posición cómoda en la región y no sería descabellado pensar que pueda aprovechar la frontera con Arabia Saudita para filtrar terroristas que puedan atacar la sede de los juegos en el emirato.

Pese a las críticas, Qatar ha dicho que hará todo lo que esté a su alcance para ofrecer un Mundial digno de un país rico, tanto económica como culturalmente.

Como garantía ha puesto su experiencia en la organización de torneos deportivos tan prestigiosos como el Abierto de Tenis de Doha, Mundial de Motos GP, y el próximo año espera organizar la Copa Asia de Naciones de Fútbol y los Juegos Panárabes.

Todos eventos de primer nivel que han demostrado que el país que un día fue una planicie baja y estéril, cubierta de arena, ahora surge como un paraíso y el mejor ejemplo del empuje árabe que después de cientos de años vuelve a maravillar al imaginativo colectivo.

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