Banner Tuvivienda
Jueves 25 de abril 2024   |   Contáctenos
REVISTA

La hora del islamismo en Egipto

Los Hermanos Musulmanes en el periodo de transición
Forman el movimiento más organizado de la oposición pero algunas de sus ideas causan temores en Estados Unidos, Europa e Israel.
(0)
La hora del islamismo en Egipto

Las masivas protestas que se han registrado en las últimas semanas en Egipto y que han puesto en jaque al gobierno del presidente Hosni Mubarak han devuelto en la palestra pública a un movimiento que causa resquemores en Occidente: el islamismo.

Dicho movimiento no es un fenómeno político y religioso reciente en el país árabe, sino que lleva una antigüedad de más de ocho décadas en las que ha vivido en el total ostracismo gracias al accionar del poder de turno, sean los británicos en la época colonial, la monarquía o los gobiernos nacionalistas y laicos.

Sus representantes más destacados, aunque no los únicos, han sido la Sociedad de los Hermanos Musulmanes (Al-lijuan al-Muslimin, en árabe) que estos días fueron integrados por el gobierno como parte de la Mesa Opositora con la que se negocia el periodo de transición que llevará al fin de 30 años de poder de Mubarak.

“Los días aciagos han terminado. Llegó nuestra hora”, dicen sus simpatizantes que se cuentan por millones y que, aún temerosos, empiezan a descubrirse al saber que no serán reprimidos ni torturados por su fe y creencias.

La cofradía nació en 1928 bajo la guía del maestro de escuela Hasan al-Banna, quien señaló en su tiempo que el estudio y práctica de un Islam “puro y riguroso” podía ser una alternativa viable nacional a los valores impíos de Occidente, así como a la colonización británica. 

Poco a poco los Hermanos Musulmanes fueron tomando parte en la lucha anticolonial –incluidos métodos terroristas– al punto que fueron tildados de “fanáticos asesinos”. A fines de la década de los cuarenta se unieron a los Oficiales Libres que derrocaron a la monarquía pero con el tiempo chocaron con quien sería uno de sus más grandes enemigos: el presidente Gamal Abdel Nasser.

De marcado tiente nacionalista y filo soviético, Nasser los combatió al convencerse que la gloria de Egipto no llegaría por la palabra de Alá sino a través de un proyecto político panárabe, abiertamente laico, que encandiló a millones en el Medio Oriente.

Nasser ordenó torturar y matar a los líderes más destacados de los Hermanos Musulmanes, entre ellos a Sayyid Qutb –padre e inspirador de muchos movimientos terroristas de hoy en día como Al Qeda y Hamás–, y los volvió una especie de parias para los egipcios.

Al ser marginados de la vida pública, los Hermanos Musulmanes terminaron por sufrir grandes crisis y escisiones en, al menos, tres grupos diferentes. El primero estaba comprometido en una política de total oposición al régimen por los medios que fueran necesarios, incluidos la violencia.

La segunda facción abogaba por la creación, por medios pacíficos, de una comunidad alternativa, en paralelo a la egipcia, basada en los valores y la ley islámicos y con una marcada preocupación los temas sociales de nuestro tiempo: educación, salud y trabajo.

Por último, el tercer grupo fue partidario de colaborar con el gobierno, aunque sin olvidar los aspectos religiosos, económicos y sociales de su ideario.

Durante estas ocho décadas, debido a contextos diferentes, los tres grupos han tenido mayores o menores trascendencias, pero siempre fueron ninguneados por el gobierno.

Durante los 30 años de su gobierno, Mubarak les prohibió participar directamente en política pero les permitió presentarse como independientes en las elecciones legislativas del 2005 en las que consiguieron una quinta parte de los escaños del Parlamento. Además, les permitió tener sedes en varias zonas del país y no les cerró sus organizaciones sociales.

Algunos aseguran que Mubarak fue “flexible” en algunas oportunidades porque quería tener de cerca a los “barbudos”, como les decía, quienes habían logrado formar la organización integrista más influyente del mundo árabe y musulmán. “Nunca más alto que las plantas de mis zapatos”, decía siempre el viejo rais.

Pero, ¿cuál fue la fórmula que hizo a los Hermanos Musulmanes tan resistentes al tiempo y a la represión?

Aquí habría que nombrar varios elementos. Por ejemplo, la cofradía siempre se ha nutrido del descontento del pueblo hacia sus autoridades y les ha dado aquello a lo que recurren siempre los hombres en tiempos de crisis: la fe.

Los islamistas señalan la importancia de volver los ojos a Dios para volver a tener su gracia y favor. No a través de gobiernos laicos sino con una vida menos profana y más devota que dé paso a una regeneración moral y religiosa de la sociedad.

Vale decir que los egipcios han vivido periodos de gran decepción. Primero con Nasser, quien nunca logró la tan ansiada unión de la Gran Nación Árabe, y luego con Sadat y Mubarak, quienes hicieron y mantuvieron la paz con un enemigo histórico: Israel.

Otras de las razones de su sobrevivencia es que los Hermanos Musulmanes han desarrollado una eficaz política de asistencia social, en un país con más del 60% de la población que vive con menos de dos dólares al día.

Ellos, que obtienen sus ingresos de sus miembros más adinerados, ofrecen escuelas, hospitales y hasta pensiones a los egipcios más pobres, independientemente si eres de izquierda, de derecha, marxista o capitalista.

¿LOBO DISFRAZDO DE CORDRO?

Aunque muchos valoren el aporte de los islamistas en los sectores más pobres de la sociedad egipcia, hay quienes creen que su accionar no es más que una treta engañosa para tratar de sumergir al país en una medieval y peligrosa tutela islámica.  

Por ejemplo, los Hermanos Musulmanes han declarado abiertamente su rechazo a que una mujer o un cristiano puedan ocupar la Presidencia y quieren crear un órgano consultivo creado por ulemas.

Además, piden hacer obligatorio el respeto en público de las costumbres islámicas y que todas las creaciones artísticas cumplan con los principios religiosos.

En materia de política exterior se muestran contrarios a la alianza de 30 años entre Mubarak y Estados Unidos y quieren que los países del Medio Oriente, islámicos y suniitas se junten en una gran Umma que, por cierto, se muestre reacia a Israel.    

Han sido estos dos últimos puntos, y sus estrechos contactos con organizaciones consideradas terroristas como Hamás, lo que causa resquemores tanto e Washington y Europa.

Tanto Washington como Bruselas toman con pinzas la inclusión de los Hermanos Musulmanes en el proceso democrático que vive Egipto. Lo mejor sería que vire hacia un islamismo moderado como Turquía, pero el riesgo de que surja un nuevo Irán es muy, muy grande. Que Dios o Alá, nos coja confesados.

Participa:
COMENTARIOS
0 comentarios      
2018 Grupo Generaccion . Todos los derechos reservados    |  
Desarrollo Web: Luis A. Canaza Alfaro    |    
Editor de fotografía: Cesar Augusto Revilla Chihuan