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Dominique Strauss-Kahn toca fondo

Líder del Fondo Monetario Internacional acusado de violencia sexual
De ser hallado culpable podría ser condenado a más de 70 años en prisión.
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Dominique Strauss-Kahn toca fondo

Ha sido sin dudas la noticia de la semana: Dominique Strauss-Kahn, el respetabilísimo político francés, director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), fue bajado de un avión cuando se disponía a viajar a París, detenido y acusado por la justicia neoyorkina de siete cargos de violencia sexual.

La noticia no solo ha supuesto un baldazo de agua fría al organismo y sus integrantes, sino también a la sociedad gala y su clase dirigencial, así como a los mercados financieros que todavía no terminan de digerir que Strauss-Kahn quede fuera del escenario internacional y por un tema tan vergonzoso.  

Las circunstancias del ataque sexual a una mucama de un hotel de Nueva York no están claras y muchos empiezan a hablar de un complot perfecto que tendría como objetivo perjudicar a este funcionario de 62 años.

Pero, inmediatamente surgen muchas preguntas sobre el caso: ¿por qué a Strauss-Kahn?, ¿cuán importante o peligroso era como para que alguien quiera hacerlo desaparecer del mapa?, ¿estarán involucrados su enemigos de la derecha o sus propios aliados socialistas?

Para comenzar habría que relatar un poco de la vida de este economista y destacado político galo. Nacido en 1949 en Neuilly, pertenece a la generación post Segunda Guerra Mundial que disfrutó los años de gloria del llamado Estado de Bienestar pero también su franco deterioro.

Estudió en la prestigiosa Escuela de Altos Estudios de Comercio y Ciencias Políticas y se licenció en derecho público. Desde joven se afilió a las filas del Partido Socialista pero no fue hasta 1986 en que salió elegido, por primera vez, diputado, haciéndose conocido por su postura más centrista que izquierdista.

Él mismo se autodefinía como un “socialdemócrata moderno”, muy riguroso con las cuentas fiscales pero pragmático y reformista cuando las circunstancias lo ameritaban.

En el 2006 se presentó a las primarias para ser elegido como candidato socialista a las presidenciales del 2007 pero fue derrotado por una joven y más carismática Ségolène Royal, quien al final perdió ante el conservador Nicolás Sarkozy.

Apesadumbrado pero no vencido, decidió presentarse a la dirección del FMI sin saber que sería elegido para ser uno de los protagonistas de la reconstrucción económica del mundo. Durante su gestión ha profundizado las reformas en la institución financiera y ha batallado contra la crisis económica mundial que estalló en el 2008 en Estados Unidos.

Muchos de sus críticos en Francia reconocen que ha hecho un trabajo brillante al defender una “globalización más justa” y pedir el fin del “Consenso de Washington”, pero él prefiere decir que fue la historia la que hizo su parte.

“Quería que la gente dejara de ver al FMI como el malo de la película siempre y devolverle su papel original de ayudar a los países cuando más lo necesitan”, dijo una vez Strauss-Kahn.

Fue tal el éxito que tuvo, que muchos franceses lo vieron como el gran salvador del país y, en especial, del Partido Socialista que sufre una grave crisis de identidad con la población.

En los años que lleva Sarkozy gobernando, su popularidad ha ido decayendo, pero a diferencia de otras épocas los socialistas no crecían, sino que veían con perplejo como el voto se iba a la extrema derecha. Sin embargo, al darse la posibilidad de que Strauss-Kahn postulara en el 2012 los números empezaron a cambiar y la carta socialista resurgía. Hasta ahora.

FIN DE UNA CARRERA BRILLANTE

No cabe la menor duda que el escándalo liquida cualquier posibilidad de que Strauss-Kahn intente siquiera presentarse a los comicios generales. Primero, porque no es seguro que gane y, segundo, porque como van las cosas es probable que siga refundido en una cárcel neoyorquina ya que la justicia estadounidense no perdona nunca la agresión sexual. Sino que lo diga Roman Polanski.

Es muy probable que la carta del complot contra el director del FMI sea cierta, pero también lo es que él puso todo de su parte para ir directo a la guillotina. De ser hallado culpable podría ser condenado a más de 70 años en prisión.

Quien haya planeado el escándalo sabía que Strauss-Kahn no era un santo y menos aún que luche por serlo. Como dijo un periodista del Liberation: “Él sabía que era su enemigo más peligroso”.

Para muestra un botón. En octubre del 2008 fue eximido por el consejo ejecutivo del FMI de los cargos de conducta inapropiada por su relación con una subordinada de la institución quien tuvo que renunciar tras el escándalo.

En los primeros testimonios tomados tras el escándalo en el hotel, Strauss-Kahn dijo, primero, que no tuvo nada que ver. Luego cambió su versión al afirmar que se trató de una relación “consentida”.

El líder del FMI es un mujeriego por excelencia y entre los círculos más íntimos de Washington y París se sabía que era un asiduo visitante de prostíbulos A1. ¿Podía un hombre con estas credenciales personales ser el nuevo presidente de Francia? De seguro que sí. Lo fue John F. Kennedy en Estados Unidos pero, salvando las diferencias, él nunca se expuso a sus oponentes.

Strauss-Kahn sabe ahora que existe una delgada línea entre lo privado y lo público.

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