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REVISTA

Ollanta Humala presidente del Perú

¿Qué sigue ahora?
El domingo 5 de junio pasará a la historia como el día en que los peruanos eligieron, una vez más, el peor camino que podían escoger. Pero así es la democracia y la mayoría de electores ha tomado su decisión. ¿Qué sigue ahora? ¿El trabajo de quienes apoyaron a Ollanta Humala y de quienes se opusieron a su candidatura ha terminado?
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Ollanta Humala presidente del Perú

Más allá de las decisiones que tome el recién elegido presidente del Perú, como designar de una vez al futuro ministro de Economía o al presidente del Banco Central de Reserva, ¿cuál debiera ser el comportamiento de los ciudadanos que votaron por una u otra candidatura?

Con la campaña terminada y Ollanta Humala elegido presidente de manera legítima por la mayoría de peruanos, aunque con una diferencia mínima frente al porcentaje obtenido por Keiko Fujimori, sería bueno que los insultos que se leen diariamente en las redes sociales de uno y otro lado cesaran. Eso, para empezar.

Después sería bueno también que terminaran las exclamaciones de júbilo y hasta las burlas de quienes votaron por el candidato ganador. Ellos no han ganado nada. Los únicos que han ganado en estas elecciones son, por el momento, el propio Humala, sus allegados y todas las personas de aquí y de afuera que pusieron la plata para pagar su costosa campaña, empezando por Hugo Chávez, que esperará el momento preciso para cobrarle cada dólar. Si han ganado los pobres, los desposeídos, la dignidad, la justicia o lo que sea, eso lo veremos después.

Por el momento, nadie con un mínimo de sensatez debería permitirse el menor festejo. Esto no es un partido de fútbol para gritar de alegría. Los únicos que pueden permitirse celebrar son los fanáticos y los necios que votaron por Humala en la primera vuelta y que jamás vieron un peligro en su candidatura, del mismo modo que los únicos que en estos momentos estarían celebrando una victoria de Keiko Fujimori serían los fanáticos y los necios seguidores del fujimorismo. Los demás, nada.

Quienes se manifestaron a favor de una candidatura o de otra por cuestiones estrictamente de conciencia o luego de haber llegado a la conclusión de que el postulante al que apoyaban era el que mejor le convenía al Perú, sin tomar en consideración intereses personales o guiados por el odio, el rencor o cualquiera de esos sentimientos menores que no debieran tomarse en cuenta en una elección nacional, podrán dormir tranquilos aunque la opción que apoyaron no resultara ganadora, porque hicieron lo que su conciencia les dictaba sin detenerse a pensar si quedaban mal o bien con amigos o familiares.

Lamentablemente, esta campaña ha servido en algunos casos para ubicar a las personas en distintos bandos, como si esto hubiese sido una guerra. Ha abierto heridas entre amigos o familiares que tal vez tarden mucho en cerrarse. Cada uno daba la vida por su candidato y no estaba dispuesto a escuchar las razones del otro. Hubo excesos, de ambos lados.

Pero como el destino es azaroso y en el Perú suele ser lúdico, es probable también que estas personas que aún ahora, con las elecciones terminadas, continúan enfrentadas se vean en pocos años obligadas a luchar por una misma causa: la defensa de la democracia y de la libertad del país.

La misma noche de las elecciones, tras conocerse los primeros resultados que lo daban como ganador, Humala salió a la plaza Dos de Mayo y dirigió a sus seguidores un discurso mesurado que hablaba de concertación. Luego de eso, en las pocas veces que se ha dirigido a la prensa, incluida la entrevista que dio a CNN, ha mantenido la misma línea moderada. Y con el mismo talante recibió a su ex contendora cuando fue a saludarlo por su victoria.

¿Cuánto tiempo pasará hasta que Humala eclipse la sonrisa y saque las garras? ¿En qué momento alejará de una patada a Mario Vargas Llosa y al resto de intelectuales antes los cuales juró respetar la democracia y la Constitución? ¿Cuál será el mal día en que la gente que votó en contra de Fujimori por “dignidad y por justicia” se mirará entre sí y se dará cuenta de que ha cometido un grave error?

Pasarán varios meses y en el mejor de los casos uno o dos años. Mientras aprende a manejar los mecanismos del poder y calma a los inversionistas, Humala continuará con la misma sonrisa de la campaña. Y quizás con el saco y la corbata. Mientras tanto, la gente irá bajando la guardia. Pero llegará el día en que se quitará la careta y aparecerá como realmente es: un ex militar adiestrado desde hace cuatro décadas por su papá con ideas del siglo pasado, ansioso de anexar al Perú al proyecto de Hugo Chávez. No está mal ser nada de eso, lo que está pésimo es mentirle a los desprevenidos.

En ese momento, el Perú necesitará que los peruanos, unidos, nos enfrentemos a la dictadura que querrá implantar. Y aquellas personas que ahora festejan tendrán que pelear hombro con hombro con aquellas otras personas a las que ahora insultan y de las que se burlan.

Llegado ese momento, quienes ahora tienen la seguridad de que Humala, en un par de años, se despojará del disfraz, deberán tener la grandeza de no decirles a quienes votaron “por dignidad y por justicia”: te lo dijimos. Pero estos últimos deberán tener la grandeza de, primero, aceptar el error que acaban de cometer. Luego, a pelear juntos, poniendo el corazón, el cerebro y todo lo que haya que poner.  

En cualquier caso, las cosas ya sucedieron y hay que aceptar la realidad tal como viene. Pero de acá nadie se va. Acá se quedan los peruanos que en verdad aman al Perú y que han descubierto cuánto lo amaban, como suele suceder con los grandes amores, en las circunstancias más difíciles.

Ningún acólito de Hugo Chávez nos va a sacar de nuestra patria ni nos va a hacer temblar. La tristeza, el desconcierto y la preocupación son sentimientos legítimos, pero llegado el momento se deberá pasar a la acción, sin reprochar a los que ahora han cometido un grave error seguramente con la mejor de las intenciones.  

La gente que quiere en verdad un Perú mejor (que, seguro, no es Ollanta Humala ni Keiko Fujimori, ni ninguno de quienes los rodean) va a continuar haciendo lo que estaba haciendo antes de que se iniciase esta pesadilla que significó la segunda vuelta. Y lo hará con idéntica alegría y con la misma pasión, con los ojos bien abiertos, listos para poner el pecho en cualquier momento.

La gente seguirá haciendo lo que estaba haciendo, con mayor ahínco y ganas, por sí mismos, por sus familias y por el Perú, con orgullo de ser peruanos, porque a pesar de que esta vez la mayoría de peruanos se ha equivocado, no lo ha hecho con mala fe. Y por eso, aquellas personas que tuvieron la fría lucidez de ver la realidad en su verdadero contexto, les perdonarán este error. Pero de peores hemos salido y mejor librados. Miedo no hay.

Si sucede el improbable escenario de que Humala respete la Constitución sin modificarla para reelegirse, si no cierra el Congreso, si no cambia el modelo económico que le ha permitido al Perú alcanzar altos índices de crecimiento económico y rebajar los niveles de pobreza, si tiene el buen tino de rodearse de personas inteligentes, si distribuye de manera coherente y sensata la riqueza para que llegue a los sectores que más la necesitan, si en cinco años deja el poder, entonces pasará a la historia como uno de los buenos presidentes del Perú. Lamentablemente, las probabilidades de que todo eso suceda son reducidas. A algunos les bastó con mirarlo a la cara un minuto. Otros tardarán en descubrirlo un poco más.

En estos momentos, es difícil ser optimista en el Perú. Es difícil cuando Ollanta Humala será presidente del país a partir del 28 de julio. Pero, mientras la tormenta llega, cada uno debería seguir con lo suyo con más ganas que nunca. En las crisis se conocen a los valientes y a los dignos.

Cuando llegue, las personas deberán tomar las medidas que el corazón y el cerebro les dicten. Unos huirán como ratas y otros se quedarán para pelear las batallas que haya que pelear, igual que en anteriores ocasiones. Y en ese momento, cuando los peruanos abandonen las diferencias y los rencores para luchar hombro con hombro, en ese momento el Perú ganará realmente.

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COMENTARIOS
4 comentarios      
PEOR HUBIESE SIDO TENER POR PRESIDENTE A LA HIJA DE UN DELINCUENTE ENCARELADO CON QUIEN PARTICIPÓ EN EL SAQUEO DE LAS ARCAS DEL ESTADO EN BENEFICIO PROPIO Y DE SUS HERMANOS, SE MANTUVO INDEFERENTE CON LA TORTURA A SU MADRE Y MIRÓ CON INDIFERENCIA LA ESTERILIZACIÓN DE MILES DE MUJERES, ALIÁNDOSE POR MATRIMONNIO POR OTRA PERSONA CON ANTECEDENTES POLICIALES EN SU PAÍS, ES ESTO LO QUE SE QUIERE PARA GOBERNAR EL PAÍS, CREO QUE SÓLO LOS DE SU CLASE Y CALAÑA ESTAN DE ACUERDO CON QUE ES MEJOR QUE HUMALA.
10 de junio 2011
Elegir a ollanta no es ninguna equivocación, será el mejor presidente del perú, no hay duda de eso. Tu opinión Cristian Velasco no le interesa a nadie, estas en la calle, pero ese es tu problema, obviamente tú quisieras que humala fracasara y que hiciera todo lo que tú dices, te equivocas de plano tu y el 48% de los peruanos. Humala no es el peor camino, todo lo contrario......es el mejor!. Tú a quién quería.............a comunicore castañeda ? al apátrida PPKAKA, a la hija del ladrón ?..........por favor, ojalá te vayas del perú. gente como tu hace mucho daño...
10 de junio 2011
Puro pisimismo numas, si nota este intento de iscritor no tiene ubjetividad y está dolido y es muy mezquino
10 de junio 2011
en serio después de la segunda vuelta, no veiamos una posibilidad para dar nuestro voto, yo pensaba que era una pesadilla y estaba decidida a votar viciado, per sabes, tuve que escuchar a Ollanta un poco más y analizar sus propuestas, él permitió que lo asesoren personas independientes a su partido para mejorar su plan de gobierno. Por eso es que finalmente me dicidí a votar por él. Jamás lo haría por el fujimorismo. No creo que todo lo negativo que se ha hablado de Humala, nuestro presidente, sea verdad, él está obligado a cumplir, ha estado en mucha presión.
11 de junio 2011
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