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HAY QUE DISMINUIR LA CANTIDAD DE MAESTROS EN FORMACIÓN

Idel Vexler
Meritocracia en la educación, es una frase que se ha escuchado por boca de las autoridades gubernamentales en las últimas semanas, a raíz de las recientes evaluaciones a los docentes públicos que pusieron en evidencia que todavía falta mucho por mejorar. Dialogamos con el viceministro de Gestión Pedagógica del Ministerio de Educación, Idel Vexler, sobre este y otros temas, como la urgente reforma de las facultades de educación para evitar que año tras año egresen de ellos al mercado escolar más maestros de los que realmente se requiere.
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HAY QUE DISMINUIR LA CANTIDAD DE MAESTROS EN FORMACIÓN

Se reconocen los esfuerzos que está haciendo el Estado con la política educativa, pero ¿es esto suficiente?

Es que tenemos un plan multisectorial anual que define los lineamientos, las metas del 2006 al 2011. Estamos desarrollando el programa de alfabetización que busca la inclusión de los sectores en desventaja educativa. Estamos trabajando arduamente para la inclusión de personas con discapacidad en las aulas regulares, fortaleciendo el trabajo en las áreas rurales. En cuanto al mejoramiento de la calidad de los maestros, se ha iniciado la reforma de los institutos pedagógicos. Para ingresar a ellos se necesita 14 de nota (sobre 20) como mínimo. También estamos desarrollando el programa Maestros Siglo XXI, “Un docente, una laptop”, para que dispongan de esta herramienta con carácter educativo y para fortalecer su profesión. Desarrollando procesos de  evaluación rigurosos para que los primeros maestros  ingresen a la carrera, destacando el impulso, reglamentación e implementación de la Ley de Carrera Pública Magisterial que debe servir para la realización profesional, social y económica de los maestros de acuerdo a sus méritos, basados en su desempeño educativo.

 

Centrándonos en el tema de la calidad educativa, ¿cómo se está tratando de imponer la meritocracia en la educación?

A través de La Ley de Carrera Pública Magisterial, para que los maestros de acuerdo a sus méritos puedan ascender a niveles superiores, puedan tener evaluaciones en su  desempeño y sean recompensados económicamente. Pero hay una evaluación y capacitación permanente que evalúa el desempeño docente en el aula y en la escuela, a fin de lograr ascensos y bonificaciones. Es importante evaluar permanentemente la responsabilidad, entrega y capacidad del maestro, la relación con su alumno, la forma cómo enseña y cómo evalúa. Pero además del desempeño tenemos su formación. Es importante valorar las capacitaciones que recibe el maestro, sus grados, sus becas, sus estudios constantes en un contexto de formación continua.

 

¿Y qué sucede con los docentes que han tenido una formación deficiente en los cuestionados institutos pedagógicos?

El Ministerio ya está trabajando en eso. Primero, ha reestructurado los currículos para la formación de profesores de educación secundaria, inglés y educación física. Segundo, para ingresar se necesita la nota mínima de 14 y hay un proceso de evaluación muy riguroso para los que quieran ingresar a los institutos pedagógicos. Tercero, no se están creando más institutos públicos y privados. Se están generando más exigencias para la graduación, como por ejemplo el manejo y dominio de un idioma, preferentemente el inglés, y tener 200 horas de práctica en tecnologías de la información y la comunicación, entre otras medidas.

 

En las universidades, Educación tiene un menor puntaje de ingreso y normalmente las personas con una menor capacidad acceden a esta carrera porque otras exigen un puntaje mayor ¿Cómo se puede revertir esta situación?

Es una realidad lamentable que hubo que afrontar, en los institutos, ya no sucede desde hace dos años con la política magisterial de la actual gestión, pero en las facultades de educación, los puntajes más bajos son para ingresar a las carreras de docencia, y por eso es que hemos pedido que tengan como nota mínima 14. Sin embargo, lo que ha planteado el Ministerio es una reforma estructural y urgente de toda la formación profesional de los maestros. Primero, hay que disminuir la cantidad de ingresos, no pueden seguir formándose la cantidad de maestros que se oferta actualmente. Treinta mil maestros al año que egresan, cuando solo se necesitan tres mil. Hay que disminuir la cantidad de maestros en formación. Además los requisitos para ingresar y graduarse deben ser muy exigentes para que los que realmente quieran ser docentes sean maestros de calidad.

 

Entonces, ¿ratifica que se ha avanzado pero aún es insuficiente?

En las facultades de educación y en los institutos necesitamos generar un proceso de acreditación para que solo queden como instituciones formadoras de maestros los que tienen los requisitos mínimos de calidad. Es importante adoptar una reforma estructural, profunda y urgente de la formación profesional de maestros.

 

¿Qué tan importante es la meritocracia?

Es muy importante para que sean los mejores los que enseñen a nuestros hijos e hijas. Esto se hace a través de la evaluación de los méritos del maestro que pueden ser, su desempeño, sus estudios profesionales permanentes, sus logros profesionales, la publicación de un libro, innovación, trabajos académicos, todo esto tiene que tenerse en cuenta, además de su idoneidad ética en el desempeño de sus funciones.

 

¿Cómo responde a las numerosas quejas sobre las capacitaciones?

Eso no corresponde a la verdad. Si bien es un programa que tiene que seguir mejorando, se ha notado una superación en el rendimiento de los maestros en un 80%. Se ha avanzado pero falta indudablemente y este año estamos potenciando la capacitación con metas menores, tratando que estén los mejores capacitadores, aumentando las horas, enfatizando el trabajo directo en mayor cantidad y calidad en las escuelas y en las aulas a través del monitoreo. Yo creo que la capacitación va avanzando a pesar de todas las dificultades y de toda la propaganda interesada de algunos sectores.

 

¿Qué nota le pone al trabajo del Ministerio?

La gestión del ministro Chang se caracteriza porque está imponiendo el principio de autoridad que es importante para la gobernabilidad del sector y para el funcionamiento de las instituciones educativas. Está trabajando arduamente en el fortalecimiento de la profesión docente para que los mejores maestros sean los que enseñen. En el campo de los materiales educativos, los textos escolares, las computadoras para maestros y alumnos son una muestra de querer modernizar la enseñanza. La asignación de cerca de 275 millones de soles para mejorar el mantenimiento preventivo de los locales escolares es otra muestra de querer mejorar los espacios educativos, y sobre todo creo que es una gestión que no solamente intenta que la mayor cantidad de sectores tengan el derecho a educarse, sino que esta educación progresivamente vaya mejorando en su calidad.

 

¿Se ha logrado despojar al Sutep del control de la educación peruana?

Lo que creo es que ahora no son las dirigencias gremiales en los órganos descentralizados y en la comunidad educativa los que establecen la agenda o lo que se debe hacer en beneficio de la educación y del fortalecimiento de la escuela pública. Actualmente son las autoridades legalmente constituidas con el aporte de todos, teniendo como soporte fundamental al profesorado, al magisterio peruano.

 

Educación y meritocracia: juntas y revueltas

POR UNA EDUCACIÓN QUE DESTAQUE LOS MÉRITOS

Según innumerables diccionarios la palabra “meritrocracia” significa alcanzar el éxito en una sociedad basándose en los méritos, sin embargo para muchos peruanos este mismo vocablo solo puede significar una utopía.

 

Y es que cada vez es más difícil que el escalafón jerárquico de las instituciones respete los valores, capacidades y cualidades de las personas y deje de lado los ya conocidos compadrazgos, amiguismos y favores que están siempre a la orden del día.

 

¿Es posible construir una meritocracia? Difícil pregunta y difícil respuesta, sobre todo cuando nos damos cuenta de que el mérito viene, inevitablemente, de la mano con la educación, con su calidad y justa distribución. Porque es precisamente el sistema educativo la base de la tan ansiada movilización social, aquello que nos permite ascender jerárquicamente y que debería estar fundamentado en el mérito.

 

¿Con una educación deficiente podrá un gobierno ejercer la meritocracia?. Quizá, pero en un nivel que no será el optimo. En la última prueba eliminatoria del Concurso Público de Nombramiento de Docentes realizado a nivel nacional, solo 151 de los más de 183 mil profesores obtuvieron la nota aprobatoria de 14 o más.

 

Para el educador y analista en temas educativos, León Trahtemberg, esto significa que las aulas del país seguirán teniendo maestros que no están capacitados para enseñar lenguaje y matemáticas, y por lo tanto, la niñez y juventud peruana seguirán recibiendo una educación de baja calidad, con una mínima proyección a los estándares internacionales.

 

MIRAR A LOS LADOS

 

Según el último Informe Global de Competitividad elaborado por el World Economic Forum (WEF), del año 2006, en calidad de la educación primaria el Perú está en el último lugar del mundo en un ránking de 131 países, mientras que en infraestructura educativa nos situamos en el lugar 122. Eso no es todo, ocupamos el penúltimo lugar en cuanto a calidad de la formación en matemáticas y ciencias se refiere.

 

Sin embargo, el problema no es sólo de quienes imparten educación, sino del Estado que no se ha preocupado por cautelar la calidad de enseñanza que se da en los colegios, universidades e institutos, ni trabajar por una democracia e igualdad educativa.

 

¿Cómo superar esta situación? Un buen inicio sería mirar alrededor y observar cómo otros países implementan mejoras educativas, cómo superan sus deficiencias y cómo intentan alcanzar los estándares internacionales que permitan a sus ciudadanos competir de igual a igual con las sociedades más desarrolladas.

 

Un ejemplo no lejano es el de Chile, que desde 1996 puso en marcha la denominada “Reforma Educacional”, propuesta que resume sus ideas fuerza en “aprendizaje más que enseñanza, aprender a aprender, adquisición de competencias en vez de acumulación de datos, preparar para la vida antes que para la universidad y capacitar para una vida de trabajo, en lugar de capacitar para un empleo”, pilares que el país sureño quiere instaurar en las mentes de sus jóvenes valores.

 

Quizá la clave es que al margen de ser una política de Estado, la educación en Chile es una política de participación social. Un tema resaltante son los Proyectos de Mejoramiento Educativo (PME), iniciativas generadas por las escuelas o liceos que buscan mejorar de manera creativa el aprendizaje de sus alumnos. Todos los años, las instituciones educativas compiten por financiamiento público en un marco institucional que evalúa su calidad y el impacto de sus métodos sobre el aprendizaje.

 

La escuela que se adjudica un PME gana un monto de recursos en función de su matrícula. Este concurso significa un importante desafío para profesores y directivos de Chile, que deben elaborar proyectos y/o propuestas para enfrentar los problemas en su sistema pedagógico o gestión.

¿Por qué el gobierno peruano no promociona este tipo de competencia a nivel macro?. Es más, el Ministerio de Educación debería contemplar en su presupuesto este tipo de incentivos que contribuyen a fortalecer las raíces educativas de tal forma que sean promovidas a nivel nacional. Sin embargo, de esto se está haciendo muy poco.

 

LA CUNA ES LO PRIMERO

 

Otro de los aspectos destacables es la importancia que dan a la primera infancia. Este año la presidencia de Chile, promulgó una reforma constitucional que garantiza gratuidad total y acceso universal del kinder, lo que aquí conocemos como “nido” o “inicial”.

 

Con esta medida, lo que buscan es aumentar la cobertura y calidad de la educación preescolar a la que se podrá acceder de manera voluntaria. Pero sobre todo se espera generar mayores condiciones de equidad e igualdad para que indistintamente del lugar donde a un niño le corresponda nacer o crecer, tenga la posibilidad de integrarse a un centro educativo de buena calidad.

 

Regresando ya a nuestra realidad, el Grupo de Iniciativa Nacional por los Derechos del Niño (GIN), elaboró el “Informe sobre la aplicación de la Convención Internacional sobre los Derechos de los niños y adolescentes en el Perú”, presentado ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y donde revela que menos de la mitad de los niños entre 3 y 5 años reciben educación temprana. A esto se suma que casi uno de cada cuatro adolescentes (entre 12 y 17 años de edad)  deja de ir a la escuela, entre otras cosas, por la falta de centros educativos en la zona rural o por embarazos no deseados.

 

¿Cómo alcanzar así el nivel óptimo educativo?, ¿cómo se lograrán los méritos que hagan posible una real meritocracia? Se debe abordar de manera integral las materias de la primera infancia y atacar la ignorancia desde la raíz; en buen cristiano, garantizar la enseñanza de calidad desde la cuna para eliminar la desigualdad en las generaciones, sobre todo en aquellos sectores más necesitados.

 

Los recursos designados al sector Educación para este año deben ser utilizados en cosas más objetivas que aliviar la carga burocrática del Estado. Debe desarrollarse una mejor capacidad de gasto que facilite la inversión e involucre los problemas medulares como la implementación de la carrera pública magisterial, la construcción de más y mejores colegios, la implementación logística de los mismos y la capacitación de docentes. En este último punto, se debe pasar progresivamente a un esquema que premie el mérito en base a su desempeño y logro de los alumnos y no en los años de servicio.

 

Es claro que hay mucho por hacer si deseamos construir una sociedad realmente meritocrática que fomente la movilización social y que se base en los logros, capacidades y conocimientos de las personas. Esto sólo se conseguirá cimentando los pilares del conocimiento y para esto es necesario que todos los integrantes de la comunidad estén comprometidos.  Es fundamental involucrar a las autoridades, directivos, docentes, escolares y familias en una alianza a favor de la educación democrática, justa y de calidad.

 

El problema no es sólo de quienes imparten educación, sino del Estado que no se ha preocupado por cautelar la calidad de enseñanza que se da en los colegios, universidades e institutos, situación contraria de lo que sucede en Chile.

 

SE REQUIERE “FILTRO” EN UNIVERSIDADES

 

Ahora que el gobierno suspendió la creación de nuevas facultades y filiales de Educación de las universidades y los exámenes de admisión a la carrera docente, hasta que se acrediten los estándares de calidad de la enseñanza, una de las primeras cosas que tendría que hacer el Estado es poner un “filtro” en los centros que forman futuros educadores para revertir la actual situación en la que los peores estudiantes son los que copan las facultades de Educación.

 

 Esa es la posición del educador Constantino Carvallo, quien plantea incrementar el puntaje para ingresar a las universidades e institutos pedagógicos que imparten esta carrera. En diálogo con GENER@CCIÓN, recordó que, por ejemplo, en la Universidad Católica se aplica un examen diferenciado a los postulantes a educación, para que puedan ingresar con menores notas que quienes pretendan seguir una carrera de letras, porque aquellos que postulan a docentes, son los que no pueden alcanzar el puntaje necesario para otra carrera.

 

“Es evidente que quienes postulan a la carrera de educación no son los mejores alumnos de las promociones, porque no se sienten motivados debido a los bajos sueldos, y cada vez más se postulan alumnos de los sectores de menores recursos. Debido a ese bajo nivel es que se cerró la Facultad de Educación de la Universidad San Martín de Porres. Hay que poner un filtro, no se puede permitir que sea una carrera sin exigencias”, sostiene Carvallo.

 

Al respecto, el educador León Trahtemberg precisó que eso ocurre en todas las universidades del país, que si bien no aplican exámenes diferenciados, el puntaje para acceder a educación es muchísimo más bajo en comparación con los altos puntajes para acceder a carreras como medicina, ingeniería o derecho.

 

Agregó que esto podría conjurarse con un sistema de acreditación de universidades e institutos pedagógicos aplicado con seriedad, a fin de que estos centros cumplan con los mínimos requisitos establecidos por el Estado.

 

Puso como ejemplo que quienes enseñen a los futuros maestros deberían contar con maestrías o doctorados, además de haber realizado publicaciones. Asimismo, los egresados en educación deberían rendir una prueba única, procedan de un instituto pedagógico o universidad, y poder graduarse de maestros.

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